Kenneth Jacobson, subdirector nacional de ADL.
Kenneth Jacobson, subdirector nacional de ADL.
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Protestas en Durban, 2001.

Las lecciones del festival de odio de Durban siguen resonando

Opinión. La Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo en 2001 fue una perversión de la legítima lucha contra los prejuicios. Pedimos a todas las naciones responsables que no asistan a la conmemoración.

Kenneth Jacobson |
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Una de las lecciones de la historia es que las calumnias antisemitas pueden tener consecuencias perjudiciales persistentes, incluso mucho tiempo después de haber sido desmentidas oficialmente.
Pensemos, por ejemplo, en la infame resolución de las Naciones Unidas en 1975 que equiparaba el sionismo con el racismo y que fue oficialmente anulada por la ONU en 1991. A pesar de esa importante revocación, la noción errónea y destructiva de que Israel es un empeño fundamentalmente racista ya se había difundido en el mundo académico y las bibliotecas durante años, y se había filtrado en el pensamiento de muchas élites de la comunidad internacional.
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Protestas en Durban, 2001.
Protestas en Durban, 2001.
Protestas en Durban, 2001.
(Reuters)
De hecho, sentó las bases para la siguiente gran manifestación de declaraciones oficiales antisionistas y antisemitas de la comunidad internacional: la Conferencia Mundial de la ONU contra el Racismo celebrada en Durban, Sudáfrica, en septiembre de 2001. Si la falsa noción de que el sionismo es racismo no hubiera entrado en la escena mundial en 1975 como una herramienta de la propaganda soviética, es muy posible que la conferencia de Durban de 2001, que pretendía centrarse en el verdadero problema del racismo en el mundo, no hubiera sido desviada por quienes odian a Israel y a los judíos.
En 2010, se convocó otra conferencia para conmemorar la de Durban. En ese momento, la Liga Antidifamación (ADL) denunció el evento, como lo había hecho con injusticias anteriores, calificando de vergonzoso el hecho de glorificar y continuar la labor de Durban, que se vio enturbiada por el antisemitismo. Pedimos a las naciones que no participaran en esa parodia que obstaculizaba, en lugar de ayudar, la lucha contra todas las formas de discriminación.
Y elogiamos a las naciones que votaron en contra de una resolución para convocar esa conmemoración y que posteriormente no asistieron al evento.
Todo esto viene a colación ahora que la comunidad internacional se prepara para la conmemoración del vigésimo aniversario de Durban. El 22 de septiembre está previsto que las naciones del mundo se reúnan en las Naciones Unidas para conmemorar la conferencia de Durban 20 años después. Y una vez más, hemos pedido a todas las naciones responsables que no asistan. Nos complace que, en el momento de escribir este artículo, varios importantes estados —entre ellos Estados Unidos, Canadá, Australia, Alemania, Reino Unido, Hungría, Austria, Países Bajos, República Checa, Francia y, por supuesto, Israel— hayan dejado clara su intención de no asistir.
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Protestas en Durban, 2001.
Protestas en Durban, 2001.
Protestas en Durban, 2001.
(REUTERS)
Lo que hace que la conmemoración de este año sea especialmente preocupante es que se dará en un momento en el que confluyen varios factores que hacen que la continuación de Durban sea aún más problemática que antes. Vemos evidencia de la continuidad de la resolución "El sionismo es racismo", reforzada por la declaración de Durban que acusaba a Israel de ser un estado de apartheid, y hoy estos temas se hacen cada vez más normales en gran parte de la comunidad internacional.
Vemos un aumento del antisemitismo en el mundo que no era reconocible cuando se celebró la conferencia original de Durban, tanto en términos de incidentes físicos violentos como de las odiosas teorías conspirativas que los alimentan, sobre todo en línea durante los últimos años.
Y vemos que los esfuerzos por deslegitimar al Estado judío crecen rápidamente, y que algunos de ellos envalentonan a los individuos para atacar a los judíos en ciudades de Estados Unidos, Europa y otros lugares. Y esto se entrecruza particularmente con el daño causado por la calumnia de que el sionismo es racismo y la conferencia de Durban al convertir la lucha legítima contra el racismo en un ataque al buen nombre de Israel y del pueblo judío.
Precisamente el hecho de que se preste tanta atención legítima a los temas de discriminación racial en Estados Unidos y en otros lugares es lo que hace más importante que nunca que estas preocupaciones legítimas no se desvíen hacia una actividad antiisraelí y antijudía.
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Conferencia Mundial Contra el Racismo celebrada en agosto del 2001 en Durban, Sudáfrica.
Conferencia Mundial Contra el Racismo celebrada en agosto del 2001 en Durban, Sudáfrica.
Conferencia Mundial Contra el Racismo celebrada en agosto del 2001 en Durban, Sudáfrica.
(Ron Da Silva/ONU)
Así como debemos rechazar las agresiones a los judíos en nombre de la lucha contra el racismo, debemos también rechazar una conferencia para revitalizar la agenda de Durban que desempeñó un papel fundamental en mantener esta burda distorsión en el escenario mundial.
Quienes se toman realmente en serio la cuestión de la discriminación racial en el mundo deberían ser los más interesados en oponerse a las conmemoraciones de Durban. Las manifestaciones de antisemitismo socavan la credibilidad de la lucha contra el racismo y desvían la atención del serio trabajo que hay por hacer.
Por ello, hagamos una promesa doble: comprometernos a continuar la lucha contra el racismo y comprometernos a no dejar que ese trabajo vital sea desviado por el antisemitismo disfrazado de lucha contra el racismo.
Kenneth Jacobson es Subdirector Nacional de la Liga Antidifamación (ADL).
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