El reciente sabotaje contra la principal instalación de enriquecimiento nuclear de Irán es solo el último revés para la Guardia Revolucionaria, una rama independiente de las Fuerzas Armadas del país. Si bien estas tropas paramilitar rara vez son criticadas públicamente debido a su poder e influencia, ahora que algunos de sus líderes están considerando competir por la presidencia, sus fracasos podrían salir a la luz.
Desde hace tiempo que la Guardia Revolucionaria viene fallando en sus objetivos de defender los intereses de la República Islámica. Además del reciente ataque que no supo prever, en 2020 sufrió el asesinato del influyente general Qasem Soleimani. Y como si esto fuera poco, en un intento de represalia derribó por error un avión comercial ucraniano y mató a 176 inocentes.
Sus fuerzas tampoco lograron detener otros ataque a instalaciones de enriquecimiento de uranio ni el asesinato de Mohsen Fakhrizadeh, considerado el cerebro detrás del programa nuclear iraní. Además, su base flotante en el Mar Rojo frente a Yemen sufrió una explosión.
Este domingo, otra instalación nuclear que la Guardia Revolucionaria debía proteger experimentó un apagón que dañó algunas de sus centrifugadoras. Se cree ampliamente que Israel llevó a cabo el sabotaje que causó el apagón, aunque no se haya adjudicado la ofensiva.
Nadie en Irán jamás ha denunciado directamente a este ejército por sus fracasos. Y no es ninguna sorpresa: la fuerza creada después de la Revolución Islámica de 1979 tiene un extenso aparato de inteligencia que investiga a políticos, periodistas (quienes pueden ser encarcelados por su trabajo) y ciudadanos de cualquier rubro que presenten sospecha alguna.
Sin embargo, el último tiempo las críticas comenzaron a filtrarse por algunos márgenes. Esta semana, Eshaq Jahangiri, vicepresidente reformista de la República Islamica, lamentó que nadie se haga "responsable" de lo ocurrido en la instalación de enriquecimiento de uranio.
"¿Qué organismo debe identificar y evitar que los enemigos del país nos ataquen? ¿Alguna vez alguien ha sido responsabilizado o reprendido?", exclamó el funcionario en un video compartido ampliamente en las redes sociales. Y añadió: "La gente necesita saber en qué se están gastando los recursos, la credibilidad y el prestigio del país".
La razón por la que algunos políticos comienzan a levantar la voz contra esta fuerza se debe a que el actual presidente Hassan Rouhani, clérigo relativamente moderado dentro de la teocracia iraní, no puede presentarse para las próximas elecciones generales, a celebrarse en junio. De este modo, desde la Guardia Revolucionaria comenzaron a pensar en candidatos afines a sus intereses.
Entre ellos se encuentran Mohsen Rezaei, un excomandante de alto rango; Hossein Dehghan, asesor del líder supremo Alí Jamenei; Rostam Ghasemi, exministro de Petróleo; y Mohammad Bagher Qalibaf, el presidente de la Asamblea Consultiva Islámica. También están en carpeta algunos líderes más jóvenes de la última generación.
El debate sobre cuánto poder debería ejercer la Guardia en la política de Irán es tan antiguo como la propia República Islámica. Sin embargo, a través de los medios de comunicación estatales, la fuerza se ha presentado como la defensora del país (los canales locales privados no existen).
De este modo, con el objetivo de no perder poder e influencia, las autoridades actuales buscan mostrarle a la sociedad las reiteradas fallas de la Guardia Revolucionaria. ¿Logrará esta fuerza hacerse un lugar aún más importante en los puestos de toma decisiones de país?