Los próximos meses serán de gran importancia histórica para Israel y su oportunidad única de aprovechar la posibilidad que presenta el presidente de Estados Unidos, Donald Trump: anexar el Valle del Jordán y los asentamientos judíos de Judea y Samaria.
Como judío observante, creo que los asentamientos judíos en esa región son un ejercicio de derecho de regresar a las tierras de nuestros antepasados, y se deben aprovechar todas las oportunidades de caminar en esa dirección. Por eso el plan de paz de la administración Trump es bueno para Israel.
Aunque la anexión israelí no se pueda aplicar en todo Judea y Samaria, es imprescindible realizar todo lo que esté a nuestro alcance para implementarlo en la medida de lo posible: como mínimo, la soberanía israelí debe aplicarse en el Valle del Jordán, que debería estar conectado al centro del país a través de un sistema de carreteras adecuado.
Para comprender el alcance de esta oportunidad debemos tener claro dónde estamos en este momento, y dónde estaremos si el plan no se implementa: oficialmente, hoy Judea y Samaria se divide en un 60% bajo responsabilidad israelí y un 40% controlado por la Autoridad Palestina. Sin embargo en la práctica, después de años de hacer la vista gorda en la toma ilegal de territorios, el balance se revirtió e Israel controla solo el 40% de la superficie de la región y los palestinos el 60% restante.
A simple vista pareciera que el “Acuerdo del Siglo” de Trump empeora la situación ya que el control israelí se reduciría a un 30% para establecer un estado palestino en el 70% restante. Pero la propuesta no se ocupa solamente de una división de la tierra, sino también de la situación legal: ese 30% de control israelí se convertiría, por primera vez, en un territorio soberano pleno y reconocido.
De todas formas, la anexión sin gobernabilidad no tiene valor. La soberanía israelí en el Neveg y la Galilea es indiscutible, pero si se erradican instituciones estatales en estas áreas eso perjudicaría a Israel y, a la larga, podría socavar su soberanía allí. Por eso si se planea aplicar soberanía en Judea y Samaria pero no se hace nada para gobernar activamente en el área, especialmente en la aplicación de la ley de construcciones ilegales, esta oportunidad histórica será desperdiciada.
La anexión no necesita depender de una aplicación real del programa de Trump o un completo acuerdo sobre cada uno de sus artículos: el plan tiene el sello legal de Mike Pompeo, secretario de Estado de EE.UU., quien reconoció la legalidad de los asentamientos judíos en Judea y Samaria. Además, puede ser un buen punto de partida para mejorar la situación existente, ya que si tal movimiento se realiza por fuera del Acuerdo del Siglo también se estará torpedeando el establecimiento de un estado palestino.
El liderazgo de los asentamientos judíos en Judea y Samaria y el bloque de derecha deben estudiar cuidadosamente los detalles del plan de Trump y las implicancias de cada declaración de Pompeo. El debate público debe basarse en un conocimiento de la situación legal y la realidad del área, en lugar de detenerse en porcentajes vacíos de significado.
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Si la anexión no puede ser completa, al menos debería concretarse en el Valle del Jordan.
(Ynet)
Pero una cosa está clara: este es el momento de aplicar la soberanía israelí en el área. O como mínimo en el Valle del Jordán, una zona de escasa población palestina y un lugar en el que Israel puede comenzar a aplicar tanto la soberanía como su presencia gubernamental.
Además, el interés en esta región es estratégico para preservar un área de frontera como primera línea de defensa en cualquier conflicto futuro con naciones árabes.
*Kobi Eliraz fue asesor de los ministros de defensa Moshe Yahalon, Avigdor Liberman y Benjamín Netanyahu en cuestiones vinculadas a los asentamientos judíos en Judea y Samaria.