Ben-Dror Yemini.
Ben Dror Yemini.
Protestas del sábado a la noche en Tel Aviv.

Los fanáticos israelíes no pueden imponerse

Opinión. Las posturas radicales son perjudiciales, tanto la de los opositores al primer ministro que insisten en manifestarse como de los ultraortodoxos que no respetan las pautas sanitarias.

Ben Dror Yemini - Adaptado por Tom Wichter |
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El sábado a la noche en Tel Aviv un manifestante me dijo que estaba enojado conmigo por no apoyar las protestas. “Todavía somos una democracia y no estoy obligado a estar completamente de acuerdo con ningún campo político”, le dije.
Al mismo tiempo, un amigo mío ultraortodoxo me dice que donde vive se anunciaron nuevas restricciones de circulación, pero que a su criterio no tienen fundamento. “Los rabinos nos vienen pidiendo que cumplamos con las directivas, ¿pero en qué ayudó eso?”, cuestiona.
El extremismo reina tanto en el sector ultraortodoxo como en las manifestaciones seculares. Los índices de contagio en la comunidad haredí son terriblemente altos, producto de un desprecio generalizado por las medidas de salud, y la misma falta de cumplimiento se puede encontrar entre los anti-Netanyahu que se reúnen frente a la residencia del primer ministro en Jerusalem.
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Protestas
Protestas
Protestas del sábado a la noche en Tel Aviv.
(Moti Kimchi)
En el servicio de Yom Kipur al que asistí vi que la mayoría de las personas respetaban las directivas de salud, pero otros no mantenían la distancia social y deambulaban felices entre la multitud. El sentido común indica que el virus puede propagarse en esas circunstancias. Del mismo modo, muchos de los organizadores de estas marchas pidieron una suspensión temporal de estos eventos en función del continuo aumento de casos de coronavirus. Pero hasta ahora los fanáticos ganan la pulseada.
La decisión de Netanyahu de prohibir las manifestaciones, en lugar de preocuparse por detener la propagación del COVID-19, es ciertamente vergonzosa. Lo mismo ocurre con su determinación de imponer un cierre total del país, cuando sus expertos le aconsejaron que no lo hiciera. El primer ministro se ocupa solamente de sí mismo. Pero eso no justifica la continuidad de las protestas.
De hecho, que sigan las manifestaciones solamente beneficia al campo político contrario, que ganó poder en las encuestas desde que se iniciaron estas protestas. Las marchas no lograron derrocar a Netanyahu y la aclamación de estos eventos como la columna vertebral de la democracia quedaron truncas en función de la incapacidad de haber forzado un cambio.
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Bnei Brak
Bnei Brak
Congregación religiosa de Bnei Brak con aglomeraciones no permitidas por ley.
(Ynet)
El manifestante con el que me encontré el sábado en Tel Aviv, y muchos otros, forman parte de una mayoría que realmente sufre la crisis del coronavirus. Son patriotas, tienen razones para llamar la atención del gobierno y advertir los peligros que enfrentamos.
Pero hay un riesgo mayor al permitir que los más radicales conviertan a las manifestaciones en un reflejo del desprecio de los ultraortodoxos a las medidas de salud. La situación derivó en debate legislativo que prohíbe las protestas, ¿y cómo ayuda esto a la causa?
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