El primer ministro Benjamín Netanyahu, conocido como el "mago de Tel Aviv" en el Golfo Árabe, ha sufrido al parecer un descenso de popularidad y apoyo entre varias naciones árabes, incluidas las que han establecido acuerdos de paz con Israel.
A pesar de su reputación de líder carismático, los últimos acontecimientos han hecho que muchos países del Golfo Árabe se sientan desilusionados con Netanyahu y su estilo de liderazgo.
Durante su anterior mandato, Netanyahu disfrutó de una estrecha relación tanto con la Administración Trump como con los gobernantes de los estados árabes del Golfo.
Esta relación proporcionó a "Bibi" un importante apoyo político y militar, incluido el acceso a sistemas avanzados de armamento y aviones furtivos F-35. Como resultado, Netanyahu fue ampliamente visto como una figura muy influyente en la escena internacional.
En un cambio significativo de su posición ventajosa, esta vez el líder del Likud se enfrenta a dificultades para establecer relaciones con los países árabes del Golfo. Al parecer, a sus enviados se les deniega el visado de entrada, encuentran dificultades a su llegada y apenas reciben apoyo.
Este cambio de trato ha provocado que muchos de los representantes de Netanyahu regresen de sus viajes con las manos vacías, sin haber celebrado ninguna reunión y sin haber recibido los mensajes que llevaban.
A pesar de haber disfrutado de una sólida relación con los Estados árabes del Golfo y con la anterior administración estadounidense, los dirigentes de estos países han dejado claro que no están interesados en mantener relaciones con Israel en estos momentos.
Este cambio se debe en gran medida a la relación de Netanyahu con la Administración Biden, que ha suscitado dudas sobre sus promesas anteriores en relación con el suministro de armas y los estrechos vínculos con Estados Unidos. En consecuencia, Netanyahu debe primero abordar y reparar su relación con la actual administración antes de buscar nuevas relaciones con otras naciones.
En Estados Unidos ya se están realizando esfuerzos para reparar las relaciones con Arabia Saudita, deterioradas desde el ascenso de la Administración Biden. Estos esfuerzos han sido bien recibidos en el país árabe, y emisarios del príncipe heredero Mohammed bin Salman han iniciado extensas conversaciones con funcionarios estadounidenses.
Al frente de la delegación se encuentra el príncipe Bandar bin Sultan, ampliamente considerado como un diplomático hábil y experimentado. Cuenta con la asistencia de su hija Reem, embajadora del Reino en Washington, así como de varios otros altos funcionarios.
Cabe señalar que el príncipe Bandar bin Sultan se ha referido públicamente a Netanyahu como mentiroso en anteriores entrevistas de prensa.
Según fuentes saudíes, los esfuerzos de los emisarios del presidente israelí por establecer relaciones con Arabia Saudita son inútiles, ya que, al parecer, están hablando con personas que ya no ejercen una influencia o un control significativos dentro del país.
En consecuencia, las conversaciones sobre la ampliación del círculo de normalización antes de que se alcance una solución con los palestinos se consideran palabrería vacía y se ven como un intento de obtener ventajas políticas dentro de Israel y distraer la atención de otros problemas a los que se enfrenta Netanyahu.
Estas fuentes indican que Arabia Saudita, Kuwait y Qatar no se preocupan por los problemas de Netanyahu, ya sea en asuntos legales o relacionados con los tribunales.
En los países árabes del Golfo, Israel es visto actualmente como un país que posee muchos recursos pero es incapaz de actuar o progresar.
Esto se debe a varios factores, como las dificultades dentro de la coalición para resolver el conflicto con los palestinos, las posibles consecuencias de una acción militar contra Hezbollah en el norte y la oposición de Estados Unidos a cualquier intervención contra el programa nuclear iraní.
Los países árabes del Golfo prefieren una solución política a cualquier posible conflicto e impulsan un enfoque no militar para abordar la cuestión con Irán. En consecuencia, las naciones del Golfo no ven la necesidad de cooperar con Israel en ausencia de un claro papel de liderazgo por parte de EE.UU.
Los intentos de Netanyahu de establecer lazos con las naciones árabes del Golfo se enfrentan a dificultades sin precedentes, ya que se debate en la confusión y se encuentra con rechazos a los que no está acostumbrado.
En cambio, se considera que sus predecesores, Naftali Bennett y Yair Lapid, han adoptado un enfoque más fundamentado: Se abstuvieron de hacer promesas poco realistas y, como resultado, se ganaron el respeto y la credibilidad a pesar de ocasionales diferencias de opinión.
