Un participante en la angustiosa reunión del martes por la noche entre las familias de los rehenes y los ministros del gabinete de guerra, describió la experiencia de una manera sorprendente. En su relato, afirmó que los ministros estaban presenciando un escalofriante escenario hipotético sobre el posible colapso del Estado de Israel. Citando las palabras de un amigo de una de las familias, fue "espantoso, sencillamente terrible y horrendo".
Las familias de los rehenes llegaron a la reunión, cargando con un inmenso dolor y con una clara exigencia: Actuar inmediatamente, cueste lo que cueste.
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Miembros del Gabinete de Guerra en la reunión con los secuestrados y sus familiares.
(Ynet)
Los testimonios de los rehenes fueron estremecedores. Hablaron de un israelí adulto al que habían obligado a afeitarse todo el vello corporal, de fuertes palizas y de diversas formas de degradación infligidas a los rehenes.
Se describió a un rehén en una situación tan desesperada que recurrió a autolesionarse y que temían por su seguridad debido a los bombardeos de las FDI, que habían dañado sus ubicaciones. Los rehenes estaban sometidos a un horrible tormento psicológico, ya que se les había hecho creer que habían sido abandonados por su país.
Una mujer expresó la horrible realidad: "Nosotros somos humanos mientras que ellos son monstruos. Se enorgullecen de sus acciones extremas. Duermen sin ser molestados, incluso cuando las bombas de los aviones explotan cerca. Sus bombardeos no les afectan", afirmó.
Sin embargo, estos no fueron los únicos testimonios compartidos. Había un sentimiento palpable de frustración entre algunas familias que sentían que el gabinete no estaba reconociendo plenamente la difícil situación. No se trataba sólo de sus interacciones con el gabinete, sino también de los desacuerdos entre ellos, que llegaron al borde de los altercados físicos.
La discusión también giró en torno a la urgente exigencia de un acuerdo de negociación significativo, así como a la priorización del retorno de determinadas categorías de rehenes. Mientras tanto, el ambiente estaba cargado de rumores -desencadenados por una declaración involuntaria de un portavoz del Departamento de Estado- sobre posibles abusos sexuales a mujeres cautivas.
En respuesta a estas cuestiones, parece que Benjamin Netanyahu se esforzó por estar a la altura de las circunstancias. La empatía no es su fuerte, un rasgo del que Israel es demasiado consciente desde el 7 de octubre.
Sin embargo, según mis fuentes, destacó dos puntos críticos. En primer lugar, Hamás nunca propuso un intercambio "todos contra todos". El concepto fue introducido inicialmente por Catar, pero Hamás nunca lo respaldó. La creencia dominante en el estamento de seguridad es que Hamás nunca aceptará una propuesta de este tipo. A fin de cuentas, los rehenes son los últimos escudos humanos de los dirigentes de Hamás en sus búnkeres.
El segundo punto es la necesidad de las operaciones terrestres en curso para acelerar un acuerdo que permita rescatar a más rehenes. Un alto funcionario implicado en la gestión del conflicto me confió anoche lo siguiente: "Tengan la seguridad de que si hay otra oferta o alguna posibilidad de negociación para rescatar a más israelíes de las infernales garras de Hamás, la usaremos. Evaluaremos, negociaremos y, si es necesario, detendremos las operaciones durante unos días, pero los sacaremos". Sus palabras me parecen creíbles.
La situación actual es compleja: Israel, a pesar de sus esfuerzos diplomáticos y públicos, parece estar luchando por conseguir de forma efectiva la liberación de los rehenes. Nuestros hermanos y hermanas de Gaza, soportan un calvario espantoso a manos de Hamás, que incluye ataques físicos, hambre, humillaciones y denegación de tratamiento médico. A pesar de tener pruebas concretas de los que regresaron, el mensaje sobre su tortura no está resonando como debería.
Este mensaje es crucial. No se trata sólo de recabar apoyo internacional o de presionar a Hamás para que desmienta estas acusaciones. Se trata de dejar claro que el camino más rápido para poner fin a la guerra pasa por la liberación de todos los rehenes. Si el objetivo es la paz, el viaje debe comenzar con la vuelta a casa de nuestra gente.
Hay una oportunidad de imagen pública a la que no se puede renunciar, por la que Israel hace una oferta para que el mundo la examine, mientras que la voz del representante iraní permanece sin ser escuchada desde las profundidades de sus búnkeres. Sirve no sólo para tranquilizar a la opinión pública israelí sobre la clara intención de recuperar a los rehenes, sino también para dejar claro al mundo que cuando se trata de la seguridad de sus ciudadanos, cautivos o no, Israel no se anda con tonterías.
Los hechos son más elocuentes que las palabras, y la opinión pública israelí quiere resultados que trasciendan las declaraciones vacías a los medios de comunicación. Si bien asegurarse de que Hamás deje de ser una entidad viable dentro del enclave sigue siendo una línea de actuación que puede ponerse en práctica en cualquier momento, nunca se insistirá lo suficiente en la urgencia de devolver a los rehenes a sus seres queridos.
Lejos de socavar, estas circunstancias pueden, de hecho, amplificar la urgencia de impulsar la operación terrestre en los confines septentrionales de la Franja, con especial atención a Khan Younis.
Las próximas semanas servirán de crisol para la guerra y, con cauteloso optimismo, podemos afirmar que, al caer el crepúsculo de ayer, el avance hacia el sur avanzaba según lo previsto.
Pero las sorpresas no acaban ahí: el establishment de defensa se vio gratamente sorprendido por la evacuación sistemática de barrios palestinos enteros. Las Fuerzas de Defensa de Israel confían en una serie de estrategias ingeniosas -que no se limitan al agua de mar, según los despachos extranjeros- con el objetivo de sacar a los terroristas de sus escondites subterráneos y, con suerte, a los rehenes atrapados en ellos.
El mensaje de los líderes del mundo occidental a Israel es claro: desmantelar el reino de Hamás, pero hacerlo con rapidez y precisión, antes de que finalice el paréntesis navideño, y garantizar que las víctimas civiles palestinas sean las mínimas posibles.
El asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, tiene previsto aterrizar en suelo israelí una vez más en los próximos días y, en esta ocasión, la Casa Blanca busca una comprensión más clara del proyecto de Israel para el futuro de Gaza. Israel debe narrar una saga completa: no sólo los terribles acontecimientos del 7 de octubre, sino también la difícil situación actual de los rehenes, el camino militar a seguir y una visión de lo que depara el futuro.
First published: 14:09, 06.12.23