Shlomo Nakdimon.
Shlomo Nakdimon.
Eran Yofi Cohen
Menahem Begin (derecha) y Anwar Sadat.

El detrás de escena de la paz

Se sabe muy poco sobre el proceso que derivó en la firma de acuerdos con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein. Como alguien que participó del tratado con Egipto, sé cómo funciona el asunto.

*Shlomo Nakdimon - Adaptado por Leandro Fleischer |
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Todavía recuerdo el momento en que los medios informaron por primera vez sobre la intención del presidente egipcio, Anwar Sadat, de acudir a la Knesset en Jerusalem para negociar la paz con Israel. A la mañana siguiente pedí conseguir la respuesta del primer ministro Menachem Begin. Eran las 7:45 de la mañana, minutos antes de que el periódico fuera impreso. Llamé a su casa y su esposa me dijo: “Se está afeitando". No me rendí y el primer ministro atendió el teléfono.
"Sí, Shlomo, ¿qué pasó?", preguntó. Repetí la solicitud, y su respuesta fue: "No tengo el texto completo del mensaje de Sadat y no puedo contestar. Sabes que no respondo sin leer la declaración original".
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Menahem Begin (derecha) y Anwar Sadat.
Menahem Begin (derecha) y Anwar Sadat.
Menahem Begin (derecha) y Anwar Sadat.
(Eran Yofi Cohen)
Le expliqué que los informes de los medios de comunicación locales y mundiales se basaban en una publicación egipcia oficial, y solo entonces accedió a responder, por lo que se convirtió en el titular: "Begin responde a Sadat: Felicitaciones por su voluntad de venir a Jerusalem; estoy listo para ir a El Cairo". Begin leyó una versión similar de esta declaración la noche de las elecciones, después de que se anunciara su victoria. Así fue como la historia israelo-egipcia comenzó a desarrollarse públicamente y a ganar impulso.
En la actualidad, solo nos alimentamos de las filtraciones de información entre bastidores de los hechos que concluyeron en los acuerdos de paz con Emiratos Árabes Unidos y Bahrein, pero está claro que ese proceso no nace de la nada. El anuncio de Sadat fue precedido por contactos secretos con Egipto, liderados por Menachem Begin y el entonces ministro de Relaciones Exteriores, Moshe Dayan. Dichos contactos no fueron revelados al jefe del Directorio de Inteligencia Militar, Shlomo Gazit, ni al jefe de las FDI, Mordechai ‘Mota’ Gur, y ni siquiera al ministro de Defensa, Ezer Weizman. Los que estaban realmente al tanto eran el jefe del Mossad, Yitzhak Hofi, que dialogaba con el ministro egipcio Hassan Tuhami, el hombre secreto de su presidente; Hassan, rey de Marruecos, que solía estar custodiado por guardias de seguridad israelíes; y el presidente rumano Nicolas Ceausescu.
Fue Begin quien dirigió al editor de Yedioth Ahronoth, el difunto Noah Mozes, y le pidió que me prestara a su oficina para servir como consultor en temas de medios de comunicación. Por lo tanto, presencié de cerca los contactos amistosos que tenían Sadat y él. Sus conversaciones solían prolongarse durante muchas horas, y además de Begin, también participaba el ex fiscal general, Aharon Barak, quien a pedido del primer ministro pospuso su ingreso al cargo de juez de la Corte Suprema de Justicia. Begin nos hacía partícipes a nosotros, los miembros de su oficina, de las conversaciones. En ocasiones nos enviaba a algunos de nosotros a confirmar un asunto u otro. Nunca olvidaré este momento especial y su extraordinario liderazgo.
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El presidente estadounidense Jimmy Carter felicita a su par egipcio Anwar Sadat y al primer ministro Menachem Begin tras la firma del tratado de paz entre Israel y Egipto.
El presidente estadounidense Jimmy Carter felicita a su par egipcio Anwar Sadat y al primer ministro Menachem Begin tras la firma del tratado de paz entre Israel y Egipto.
El presidente estadounidense Jimmy Carter felicita a su par egipcio Anwar Sadat y al primer ministro Menachem Begin tras la firma del tratado de paz entre Israel y Egipto.
(Getty Images)
El 4 de junio de 1981, tres días antes del bombardeo al reactor nuclear iraquí, Begin recibió a Sadat en la ciudad de Ofira (Sharm el-Sheikh) en la península del Sinaí para una de sus conversaciones políticas. El anfitrión ya sabía cuándo se iba a llevar a cabo el bombardeo y, por supuesto, no se lo dijo a su invitado. Después de eso, los egipcios afirmaron que la reunión estaba programada deliberadamente para este momento, con el fin de desviar la atención antes de la ofensiva. El liderazgo político egipcio estaba furioso, pero Begin luego envió una carta al presidente estadounidense Ronald Reagan y otra a Sadat: "Era la última oportunidad para evitar una amenaza existencial de nuestro pueblo", explicó a su aliado egipcio.
La carta a Sadat fue llevada por el embajador israelí Moshe Sasson. Sadat la leyó en su presencia y respondió: "Por favor, dígale a Menachem que el golpe me duele muy personalmente ... sólo Dios sabe cómo lo pasaremos mi pueblo y yo. Es una prueba dolorosa".
Sadat temió, por supuesto, que el mundo árabe lo acusara de ser cómplice encubierto de la operación israelí. Y a Sasson, que hablaba árabe con fluidez, le expresó en su lengua materna: "Dios te perdone, Menachem". No obsante, el líder egipcio pudo superar el asunto. Estos dos líderes continuaron desarrollando ideas y planes conjuntos para el futuro, pero un grupo de asesinos en Egipto los interrumpió para siempre.
*Shlomo Nakdimon es un historiador y periodista que se desempeñó como consultor de medios de Menachem Begin.
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