Según todas las encuestas recientes, alrededor de 100 de los 120 candidatos para la próxima Knesset no pertenecen a la "izquierda", y cerca de 80 afirman tener una cosmovisión de derecha. El Likud, Hatzionut Hadatit, Yamina y Tikva Hadasha podrían formar una coalición casi sin ninguna otra facción. En teoría, tal gobierno podría promover principios de derecha: una economía libre, la soberanía sobre Judea y Samaria, la eliminación del activismo judicial desenfrenado y la gobernanza en el Negev, el sur de Tel Aviv y otras áreas. Pero nada de eso sucede.
Al parecer, Hatzionut Hadatit ha levantado la bandera de la lucha contra el activismo judicial, Yamina presenta un plan impresionante de derecha económica, y el Likud afirma -con razón, según las encuestas- que sin ellos es numéricamente imposible formar un gobierno de derecha. A pesar de todo esto, parece que la división en el campo nacional, y las disputas dentro de él entre el “Solo Bibi (apodo de Netanyahu)”, el “Solo no Bibi” y el “Quizás Bibi”, harán que la derecha continúe promoviendo políticas de izquierda.
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Benjamín Netanyahu, del Likud (derecha), Naftali Bennett, de Yamina (centro) y Gideon Saar, de Tikva Hadasha.
(Shaul Golan, Avi Moalem, Yoav Dodkovich)
Lo cierto es que seguramente el partido más grande seguirá siendo el Likud liderado por Benjamín Netanyahu. La razón de esto radica en la segunda parte del nombre del partido: "encabezado por Netanyahu". Antes de la crisis del coronavirus, la situación económica era la mejor que Israel ha conocido, y fue la década con el menor número de víctimas por ataques terroristas y de operaciones militares, y a pesar de los informes de los medios que anuncian la muerte de la democracia, las clasificaciones democráticas de Israel van en aumento. Si a esto le sumamos los acuerdos de paz y la exitosa campaña de vacunación, entendemos que se puede perdonar las muchas decepciones cuando se trata de la incapacidad de promover políticas de derecha.
Sin embargo, después de más de una década de gobierno de Netanyahu, y 44 años después de la primera victoria de la derecha en 1977, esta corriente aún no ha implementado la mayoría de las políticas que buscaba promover, y está formada por una serie de partidos que tienen solo éxitos parciales. Mientras la izquierda está frustrada por el fracaso electoral, la derecha está frustrada por la incapacidad de sus representantes electos para implementar las políticas que sus electores esperan. El gobierno de "derecha" nunca se ha formado. A la coalición siempre se han sumado partidos de centro izquierda o de izquierda, y estos han logrado, a pesar de ser una minoría, lograr resultados mucho más impresionantes en la promoción de su visión del mundo.
Cada partido de derecha debería haber obtenido votos de partidos que se encuentran más a la izquierda en el mapa político, y no al revés. Ésta es la única manera de conseguir 61 escaños: arrebatar dos o tres bancas a los partidos de centro. Esto podría ser muy significativo en las próximas elecciones, ya que quitarle demasiados votos a Hatzionut Hadatit (que representa al sionismo religioso) podría llevar a que ese partido no supere la cláusula de barrera y quede afuera de la Knesset, lo que reduce las posibilidades de formar un gobierno de derecha.
La lucha principal es en realidad entre Yamina y Tikva Hadasha. A medida que este último obtiene más escaños, aumentan las posibilidades de que se forme un gobierno con Yair Lapid (líder del partido centrista Yesh Atid), o que se estanque una vez más el establecimiento de una coalición, lo que llevaría a una quinta ronda electoral.
La política es el arte de lo posible. Pero parece que debido a las malas relaciones personales entre los líderes de los partidos del campo derechista, actualmente es imposible promover una política de derecha. Gideon Saar afirma repetidamente que no formará un gobierno con Netanyahu, por lo que se vería obligado a establecer una coalición con Yesh Atid, Yisrael Beiteinu y Kajol Labán, tres partidos con los que Netanyahu trabajó en el pasado, pero que abandonaron hace mucho tiempo la derecha económica y de justicia y se oponen a la aplicación de la soberanía sobre Judea y Samaria.
Si los representantes electos del campo nacional hubieran actuado únicamente en base a sus valores, habrían establecido condiciones bajo las cuales no se unirían a un gobierno que no promoviera una ideología claramente de derecha. En cambio, se pelean entre ellos y transfieren votos del bloque de derecha al de centro izquierda.
El abogado Ran Bar-Yoshafat es especialista en diplomacia pública e investigador de las relaciones entre el sistema judicial y el gobierno