Los dirigentes de Irán hicieron un anuncio sorprendente el domingo, al afirmar que la República Islámica tiene capacidad para producir una bomba nuclear.
Irán negó con vehemencia que su programa tuviera ambiciones militares, pero en declaraciones al diario árabe Al Jazeera, el ex ministro de Asuntos Exteriores, Kamal Kharazi, aseguró que el país era capaz de producir una bomba, pero que hasta ahora decidió no hacerlo.
Kharazi afirmó que el difunto líder supremo de Irán, el ayatolá Jomeini, prohibió a los iraníes producir armas nucleares en un decreto religioso que hizo en la década de 1980, y añadió que el actual líder, Alí Jamenei, y sus altos funcionarios tampoco tomaron aún una decisión definitiva sobre la producción de una bomba.
Un ex presidente del Parlamento también hizo declaraciones similares a la CNN. Los anuncios estaban destinados a resonar tanto en Medio Oriente como en Estados Unidos, lo que suscita la pregunta: ¿Por qué ahora? ¿Por qué Irán decidió cambiar su posición declarada y anunciar que sí tiene la "capacidad técnica" para producir una bomba nuclear, pero optó por abstenerse de hacerlo?
Una explicación podría encontrarse en la visita de la semana pasada a Medio Oriente del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y en las posturas más adversas adoptadas por estadounidenses y europeos en las negociaciones en curso sobre la vuelta al acuerdo nuclear de 2015.
Los iraníes tienen miedo. Vieron a Biden y al primer ministro Yair Lapid, uno al lado del otro, mientras proclamaban repetidamente que "Irán no poseerá un arma nuclear". Biden también repitió esas palabras en sus reuniones con líderes árabes suníes moderados, convocadas en Arabia Saudita.
Todos los indicios apuntan a que los iraníes se preguntan si detrás de las contundentes declaraciones de Biden se está gestando un plan conjunto de Estados Unidos e Israel, destinado a frustrar su programa nuclear y hacer retroceder su producción de enriquecimiento de uranio por medios militares.
A los iraníes les puede preocupar haber ido demasiado lejos en su enfoque de confrontación en las conversaciones, lo que llevó a EE.UU. a aceptar las demandas públicas y tras bastidores de Arabia Saudita y otros estados del Golfo. Unas exigencias que pueden incluir un enfoque diplomático junto con una opción militar respaldada por Israel.
También, ven a las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) cooperando con el CENTCOM de Estados Unidos, y ven que su jefe llega a Israel poco después de que Biden se vaya a Arabia Saudita. En sus mentes, la visita estaba destinada a avanzar en esa opción, con la participación de Riyad.
Se dan cuenta de que el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, repitió tres veces en una semana que Teherán decidió suministrar a Rusia vehículos aéreos no tripulados armados, expresando el enfado estadounidense por la intervención de Irán en la guerra de Ucrania.
También se les recuerda la contundente posición que adoptaron los negociadores estadounidenses en la última ronda de conversaciones en Doha. En ese momento, los estadounidenses les dijeron que no harían ninguna concesión y que Irán podía aceptar sus condiciones o abandonar.
A Teherán le sorprendió la postura de Estados Unidos. Su intención era que las conversaciones se alargaran mientras seguían enriqueciendo uranio. Se sorprendieron aún más al ver que los europeos tenían opiniones similares a las de los estadounidenses.
Los ayatolás escuchan todo esto, incluidas las proclamas de Biden de que Estados Unidos volvía a la región para quedarse y estar presente.
Esto provoca un ligero pánico. Recuerdan que Estados Unidos invadió Irak dos veces en los últimos 30 años y temen que la historia se repita, especialmente a la luz de las incipientes relaciones entre Irán y Rusia.
Por ello, dos altos funcionarios, ambos cercanos al líder supremo, fueron enviados a los medios de comunicación con un anuncio urgente que pretendía apaciguar a los saudíes, israelíes y estadounidenses.
Sí, Irán puede fabricar una bomba, pero no decidió hacerlo, todavía.
Tal vez esas declaraciones también aumenten la preocupación de los estadounidenses por las capacidades militares de Irán y los convenzan de que retiren algunas de sus exigencias en las negociaciones nucleares.
De hecho, Irán aún no es capaz de producir un arma nuclear.
Puede enriquecer uranio hasta un grado militar y en cantidades suficientes para producir una bomba, pero aún no es capaz de producir el artefacto explosivo y el núcleo metálico de uranio de un arma nuclear, ni puede reducir su tamaño para que quepa una ojiva que pueda montarse en un misil.
Los iraníes entienden que en Occidente ser considerado un "estado umbral nuclear" tiene sus ventajas porque un país que puede enriquecer el uranio hasta el 90% es capaz de llevar a Estados Unidos y a la banca occidental a una posición más favorable.
Los funcionarios de Israel son conscientes de los temores de Irán, y el discurso pronunciado el domingo por el jefe del Estado Mayor de las FDI, Aviv Kochavi, pretendía exasperarlos.
Kochavi, dirigiendo sus palabras a Teherán, manifestó que Israel continuaba y reforzaba sus preparativos para una acción militar que impidiera a Irán obtener una bomba, afirmando que es la obligación "moral" de los militares.
Este anuncio realizado por Kochavi a raíz de la visita de Biden pretendía aumentar temores de los dirigentes iraníes a un plan árabe-estadounidense para atacar a Irán en un futuro no muy lejano.
Quizá no sea necesario que Biden amenace abiertamente con el uso de la fuerza para que Irán recalibre su próximo movimiento.