La relación entre Israel y el gobierno de Eritrea, a menudo denominada la "Corea del Norte de África", es tensa desde hace tiempo. Israel no autorizó el nombramiento de un embajador en Asmara, capital de Eritrea, y el edificio de la embajada israelí lleva desierto desde 2020. Eritrea vota sistemáticamente en contra de Israel en los foros internacionales, incluidas las Naciones Unidas, y se opuso frontalmente a la reincorporación del Estado judío como observador en la Unión Africana.
Con esta información en mente, cabría preguntarse por qué Israel no rompió todas las relaciones diplomáticas oficiales con Eritrea. Una de las explicaciones más comunes a este enigma son los intereses de seguridad de Israel en el Cuerno de África, una región que constituye un enclave geográfico estratégico. Si hemos de creer a fuentes extranjeras, Israel mantiene bases de inteligencia y submarinos de la Armada en esa zona y sus alrededores.
La embajada israelí en Asmara quedó desierta en abril de 2020. Siete meses después, el ejército eritreo se alzó en armas junto con las fuerzas armadas etíopes en una guerra contra el Frente de Liberación del Pueblo de Tigray. Juntos fueron acusados de cometer crímenes de guerra contra la población local, y Estados Unidos respondió imponiendo sanciones a notables oficiales eritreos, incluido el jefe del Estado Mayor de sus fuerzas armadas.
Eritrea y Etiopía llevan más de tres décadas librando guerrillas armadas, y no fue hasta 1991 cuando Eritrea anunció finalmente su independencia, convirtiéndose así en una dictadura. La mayoría de los solicitantes de asilo de Eritrea que residen actualmente en Israel llegaron entre 2006 y 2011, y cuatro de cada cinco son hombres.
Tras pasar muchos años en Israel, la mayoría habla hebreo. Durante su apogeo, la oleada de inmigración eritrea trajo a unos 50.000 individuos, de los cuales 17.000 siguen actualmente en Tierra Santa. La gran mayoría de los que siguen en Israel son fieros opositores al régimen teocrático del que escaparon en su país. En el último año, más de 2.000 eritreos abandonaron Israel. Algunos regresaron a su país, mientras que otros se reunieron con sus familias en Canadá, Estados Unidos y otros. Cada mes, entre 300 y 500 eritreos abandonan voluntariamente Israel.
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Violentos enfrentamientos este sábado en Tel Aviv.
(Portavoz de la Policía de Israel)
La embajada de Eritrea en Israel existe desde 2004. A falta de un embajador oficial, está dirigida actualmente por un custodio designado. Presentó una solicitud oficial para celebrar un festival cultural que, entre otras cosas, ayudaría a recaudar fondos para el régimen eritreo, y pidió a los funcionarios israelíes que proporcionaran protección al festival, por temor a represalias de los solicitantes de asilo.
Los opositores al régimen, huidos de Eritrea, decidieron protestar contra la apertura de dicho festival, lo que culminó en los intensos enfrentamientos violentos que se vieron en Tel Aviv el sábado. Los alborotadores utilizaron porras, lanzaron piedras y emplearon cuchillos para infligir heridas graves a al menos 135 personas, entre ellas agentes de policía, por lo que al menos 39 de ellas fueron puestas bajo arresto.
Al parecer, las autoridades israelíes se equivocaron gravemente al juzgar las tensiones existentes entre los bandos enfrentados y no estaban bien equipadas para gestionar estos violentos enfrentamientos. La policía separó a los bandos y se esforzó por detener la violenta revuelta, que se descontroló por completo. Las personas que ayudan a los eritreos que viven en Israel dicen que, con el debido respeto a quienes se oponen al régimen en su país, su comportamiento fue detestable y una falta total de respeto al país que les dio cobijo.
Un funcionario israelí que trabaja con la comunidad eritrea afirmó que la violencia es inaceptable y completamente inapropiada, y añadió que el asunto le parece muy desconcertante.
Sin embargo, Israel no está solo. Este tipo de festivales culturales, celebrados para alabar el régimen del presidente Isaias Afwerki, se celebraron en varios otros países que cuentan con importantes comunidades eritreas, y dieron lugar a violentos enfrentamientos y choques similares entre quienes se oponen al régimen y quienes lo apoyan.
Canadá, Alemania y Suecia fueron testigos de enfrentamientos similares. En Toronto, por ejemplo, las autoridades cancelaron el festival por temor a disturbios. Los detractores de Afwerki en Israel afirman que sus partidarios son espías del régimen que le mantienen informado de cada paso que dan los manifestantes y que el régimen eritreo persigue a sus familias, lleva a cabo una política de intimidación y los mantiene como rehenes.
