No es exagerado decir que ahora todos los ojos están puestos en Irán. Tras el final de la ofensiva israelí contra la Yihad Islámica en Gaza, terminaron también las conversaciones en Viena sobre el regreso al acuerdo nuclear iraní de 2015, del cual se retiró el expresidente estadounidense Donald Trump en 2018.
El tiempo corre e Irán tendrá que responder al proyecto presentado por las potencias mundiales, incluido Estados Unidos, que ya ha dicho que está preparado para firmarlo.
Los ayatolás en la República Islámica estudiarán la letra chica del acuerdo, que no es muy diferente al acuerdo de 2015, excepto por un punto crítico: ¿Qué sucederá si asume en el futuro un nuevo presidente de Estados Unidos que se opone al acuerdo? ¿Cuánto vale la palabra de la administración del presidente estadounidense Joe Biden.
En medio de los intentos de Biden por limpiar el desorden que dejó Trump, revertir el curso de los hechos, eliminar las sanciones extremas contra Teherán y volver a la supervisión mediante cámaras de seguridad de las plantas nucleares de Irán, apareció Benny Gantz, ministro de Defensa israelí, para decir que Israel logró "retrasar y perturbar severamente el programa nuclear iraní".
Gantz no habló en términos diplomáticos ni estaba instando a un debate en la ONU sobre el asunto. Prácticamente insinuó que las bombas inteligentes podrían salir del lugar en donde están guardadas.
La declaración del ministro de Defensa evocó recuerdos en Washington del discurso del ex primer ministro Benjamín Netanyahu en el Congreso de EE.UU., cuando intentó frustrar el acuerdo nuclear con Irán, a espaldas del ex presidente Barack Obama, una medida que sin duda fue interpretada por los estadounidenses como una muestra de ingratitud.
Las preocupaciones de Irán sobre la posibilidad de que Washington cambié de postura en el futuro, en caso de que Trump o alguien similar llegue al poder, estuvieron sobre la mesa en las conversaciones de Viena, sobre todo a la luz del creciente apoyo del expresidente en las encuestas, frente a las elecciones de 2024.
Biden todavía espera renovar el acuerdo nuclear. No tiene interés en ir a la guerra con Irán después de la dolorosa lección de Afganistán. Dos décadas de guerra produjeron allí ningún resultado que altere la realidad.
Estados Unidos está cansado del baño de sangre que tiene lugar en Medio Oriente. Eso lleva al punto central: hay una conexión entre las conversaciones nucleares y la campaña militar en Gaza durante el fin de semana.
Washington no se mostró impresionado por la rápida acción de Israel contra la Yihad Islámica en la Franja de Gaza. Es posible que el grupo terrorista haya recibido un duro golpe, pero el conflicto sigue sin resolverse y la próxima ronda de enfrentamientos está a la vuelta de la esquina.
Las redes sociales se inundaron de imágenes de niños muertos y heridos y casas destruidas por los ataques israelíes. Los portales de noticias volvieron a referirse a Gaza como una "prisión al aire libre", siendo Israel el guardián que decide cuántas horas de electricidad pueden tener sus habitantes y qué tan lejos de la costa pueden aventurarse sus pescadores. La conclusión es siempre que solo una solución de dos estados puede poner fin a la violencia.
Biden también apoya la solución de dos estados, aunque sabe que ahora mismo suena a ciencia ficción. También cree que él podría mediar en un acuerdo que elimine la amenaza de misiles iraníes siendo disparados contra Tel Aviv y aviones de combate sobrevolando Teherán.
El mundo, Israel incluido, deberían agradecerle sus esfuerzos.