Si tuviéramos que señalar la fecha exacta en que apareció la primera grieta en las relaciones entre la generación joven del Partido Demócrata de Estados Unidos e Israel, tendríamos que remontarnos al 3 de mayo de 2015.
Ese día, en un evento sin precedentes en la historia política moderna de Estados Unidos, un líder de un país extranjero —y no cualquier país extranjero, sino un aliado que recibe mucha ayuda de Washington— se paró frente al Congreso y criticó duramente la política del entonces presidente Barack Obama sobre el acuerdo nuclear con Irán.
Como resultado, una generación de jóvenes votantes y activistas demócratas, para quienes Barack Obama era mucho más que un presidente estadounidense, se tomó la crítica como algo personal.
Las relaciones entre el ex primer ministro Benjamín Netanyahu y Obama fueron tensas desde el principio. Aquel discurso solo profundizó la fisura en sus relaciones.
El discurso también sacudió los cimientos del consenso bipartidista entre republicanos y demócratas de que el apoyo a Israel no es tema de debate. Después de eso, Donald Trump devino presidente y los estrechos vínculos de Netanyahu con su gobierno solo hicieron que Israel pareciera otro Estado republicano.
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El sistema de defensa aérea israelí Cúpula de Hierro intercepta cohetes palestinos lanzados desde Gaza hacia Ashkelon.
(Reuters)
Cuando el canciller Yair Lapid asumió su cargo actual, reconoció el daño causado por las decisiones del gobierno anterior. Y si bien Lapid aún no pronunció discursos ante las Naciones Unidas, comprende bastante bien la política estadounidense.
El ala progresista del Partido Demócrata es todavía reducida, más ruidosa que otra cosa y sus logros se reducen a publicaciones virales en Twitter
También sabe que la generación más joven de Estados Unidos es cada vez más liberal, racialmente diversa, socialmente comprometida y que, al menos en este momento, la mayoría de los jóvenes pertenecen al Partido Demócrata.
En última instancia, el ala progresista del Partido Demócrata es todavía reducida, más ruidosa que otra cosa y sus logros se reducen a publicaciones virales en Twitter. Está formada a su vez por jóvenes que saben muy poco de política. De lo contrario, elegirían sus batallas y no intentarían bloquear los fondos destinados a la Cúpula de Hierro de Israel, que está diseñada para salvar a los civiles de ataques indiscriminados con cohetes.
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Rashida Tlaib, Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez y Ayanna Pressley, representantes del Partido Demócrata en el Congreso de EE.UU.
(Shutterstock)
Si dejamos de lado a los progresistas, el Partido Demócrata, incluido el presidente Joe Biden, sigue perteneciendo a la generación anterior que apoya incondicionalmente a Israel. Pero el futuro del Partido Demócrata no es Biden, que pronto cumplirá 79 años. El futuro es Alexandria Ocasio-Cortez, Cori Bush e incluso los jóvenes judíos que apoyan a Bernie Sanders.
Entonces, para retroceder en el tiempo y volver a los días en que la política de Estados Unidos con respecto al estado judío no era tema de debate, Israel debe encontrar una manera de acercarse a ellos.
