Ben-Dror Yemini
Ben Dror Yemini.
Abigail Uzi
Netanyahu, durante la primera votación de la reforma legal.

Una verdadera alarma

Opinión. Los impulsores de la reforma judicial no son fascistas, pero nos conducen hacia un fascismo que llevará al país a un colapso gradual. Los enemigos de Israel celebran este daño a la resiliencia nacional.

Ben Dror Yemini - Adaptado por Tom Wichter |
Published: 21.02.23, 15:46
Este gobierno está liderado por personas inteligentes, pero que están conduciendo de manera temeraria. No son fascistas, pero nos dirigen al fascismo. Y en su mayoría no entienden que esta no es una protesta más sino un verdadero grito popular.
El primer ministro Benjamín Netanyahu junto con Yariv Levin, el ministro de Justicia, tienen la fuerza para ganar. Pero si insisten en continuar con la reforma judicial y derrotar a las protestas su victoria será recordada como el principio del fin del Estado de Israel judío y democrático. No ocurrirá al día siguiente de que se aplique la reforma, sino que será un proceso. Y ellos, en vez de detenerlo, lo lideran.
Israel no es Hungría o Polonia, países que pueden darse el lujo de ser menos democráticos. Allí no está bien, pero tampoco es tan grave. Pero en Israel el asunto es diferente: es el único país del mundo en el que una coalición de gobierno lidia contra Irán, la Hermandad Musulmana y campañas del progresismo occidental que lucha contra la desaparición del país. A medida que avanza la reforma judicial, todos los enemigos de Israel celebran porque entienden lo que Netanyahu y Levin se resisten a entender: que estamos en medio de un ataque a la resiliencia nacional.
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Netanyahu Knesset
Netanyahu Knesset
Netanyahu, durante la primera votación de la reforma legal.
(Alex Kolomviski)
En el gobierno no entienden que esto no es un debate entre izquierda y derecha, ni entre religiosos y seculares. Tampoco es relevante si algunas organizaciones de izquierda alimentan la protesta, o si algunos provocadores ondean la bandera palestina, o si un funcionario descarrila con una comparación entre Israel y la Alemania nazi. Lo que hay detrás de estas protestas es el miedo de muchos, probablemente la mayoría, de que Israel cambie su cara y se convierta en un país ajeno a ellos.
La motivación para el servicio militar en general, y para ocupar puestos de combate en particular, tiende a caer. Son voces que se empiezan a escuchar y pronto se convertirán en datos. Los expertos en alta tecnología que integran la protesta no se irán de Israel, pero sus hijos buscarán una salida porque no quieren vivir en un país que prohíba el consumo de jametz en Pésaj, incluso si ellos mismos deciden no comer jametz en Pésaj.
Están hartos de un país de cargas desiguales, en el que los trabajadores deben soportar sobre sus espaldas a evasores de impuestos y sectores ociosos. Esta no es la visión sionista, sino su aplastamiento. El daño a la democracia puede ser la gota que rebalse el vaso.
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Protesta Knesset
Protesta Knesset
Protesta contra la reforma judicial en Israel.
(Shilo Shalom)
Puede ser que muchos de los impulsores de la nueva reforma estén seguros de que tienen razón y que estos cambios son necesarios para diferenciar autoridades y frenar un activismo que se convirtió en depredación judicial. Pero está absolutamente claro que un comité de selección de jueces responderá a los dictados de la sede del partido Likud.
“Muestrenme un solo freno, solo uno, que tendrá un poder político que busque perjudicar los derechos de la comunidad LGBT”, reclamó un representante del colectivo LGBT en una audiencia del Comité de Constitución de la Knesset sobre la reforma judicial. Nadie le respondió. No hay respuesta ni protección. Con todo respeto al ministro Bezalel Smotrich, quien anunció que no permitirá la violación de derechos humanos, es difícil confiar en un homofóbico que en el pasado organizó un desfile de animales para burlarse de la Marcha del Orgullo.
Es necesaria una reforma, pero que no tenga olor a dictadura. Estamos ante una verdadera alarma.
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