En el comienzo de esta semana se produjo una grave escalada en el frente norte: el derribo de un vehículo aéreo no tripulado "Zik" israelí, el asesinato de Hassan Salama, jefe del sector oriental de Hezbolá, el ataque en la región de Baalbek por parte de la Fuerza Aérea Israelí y un bombardeo de más de 40 misiles del grupo libanés hacia una hilera de asentamientos en los Altos del Golán fueron algunas de las señales.
Todos estos son signos clásicos de una cadena de acontecimientos que, incluso si ninguna de las partes lo pretendía, podría deteriorarse hasta convertirse en una guerra. Es que, un error de cálculo o de juicio de algunas de las partes, podría conducir a un conflicto aún mayor en el frente norte.
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La eliminación por parte de las FDI de un alto mando de Hezbolá esta semana.
(Portavoz de las FDI)
Al parecer, se trata de acontecimientos de los que se fue testigo en los últimos tiempos. Un UAV de reconocimiento y ataque de la Fuerza Aérea que volaba sobre los cielos del Líbano fue atacado por Hezbolá con un misil de corto alcance, probablemente fabricado en Irán, destinado a derribarlo.
Luego, el sistema de Defensa "Varita Mágica" en Galilea interceptó un misil antiaéreo mis lanzado por Hezbolá, pero la organización terrorista no se rindió y lanzó otro, que rápidamente logró derribar el dron de las FDI, del que se cree, transportaba equipo fotográfico y estaba armado.
Desde el punto de vista de Israel, un tiroteo de este tipo es un acontecimiento que requiere una respuesta especial, porque sirve de precedente para los intentos de Hezbolá de limitar la libertad de acción aérea de las FDI en los cielos libaneses.
Por lo tanto, de hecho, la respuesta israelí también fue inusual.
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El "inusual" bombardeo de Hezbolá a los Altos del Golán demuestra que es posible entrar en guerra con el grupo terrorista libanés.
(EPA)
Por eso, la Fuerza Aérea atacó varias instalaciones de alerta y control del sistema de interceptación de Hezbolá en el Líbano, que también incluye SA6, SA8 y otros misiles tierra-aire de fabricación soviética, que Siria entregó al grupo terrorista, pero la ubicación del objetivo es lo principal: Baalbek, que es la capital de la región de ciudades y pueblos chiítas del valle del Líbano.
Aunque el ataque fue contra un objetivo militar y no civil, dos agentes de la organización murieron. El ataque envía un mensaje a la comunidad chiíta de que, en caso de una escalada por parte de Hezbolá, incluso el bastión de la secta, cuyo pueblo es ahora la mayoría demográfica en el Líbano, no será inmune al ataque de Israel.
Si hay una escalada, Israel no dudará en dañar el corazón civil de la comunidad chií, a la que pertenecen los miembros de Hezbolá y son considerados sus "protectores".
Por lo tanto, no es sorprendente que la respuesta de Hezbolá al ataque en el corazón del distrito chiita en el valle del Líbano, a unos 100 kilómetros al norte de Metula, fuera un bombardeo de más de cuarenta cohetes y misiles contra los asentamientos en los Altos del Golán.
Hezbolá todavía se apega al juego de las ecuaciones. Dado que muchos de sus agentes fueron asesinados en los últimos días -y la organización libanesa, por otra parte, no pudo dañar a israelíes, soldados o civiles- probó suerte con fuertes bombardeos en los Altos del Golán.
Incluso si somos capaces de entender y apreciar la lógica de cada una de las cadenas de eventos que tuvieron lugar en el área norte, y aunque no estamos hablando de números inusuales de víctimas entre los miembros de Hezbolá, tal secuencia estira un poco más la cuerda, ya tensa, y puede provocar una escalada indeseable mientras el Gabinete de Guerra busca un acuerdo.
Fuentes de inteligencia señalaron durante mucho tiempo el peligro de un error de cálculo en el ámbito del norte, y el acontecimiento de estos días -aunque no se intensifica- ilustra este peligro.
