Rotem Oreg.
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Las congresistas demócratas Ilhan Omar (derecha) y Rashida Tlaib.

Entre la justicia y el antisemitismo: la lucha de la izquierda estadounidense contra Israel

Análisis. En el mundo dicotómico de la izquierda radical en Estados Unidos, Israel es una entidad privilegiada, en tanto que los palestinos son un pueblo oprimido. Si se le agrega a eso una ferviente creencia en la justicia y el deseo de "arreglar el mundo", se obtendrá un campo político que cree que ambos países no tienen valores comunes y contiene entre sus filas a partidarios del BDS y personas que se oponen a la ayuda militar otorgada por Washington. Si Biden no comparte esas ideas, en el Congreso y en las universidades el mensaje ya se está filtrando.

Rotem Oreg - Adaptado por Leandro Fleischer |
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La congresista estadounidense Alexandra Ocasio-Cortez, una de las líderes del campo progresista del Partido Demócrata, anunció que cancelaría su participación en una ceremonia en memoria del fallecido primer ministro israelí Yitzhak Rabin, un evento organizado por la organización Americans for Peace Now (Estadounidenses por la Paz Ahora). ¿La razón? Las declaraciones pasadas de Rabin, quien dijo que había que “quebrar los huesos de ellos (los palestinos)”.
Aparentemente, la decisión de Ocasio-Cortez es muy extraña: después de todo, es una mujer claramente de izquierda, ¿y quién está más identificado con el campo de la izquierda israelí que Rabin? Aún así, resulta que en la relación actual entre los izquierdistas extremistas del Partido Demócrata e Israel, incluso un primer ministro recordado como un líder asesinado por buscar la paz, no es una figura sobre la que se pueda alcanzar un consenso.
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Las congresistas demócratas Ilhan Omar (derecha) y Rashida Tlaib.
Las congresistas demócratas Ilhan Omar (derecha) y Rashida Tlaib.
Las congresistas demócratas Ilhan Omar (derecha) y Rashida Tlaib.
(Reuters)
La mayoría de los progresistas, como el senador Bernie Sanders, la figura más importante de ese campo, enfatizarán que Israel tiene derecho a existir como un Estado judío junto a un Estado palestino, pero en los márgenes de la izquierda hay políticos que apoyan abiertamente al movimiento BDS
Al cancelar su participación en la ceremonia, Ocasio-Cortez ilustró cuán extendido estaba el tema de la actitud del ala progresista hacia Israel. Las raíces de este comportamiento se encuentran profundamente en la ideología progresista que ahora está ganando terreno entre sectores del público estadounidense, una ideología que hace que sea muy difícil para los miembros más moderados de este campo "salir del armario" y apoyar públicamente a Israel, un país que durante décadas ha sido el aliado más cercano de Washington en el Medio Oriente.
Debe haber una solución
Con los pilares ideológicos sobre los que descansa la cosmovisión progresista: una división dicotómica del mundo en "privilegiados" y "excluidos", la santificación de los valores de justicia e igualdad y una estrategia política establecida llamada la "alianza de los oprimidos", los progresistas presentan un punto de vista crítico de Israel que consiste en abordar el conflicto israelí-palestino como la historia de David y Goliat moderna, es decir, por un lado una potencia regional y una economía próspera equipada con aviones F-35, el sistema de defensa antiaérea “Cúpula de Hierro” y un paraguas político de Estados Unidos, y por el otro, millones de personas que viven en condiciones de hacinamiento, pobreza y falta de derechos básicos.
Otro principio defendido por la corriente progresista -la visión optimista de que el mundo en el que vivimos no es "el mejor de los mundos posibles" y siempre hay margen para mejorar- los coloca en una posición activa, llevándolos a hacer afirmaciones como "debe haber una solución al conflicto" y “esta situación no puede continuar". A todo esto hay que añadir que los progresistas ven las guerras como una herramienta en manos de las élites (quien paga el precio es el "pueblo", no los políticos que envían soldados al combate o los empresarios que se enriquecen de de la guerra), por lo que se oponen al uso de la fuerza, salvo en casos excepcionales.
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La congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez.
La congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez.
La congresista demócrata Alexandra Ocasio-Cortez.
(AP)
Las relaciones de la comunidad judía con el ala progresista son complejas. Una gran parte de los judíos estadounidenses están siguiendo el fortalecimiento de este cambio desde la distancia, buscando encontrar el equilibrio entre los valores del judaísmo liberal, que incluyen claros valores de izquierda como la justicia social, la absorción de inmigrantes y el tratamiento de la crisis climática, con el apoyo a Israel
Además, mientras Israel tiene un claro interés en que Estados Unidos mantenga su presencia militar en el Medio Oriente, los miembros de todo el espectro político estadounidense están interesados ​​en reducirla, y el ala progresista del Partido Demócrata es el que más levanta la voz en este aspecto. El lobby pro-Israel en Washington, que es un pilar clave de las relaciones entre los dos países, también es impopular entre los progresistas, porque por definición funciona solo para intereses específicos, no para el "pueblo". Esta falta de simpatía sólo aumenta el desafío.
Es importante enfatizar que las críticas a Israel por parte de políticos estadounidenses -ciertamente por los demócratas- no son nuevas. Sin embargo, a diferencia de los demócratas moderados, como Barack Obama y Joe Biden, quienes generalmente se han contentado con pedir a Jerusalem que se abstuviera de dañar a personas inocentes durante los enfrentamientos militares o con condenar la construcción en los asentamientos, pero consideran a Israel un aliado importante; los progresistas son excepcionalmente duros. Su política hacia Israel se basa en dos supuestos simples: uno es que si el Estado judío es un aliado importante, debe actuar de acuerdo con altos estándares morales, los que se esperan de las democracias liberales. Y el segundo consiste en que, en la práctica, Israel no actúa de acuerdo con esos estándares. La conexión entre estos dos supuestos lleva a los progresistas a una conclusión inevitable para ellos: Israel no es un aliado importante.
Poner fin al proyecto colonial
Los progresistas argumentan que si Israel no es un aliado importante, entonces no debería ser tratado como tal y, por lo tanto, piden un cambio en la política estadounidense hacia él. La progresiva "gama de demandas" sobre el tema es amplia. El ala izquierda del Partido Demócrata llama a condicionar la asistencia estadounidense de 3.8 mil millones de dólares que recibe el sistema de defensa israelí cada año al cambio de política por parte de Jerusalem hacia los palestinos, a eliminar el “asedio israelí a Gaza” y a “poner fin a la ocupación”.
La mayoría de los progresistas, como el senador Bernie Sanders, la figura más importante de ese campo, enfatizarán que Israel tiene derecho a existir como un Estado judío junto a un Estado palestino, pero en los márgenes de la izquierda hay políticos que apoyan abiertamente el movimiento BDS, que pide un boicot y sanciones al propio Israel y no solo a los asentamientos en Cisjordania, y exige el regreso de millones de refugiados palestinos y sus descendientes al territorio israelí, una idea que prácticamente significaría la eliminación del Israel como Estado judío.
En el Congreso hay tres mujeres que apoyan explícitamente el BDS y el derecho al retorno: las dos primeras congresistas musulmanas de la historia, Rashida Tlaib (hija de inmigrantes palestinos) e Ilhan Omar, y Cori Bush. Los progresistas que defienden estas ideas se basan en una concepción histórica distorsionada del concepto de "refugiados" (dado que los palestinos, según la ONU, son los únicos refugiados en el mundo que legaron su condición de refugiados), y algunos ven el establecimiento del Estado de Israel como un proyecto colonial de blancos que llegaron de Europa.
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El senador estadounidense, Bernie Sanders, se dirigió en un video a los manifestantes y llamó a enfrentar a "los líderes tiránicos".
El senador estadounidense, Bernie Sanders, se dirigió en un video a los manifestantes y llamó a enfrentar a "los líderes tiránicos".
El senador demócrata, Bernie Sanders.
(Reuters)
El apoyo de los judíos a la lucha progresista no impide que elementos del sector extremista de la izquierda perciban a los judíos como "enemigos"
Tres matices de antisemitismo
Los progresistas tienen importantes desacuerdos no sólo con el Estado judío, sino también con la comunidad judía en Estados Unidos, o al menos con parte de ella. Estos dos grupos son percibidos en la división mundial dicotómica que los progresistas hacen como grupos "privilegiados", y por lo tanto, en la subcategoría progresista, los judíos son asociados automáticamente con aquellos que se benefician del orden capitalista existente.
Es importante recordar que la mayoría de los judíos estadounidenses votan sistemáticamente por los demócratas: el 71% de los judíos votaron por Hillary Clinton en 2016 y un porcentaje similar lo hizo por Biden en las elecciones del año pasado. El Partido Demócrata, por sus valores liberales, es el partido que más fielmente los representa.
Sin embargo, las relaciones de la comunidad judía con el ala progresista son complejas. Una gran parte de los judíos estadounidenses están siguiendo el fortalecimiento de este cambio desde la distancia, buscando encontrar el equilibrio entre los valores del judaísmo liberal, que incluyen claros valores de izquierda como la justicia social, la absorción de inmigrantes y el tratamiento de la crisis climática, con el apoyo a Israel. Otras organizaciones judías, como If Not Now y Jewish Voice for Peace se están uniendo activamente a la lucha progresista, exigiendo, en nombre de su compromiso con principios como la reparación mundial y la justicia racial, un cambio en la política estadounidense hacia Israel para que Jerusalem cambie su actitud hacia los palestinos.
En cualquier caso, el apoyo de los judíos a la lucha progresista no impide que elementos del sector extremista de la izquierda perciban a los judíos como "enemigos", partiendo del supuesto de que se trata de una comunidad blanca, educada y en gran parte rica que pertenece a la élite socioeconómica. En estas ramas extremistas pueden encontrarse activistas cuya percepción puede calificarse como “antisemitismo rojo", el odio a los judíos inspirado en las ideas marxistas de la lucha de clases. Este antisemitismo es diferente del "antisemitismo blanco", que es el odio clásico basado en el racismo y predominante principalmente en los círculos de extrema derecha, y también es diferente del "antisemitismo verde", que tiene raíces islamistas, que ha dado sus señales en Europa y Estados Unidos en los últimos años. Fueron vistos durante una protesta contra el racismo que se extendió por el país norteamericano tras el asesinato de George Floyd, cuando varias sinagogas fueron vandalizadas, y también se reflejó en un comunicado de la congresista Omar, quien causó una gran indignación en Estados Unidos cuando dijo que los políticos estadounidenses que apoyan a Israel lo hacen sólo por dinero.
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Destrucción en Gaza tras la operación "Guardián de los Muros".
Destrucción en Gaza tras la operación "Guardián de los Muros".
Destrucción en Gaza tras la operación "Guardián de los Muros".
(AFP)
La influencia de los progresistas no se detiene en las universidades, y las encuestas de opinión revelan que el electorado demócrata en su conjunto se está moviendo hacia la izquierda en lo que respecta a las actitudes hacia Israel
Sin embargo, como siempre, el intento de calificar a la izquierda extremista de Estados Unidos de antisemita en su conjunto ignora una realidad más compleja. Por ejemplo, Ocasio-Cortez, socia de Omar en el grupo de legisladores progresistas conocido como “Squad”, una agrupación que suele criticar duramente a Israel, se pronunció durante la operación “Guardián de los Muros” contra las manifestaciones de antisemitismo e incluso abrió una línea directa para realizar denuncias de violencia y actos de vandalismo dirigidos contra la comunidad judía. Frente a las quejas que se escuchan a menudo sobre el antisemitismo incorporado dentro del campo progresista, también se encuentra el hecho de que algunas de las figuras más populares dentro de él son judías. Por encima de todas ellas está Bernie Sanders, quien no sólo es judío, sino también un exvoluntario que vivió en el kibutz Sha'ar HaAmakim en la década de 1960 y solía mencionar de vez en cuando que sus familiares todavía residen en Israel. Otros judíos notables identificados con el ala progresista son el joven senador de Georgia John Usoff, que apoya algunas de las posiciones progresistas (por ejemplo, en cuestiones de inmigración) y cuya victoria en las elecciones de Georgia a principios de este año les dio a los demócratas el control del Senado; y Ben Rhodes, quien fue el redactor de discursos de Obama y su asesor en asuntos exteriores más cercano.
Entre los progresistas hay quienes creen que el judaísmo de Sanders y su pasado en Israel demuestran que estas críticas no provienen del antisemitismo. Los críticos de esta rama, en cambio, acusan a los progresistas de hacer un uso cínico de la vida de Sanders y del resto de los judíos del campo, utilizándolo como “hoja de parra” para ocultar sus verdaderos motivos.
Apartheid y el BDS son el “colchón” del movimiento progresista
Una de las afirmaciones más destacadas de los partidarios de Israel contra los progresistas es que, aunque se centran en el conflicto palestino-israelí, no prestan una atención similar a otros lugares del mundo donde se violan los derechos humanos, a menudo a una escala mucho mayor que en Judea y Samaria o Gaza. Para ser justos hay que decir que los progresistas no son ciegos ante lo que está sucediendo en otros lugares, y ya han llevado a Biden a endurecer su política contra Arabia Saudita (por su implicación en la guerra de Yemen) y contra Etiopía (por la guerra en la región de Tigray). Sin embargo, su preocupación excesiva por lo que sucede entre Israel y los palestinos se debe a la disonancia en lo que respecta al Estado judío desde un punto de vista progresista: un país que, por un lado, se describe como un aliado importante y, a diferencia de Arabia Saudita y Etiopía, comparte valores comunes con los estadounidenses, y por otro, viola sistemáticamente los derechos humanos de millones de los palestinos.
En este contexto, y aunque todavía lejos de ser la corriente principal del Partido Demócrata, los progresistas ya están causando un gran impacto en las percepciones de muchos votantes sobre Israel. Los ejemplos más evidentes de esto se encuentran en el ámbito académico, que en las últimas décadas se ha movido bruscamente hacia la izquierda y es un fértil "caldo de cultivo" para los progresistas debido a que atrae una concentración de jóvenes, que tienden a ser más liberales que el resto de la población.
Las organizaciones estudiantiles de las instituciones académicas estadounidenses están emitiendo comunicados de prensa matutinos que condenan a Israel y sus acciones, e incluso expresan su apoyo al movimiento BDS. El último en hacerlo fue el Consejo de Estudiantes de Yale, que comparó a Israel con un Estado de apartheid. En muchos campus, Israel y los estudiantes judíos reportan una atmósfera hostil hacia aquellos que se identifican como sionistas -incluso hacia aquellos que se autodefinen como sionistas liberales- y señalan que se les requiere que "elijan" entre sus dos valores, el liberalismo o el sionismo, asumiendo que ambos valores son contradictorios.
La influencia de los progresistas no se detiene en las universidades, y las encuestas de opinión revelan que el electorado demócrata en su conjunto se está moviendo hacia la izquierda en lo que respecta a las actitudes hacia Israel. Esto quedó demostrado en una serie de encuestas realizadas durante la operación “Guardián de los Muros”.
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Manifestación antiisraelí en Nueva York durante la operación "Guardián de los Muros".
Manifestación antiisraelí en Nueva York durante la operación "Guardián de los Muros".
Manifestación antiisraelí en Nueva York durante la operación "Guardián de los Muros".
(gettyimages)
Es particularmente preocupante el hecho de que el giro hacia la izquierda de los votantes demócratas está moviendo hacia la izquierda a los políticos del Partido Demócrata, incluso a aquellos que en el pasado solían apoyar a Israel. Un claro ejemplo de esto es la carta publicada durante la operación “Guardián de los Muros” por 28 senadores demócratas, quienes pidieron un alto el fuego inmediato entre Israel y los palestinos, y llamaron al presidente Biden a involucrarse en el asunto para dejar de legitimar las acciones del ejército israelí. El escrito fue firmado, entre otros, por senadores que anteriormente formaban parte del campo del centro del Partido Demócrata y apoyaban a Israel.
El giro a la izquierda también se evidencia en el hecho de que el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Chuck Schumer, y el presidente del Comité de Asuntos Exteriores del Senado, Bob Menéndez, quienes anteriormente estaban dispuestos a confrontar al presidente Obama por lo que percibían como una falta de apoyo adecuado a Israel, criticaron al Estado judío durante la operación en Gaza de mayo.
Estos procesos preocupantes también están teniendo lugar en la sociedad civil estadounidense: por ejemplo, los sionistas progresistas de California, que buscan promover una agenda sionista y frenar las críticas a Israel dentro del Partido Demócrata allí, se encuentran en constante conflicto con el resto de las corrientes progresistas del país, quienes acusan a los miembros de esa corriente de "no ser realmente progresistas".
El fortalecimiento del campo progresista, por lo tanto, plantea un desafío no sólo para el propio Israel, sino también para sus amigos en Estados Unidos, tanto judíos como no judíos.
Rotem Oreg es el editor en jefe de Washington Express, un blog que analiza la política local exterior de Estados Unidos, y es fundador de la "Alianza Demócrata-Israelí", un proyecto para crear una nueva relación entre israelíes y demócratas en los Estados Unidos.
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