A mediados del mes de enero, el jefe de la oficina política de Hamás, Ismail Haniyeh, dijo al presidente de la Autoridad Palestina, Mahmoud Abbas, que el movimiento acuerda celebrar elecciones. Las preguntas que surgen son por qué Hamás ha cambiado su posición tradicional de oposición a los comicios y si la nueva postura de la organización allanará el camino para que se lleven a cabo.
Hamás afirmó que la causa del cambio de postura está relacionada con las garantías prometidas por países árabes y extranjeros, pero la explicación no es aceptable ya que son los palestinos quienes tienen que decidir su propio destino. En mi opinión, la explicación debería buscarse en otra parte.
Al igual que Fatah y otros movimientos, Hamás comprende bien el significado de la caída de Donald Trump y la victoria de Joe Biden. Busca prepararse para la entrada de la nueva administración en la Casa Blanca y obtener el apoyo de sus aliados, especialmente de Catar, Turquía y los Hermanos Musulmanes. Esto está relacionado con una cadena de medidas palestinas diseñadas para golpear con un hierro mientras esté caliente. El liderazgo de la Autoridad Palestina quiere convencer a Biden de que se debe priorizar el asunto palestino, por lo que tienen prisa por tomar la iniciativa, ya sea expresando su deseo de renovar la coordinación de seguridad con Israel o adoptando una postura pragmática sobre la reanudación de las relaciones con el gobierno de Estados Unidos, o bien anunciando su disposición a revivir las negociaciones con los israelíes.
Por lo tanto, Hamás apuesta por un cambio positivo tras la llegada de la nueva administración a la Casa Blanca. Sin embargo, esta explicación, aunque es razonable, no es suficiente para explicar el cambio de posición, ya que los miembros del movimiento no habrían aceptado las elecciones sabiendo de que perderían. Por lo tanto, podría decirse que Hamás decidió acceder a celebrar los comicios debido a que apuesta a la debilidad interna de Fatah, que ha tenido dificultades tras el fracaso de su programa político. En otras palabras, Hamás está asumiendo un riesgo en un contexto en que su rival se encuentra más débil que nunca y que las luchas internas por el control del movimiento lo debilitarán políticamente.
Otro tema es la legitimidad. La máxima prioridad de Hamás es mantener su dominio en Gaza. Sin embargo, después de un período tan largo en el que no se han celebrado elecciones, necesita la legitimidad de la Autoridad Palestina, lo que aliviará la pesada carga de controlar a dos millones de ciudadanos. La legitimidad del gobierno se logrará no solo a través de una posible cooperación con Fatah, sino también a través de elecciones, porque éstas eliminarán de la agenda la cuestión de la división y la responsabilidad de Hamás por la misma.
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La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca es uno de los motivos por los cuales Hamás ha accedido a celebrar elecciones.
(AP)
Una cuarta consideración que apoya el cambio de posición de Hamás es el hecho de que no está interesado en un enfrentamiento militar con Israel en un momento que no es apropiado para ello. Desde su punto de vista, la actitud árabe hacia los palestinos está ahora debilitada debido a los acuerdos de normalización entre Israel y algunos de los Estados árabes. Además, todo indica que el próximo gobierno de Israel será de derecha, y quizás incluso más radical que el actual. Los aliados de Hamás, como Turquía e Irán, ahora están ocupados en recibir a la administración Biden, y no podrán respaldarlo en una posible confrontación con Israel. Por tanto, Hamás comprendió los límites del poder y decidió acceder a las elecciones.
A pesar de todo esto, el camino a las elecciones no será sencillo. Es casi imposible garantizar que Hamás y Fatah alcancen los acuerdos requeridos para la celebración de las elecciones, que se fijaron para mayo de 2021 (para el Parlamento) y julio del mismo año (para la presidencia). De hecho, las posibilidades de lograr tales acuerdos no son altas. Además, el propio Israel debería dar luz verde a las elecciones, y lo hará sólo si está seguro de que los comicios darán validez al estatus de la Autoridad Palestina bajo los Acuerdos de Oslo, y sólo si contribuye a la continuación de la división y a la eliminación de Hamás. Por lo tanto, no es seguro que se celebren elecciones.
Más allá de esta incertidumbre, sin embargo, parece que el pueblo palestino se hartó de los debates sobre reconciliación y cambio. Y ha llegado el momento de decir la verdad: cualquiera que realmente quiera hacer realidad la visión del Estado palestino y celebrar elecciones libres y democráticas con resultados que acepte la comunidad internacional debe eliminar a los movimientos palestinos, incluido Hamás, de la lista de organizaciones terroristas, y eliminar el veto de estos movimientos para participar en el próximo gobierno. Asimismo, todas las organizaciones que participen de las elecciones deben comprometerse a respetar sus resultados y acordar que el derecho internacional sea la única brújula del gobierno palestino.
La peor solución sería acudir a las urnas sin estar dispuestos a aceptar los resultados. Si hay elecciones que no deriven en un cambio fundamental, quienes las convoquen ahora deben recordar que la responsabilidad de todo esto recaerá sobre sus hombros.
*Hani al-Masri es el director del Centro Palestino de Investigación de Políticas y Estrategias. El artículo completo se publicó en el sitio web "Erev 48". Esta versión abreviada fue publicada con la ayuda de "Ofek Latikshoret Haarabit", un proyecto conjunto del Instituto Van Leer, el Foro para el Pensamiento Regional y el Centro Alam. Traducción del árabe al hebreo: Dolly Baruch
