Los comentarios del domingo de la vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, advirtiendo contra cualquier ofensiva de las FDI en Rafah no fueron algo improvisado.
Su formulación de la situación de los palestinos desplazados que se refugian allí estuvo llena de empatía. Casi seis meses después de la peor masacre de su historia, que suscitó extraordinario apoyo y empatía internacional, Israel está ahora más aislado que nunca y está en conflicto directo con EE.UU.
Estratégicamente, los dos países coinciden en que Hamás no debe gobernar Gaza, los rehenes deben ser liberados y que se debe disuadir a Irán y sus aliados regionales. Pero esos acuerdos, por importantes que sean, no son más que titulares, en el mejor de los casos, y lemas sin sentido, en el peor.
Mientras tanto, el ministro de Defensa, Yoav Gallant, partió hacia Washington. En el pasado, los funcionarios de EE.UU. lo consideraban un impulsivo.
No cambiaron esa opinión, pero entienden que el ministro no es un mentiroso y que tiene una posición fuerte en la actual coalición israelí, especialmente durante la crisis de la legislación propuesta para eximir a los ultraortodoxos del servicio militar, que no para de escalar.
De hecho, Gallant promovió un plan para llevar a Gaza a miembros de la organización Fatah que habrían sido entrenados por Estados Unidos, para que tomaran el control de áreas donde Hamás fue eliminado.
Pero Netanyahu bloqueó el plan y continúa perturbando iniciativas para dar una idea del futuro de la Franja. Gallant puede esperar tener conversaciones difíciles con los funcionarios estadounidenses con los que se reúna o, en términos diplomáticos, las discusiones serán "muy francas".
Los estadounidenses perdieron la fe en la capacidad organizativa del gobierno de Netanyahu. Si los israelíes no son capaces de garantizar que no haya hambre en las zonas bajo su control militar en el norte de Gaza, ¿Cómo se puede confiar en que evacuarán a más de un millón de civiles lejos de la zona de peligro en Rafah y evitarán una catástrofe humanitaria? Preguntó un amigo que forma parte de un grupo de expertos de Washington.
Esta presión deja la sensación de que si las FDI llevan a cabo una operación limitada en la ciudad más meridional de la Franja, sería vista como una bofetada al aliado más cercano de Israel.
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Miles de palestinos civiles se trasladan de Khan Younis a Rafah tras el incremento de los combates.
(Ynet)
Las repetidas declaraciones de Netanyahu sirven a su campaña política pero no al objetivo de eliminar a Hamás. Según sus propias palabras, convirtió la cuestión de Rafah en una línea roja que no debe cruzarse. Es la manera del primer ministro. Ahora podrá culpar a otros por no alcanzar los objetivos.
Los israelíes deben comprender la posición estadounidense. La Casa Blanca proporcionó a Israel los medios para derrotar a Hamás, desde el respaldo internacional hasta las armas, desde la empatía hasta los buenos consejos, mientras Israel libra el conflicto más largo desde la Guerra de Independencia.
Las capacidades militares de Hamás se vieron gravemente afectadas, aunque no completamente destruidas. Hasta ahora, sus líderes pudieron sobrevivir en los túneles subterráneos. Pero todo lo que Estados Unidos había pedido era preocupación por la población civil y un plan claro para el día después de la guerra, que Jerusaléem se niega a considerar, mientras que las dañinas imágenes de destrucción en la Franja a menudo son publicadas en plataformas de redes sociales por alegres soldados israelíes.
Netanyahu parece buscar cualquier oportunidad de conflicto con la Casa Blanca. La administración Biden no pide el fin de la lucha contra Hamás.
Quieren evitar que la guerra se intensifique y que se reduzcan las víctimas civiles, para evitar una catástrofe regional. Entienden que las FDI actuarán contra Hamás también en Rafah, pero no quieren ver una ofensiva a gran escala allí, como la de Khan Younis o el norte de la Franja.
El presidente estadounidense Joe Biden y sus ayudantes se ven obligados a perseguir a Netanyahu por las cosas más simples: abrir pasos terrestres para que los camiones de ayuda entren a la Franja o hacer gestos a los civiles allí durante el mes sagrado musulmán del Ramadán.
Pero Netanyahu se mostró evasivo, incumplió sus promesas o provocó retrasos. Ésta no es forma de responder al mayor aliado de Israel.
¿Si el cambio de tono en Washington es resultado de la política interna? Esa es una posibilidad. Pero en Estados Unidos están preocupados por el legado de Biden. Las imágenes y los informes sobre el sufrimiento de los civiles que salen de Gaza son horrendos y tienen un significado histórico.
Washington dice a los israelíes que sólo un alto el fuego prolongado o el fin de la guerra pondrían fin a los ataques de Hezbolá y los hutíes. Para las FDI, la masacre de Hamás del 7 de octubre demostró que no puede haber estabilidad de seguridad en la región si no se castiga a Irán.
Los funcionarios de seguridad israelíes quieren que Estados Unidos acepte ese desafío y critican que la administración no lo haga. Pero altos funcionarios dijeron que escuchan un claro "no" de sus homólogos y que Estados Unidos no tiene ningún interés en que la guerra se extienda a un conflicto más amplio.
Este autor, no por falta de intentos, no puede entender cómo la administración Biden espera lograr una alianza de naciones moderadas de Medio Oriente sin exigir un precio a Teherán, incluso si Netanyahu acepta los términos de la iniciativa saudita y si Hamas finalmente es derrotado.
Estados Unidos no tiene una estrategia real para Medio Oriente y menos para Irán, y así se siente claramente. Pero como Israel se encuentra en su estado actual de nación paria, con un primer ministro en confrontación directa con el presidente de Estados Unidos, es poco probable que convenza a Washington de adoptar un camino diferente.
Al final, a Israel no le falta una estrategia estadounidense, sino la suya propia, para planificar un futuro para Gaza, derrotar a Hamas y restablecer su disuasión frente a Irán y sus representantes para que los residentes del norte estén dispuestos a regresar a casa, sintiéndose seguros y protegidos.
Una estrategia así no puede ser un secreto de Estado.
