La memoria y las lecciones aprendidas del Holocausto son muy importantes para el mundo. Por eso, y de manera justificada, en Israel es un tema prioritario. Pero la manera de abordar la Shoá en el país va en detrimento de la memoria, la prevención del antisemitismo y la xenofobia general.
Muchas veces el abordaje del Holocausto nos coloca en un lugar de trauma en vez de un aprendizaje que ayude a evitar que se repita la historia. Y la probable elección del general retirado Effi Eitam como presidente del museo Yad Vashem pone en evidencia este enfoque dañino.
La mejor manera de que las lecciones de la Shoá penetren en las generaciones más jóvenes es cambiando la percepción de que el Holocausto es solo judío, ignorando el sufrimiento de otros pueblos y tratando al antisemitismo como una categoría diferente de la xenofobia y el racismo en general. Resulta indispensable combatir el antisemitismo a través de alianzas con otras minorías y personas que sufrieron fenómenos similares, o que están el peligro de padecerlos.
“El Holocausto pertenece al patrimonio universal de todos los miembros de la cultura. Es el que estableció las normas del mal absoluto. Sus lecciones deben ser un código cultural de educación en valores humanos, democracia, derechos humanos, tolerancia, contra el racismo y las ideologías totalitarias”, reza un extracto de una proclama de sobrevivientes de la Shoá publicada en 2003.
Una ética aceptada en Israel ignora algunas lecciones universales del Holocausto, como el peligro del nacionalismo, la violación de los derechos humanos de las minorías y el trato hostil hacia los demás. Por otro lado, se utiliza el holocausto para rechazar cualquier crítica a los fenómenos racistas del país. Como un niño maltratado que se convierte en padre maltratador, en lugar de cambiar el patrón lo adoptamos.
Effi Eitam es la esencia de este enfoque supremacista judío que, entre otras cosas, observa a los árabes como aquellos que no deberían vivir aquí, o en su defecto deberían ser esclavizados.
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Polémica por la posible designación de Effi Eitam como presidente del museo Yad Vashem.
(AFP)
Y esto no se debe a que se trata de un ex oficial de alto rango del ejército. Hay un sinfín de altos mandos que se retiraron de las FDI o el Mosad y defienden enfoques humanos, que comprenden los peligros del extremismo judío. Pero Eitam representa a una minoría que considera que está destinado a proteger a Israel como una de las lecciones de la Shoá, sin haber internalizado los aprendizajes universales y humanos de esta tragedia.
Effi Eitam alguna vez describió a los árabes israelíes como “amenazas” y “amigos de los traidores”. Los comparó con el cáncer, amenazó a sus parlamentarios con “expulsarlos del hogar nacional del pueblo judío”, y coqueteó con la idea de que “sin judíos el mundo no sobreviviría”.
Para que Yad Vashem pueda cumplir con su importante rol educativo, esta persona no debería ser aceptada en el cargo de presidente. El museo debe estar liderado por un humanista que represente la compasión por las poblaciones débiles, aunque no sean judías. Que sienta empatía por el sufrimiento de los demás y pueda formar alianzas con humanistas de todo el mundo que enfrentan los mismos desafíos.
Su nombramiento es una repetición del patrón que une al Estado de Israel con elementos racistas y populistas de todo el mundo, cuya actitud es similar a la que llevó al antisemitismo y la percepción de la supremacía blanca, que hoy encaja en Israel porque los inmigrantes musulmanes u otras minorías son más “preocupantes” que los judíos.
Yad Vashem debería reconocer que hubo Justos entre las Naciones que no fueron judíos y que el mundo debería recompensarlos por su resistencia al odio. Yad Vashem debe unirse al sufrimiento de Armenia, Ruanda y otras partes del mundo. Solo entonces podremos llegar a millones de jóvenes que no pueden entender por qué estamos tratando de crear un monopolio del sufrimiento.
Israel necesita entender que es precisamente el racismo de los judíos lo que daña la memoria del Holocausto. Debemos ser un ejemplo de derechos para minorías y educación contra el racismo. Effi Eitam transmite exactamente el mensaje opuesto.