El puñetazo que un soldado de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzó contra la cara de un activista de izquierda en Hebron, y cuya imagen se replicó en redes sociales y medios de comunicación, debería ser un golpe que siente todo judío sionista, ya sea de derecha o izquierda.
No se trata del dolor físico, sino de la comprensión de que algo difícil está pasando en el país: la violencia de soldados de las FDI contra un grupo de israelíes cuyas opiniones no son populares entre los soldados de determinada tropa, una actitud que no puede justificarse por el gran triunfo electoral de la derecha encarnada en Itamar Ben Gvir, Bezalel Smotrich y Benjamín Netanyahu.
No tengo quejas contra esos soldados que todavía no saben y no entienden que son parte de algo más grande que ellos mismos. Tal vez dentro de 10, 20 o 30 años un día despierten en medio de la noche, empapados en sudor, y recuerden algunas de esas “hazañas” que representan todo lo feo del oficio militar y se avergüencen de ellos mismos.
Tal vez en un futuro ellos también se den cuenta que fueron parte del “precio de la ocupación” y que frases como “yo soy la ley y pronto Ben Gvir vendrá a poner orden”, como la que pronunció el soldado protagonista del último incidente en Hebrón, sirvieron de apoyo a un político que nunca vistió un uniforme de las FDI y en el pasado fue acusado por apoyar a una organización terrorista.
El soldado en cuestión dijo que “odia a los izquierdistas”. Puede ser. Sin embargo, un día este combatiente y sus compañeros se darán cuenta que algunas de las personas que sirvieron junto a ellos en el ejército, que arriesgaron sus vidas a su lado, no eran simplemente “izquierdistas”, sino que ven a la ocupación como un hecho corrupto y que quieren la paz con los palestinos.
Hebrón nunca fue una ciudad fácil para servir en las FDI. La violencia forma parte de la dinámica del lugar inclusive antes de la fundación del Estado de Israel. Es considerado un bastión de Hamás, y también de la extrema derecha israelí. La proximidad entre las poblaciones judías y palestinas genera innumerables puntos de fricción. Los soldados de las FDI siempre son los primeros en llegar y se enfrentan no solo a los terroristas, sino también a las provocaciones de activistas de extrema izquierda y derecha. Es un trabajo agotador y exigente.
Aún así, el rol de los comandantes de las FDI es dejar claro a los jóvenes soldados, a todos nuestros hijos, que antes de disparar a un manifestante israelí de izquierda o a un ciudadano palestino, que no es para eso que se alistó en el ejército. Que su trabajo es proteger a los ciudadanos del Estado de Israel de las amenazas externas, y no de las personas que opinan diferente.