Como parte de la preparación para este período “medieval” que se aproxima en Israel, propongo que los israelíes liberales nos dirijamos a lo que queda de la Corte Suprema y exijamos que se reconozca a los principios del liberalismo como una religión.
En un Estado de Israel que se parece a la Edad Media, en el cual la religión y el Estado están entrelazados en una intimidad sin esperanza de salida, no se puede ejercer ningún derecho civil sin el amparo de la religión. Pues formemos una.
Una religión no requiere creer en Dios o en un creador del universo, existen religiones en el este de Asia que se conforman con una visión del mundo y una forma de vida. La religión liberal se regirá de acuerdo con el principio de que Israel es un Estado judío, pero defenderemos el derecho a la igualdad entre religiones que otorga la declaración de la independencia.
Como parte de esa igualdad vamos a exigir el establecimiento de yeshivot liberales en las que se estudien a nuestros sabios: Adam Smith, Immanuel Kant, Moshe Mendelsohn, Hanna Arendt, Mahatma Ghandi. Los estudiantes más destacados de nuestras yeshivot tendrán el derecho a liberarse del servicio militar y recibir una compensación económica, pero nos abstendremos de alentar a nuestros jóvenes a que se unan a estas yeshivot porque uno de nuestros preceptos es el trabajo y la independencia financiera.
Permitiremos que florezcan diferentes corrientes, como hacen los ortodoxos. Habrá ateos liberales, judíos liberales, musulmanes liberales. Todas las corrientes recibirán fondos del gobierno. Y así como los ortodoxos intentan convertir a nuestros hijos, nosotros también intentaremos que los jóvenes ortodoxos se conviertan a la religión liberal, aunque lo haremos con mayor compasión y empatía.
También tendremos rabinos y rabinas que pronuncien discursos ante una congregación de creyentes, pero a diferencia de los ortodoxos será prescindiendo de un culto a la personalidad. Nuestros rabinos no recibirán el estatus de mesiánicos y nada de lo que digan será la palabra de Dios.
En el Estado de Israel habrá tribunales rabínicos, tribunales de la Sharia y también tribunales liberales, cuyos jueces serán elegidos por instituciones liberales, independientes de sus corrientes religiosas. Hasta un ortodoxo podrá servir como juez en una Corte Suprema Liberal, siempre que sea intransigente con la ley y se comprometa a fallar de manera imparcial.
La ventaja más importante de declarar al liberalismo como religión es que tendremos derecho a una respuesta emocional hacia las violaciones de nuestros principios, un derecho hoy reservado en Israel exclusivamente a los judíos ortodoxos. Declararnos como religión nos permitirá reclamar la protección de nuestros sentimientos religiosos. Las autoridades que negocien con nuestros rabinos sabrán que para nuestra religión hay asuntos prohibitivos y por lo tanto no existe posibilidad de compromiso político. La exclusión de las mujeres y la violación de los derechos de la comunidad LGBT, así como otros derechos individuales, serán considerados una violación de nuestros sentimientos religiosos.
Tal vez cuando esta nueva Edad Media se termine, cuando Israel se parezca a Gran Bretaña en donde la mayoría de las iglesias protestantes se convirtieron en centros comunitarios, cuando el Estado se separe de la religión; el liberalismo pueda reformarse y renunciar a su estatus religioso. Al igual que los británicos, estaremos felices de renunciar a nuestras instituciones religiosas a favor de la comunidad. Y diremos Amén.