La noticia sobre el Plan de Partición en la tapa del periódico Yedioth Ahronoth.
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Archivo de Yedioth Ahronoth
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El Plan de Partición de la ONU, primer paso hacia la normalización de relaciones entre árabes e israelíes

Opinión. El 29 de noviembre debería recordarse como un momento de oportunidad para todos y como una fuerza para unir la región, en lugar de un momento de división y conflicto.

Por Kenneth Jacobson * |
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Es una ironía de la historia que uno de los días más importantes en la vida moderna del pueblo judío esté asociado con las Naciones Unidas, un organismo que ha estado involucrado en algunas de las actividades antiisraelíes más atroces durante décadas. El día importante fue la votación de las Naciones Unidas del 29 de noviembre de 1947 en la que se decidió que el mandato británico sobre Palestina llegaría a su fin el 15 de mayo de 1948 y que surgirían dos nuevos estados mediante una partición de la tierra en una entidad judía y otra árabe.
Fue un día histórico para el pueblo judío –incluso cuando el plan de partición preveía un pequeño estado judío que no incluía a Jerusalem– pues llegó tras el punto más bajo de la vida judía como resultado del asesinato de seis millones de ellos, incluyendo un millón y medio de niños. Renació la esperanza en el futuro judío.
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La noticia sobre el Plan de Partición en la tapa del periódico Yedioth Ahronoth.
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La noticia sobre el Plan de Partición en la tapa del periódico Yedioth Ahronoth.
(Archivo de Yedioth Ahronoth)
Al mismo tiempo, la Resolución de la ONU podría haber proporcionado una oportunidad para que los árabes palestinos construyeran su propio futuro independiente pero, desgraciadamente, en su determinación de impedir que surgiera un Estado judío y azuzados por los Estados árabes, se comprometieron con la guerra, el terrorismo y el rechazo, todo lo cual ha llevado al pueblo palestino a un callejón sin salida.
Y así, hoy –75 años después–, la ONU, a través de su Comité de Derechos Humanos, está librando su propia guerra contra Israel, no sólo aprobando un predominio de resoluciones antiisraelíes mientras otras partes del mundo arden, sino además promoviendo que Israel sea demonizado y penalizado por la Corte Internacional de Justicia.
Y los palestinos, en lugar de hacer un examen de conciencia sobre las consecuencias de rechazar el compromiso del 29 de noviembre y otros intentos de solución desde entonces, recuerdan el 15 de mayo de 1948 como un día trágico, la Nakba.
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Nakba
Nakba
La Nakba, el día trágico que recuerdan los palestinos.
(Fred Csasznik)
La resolución de la ONU, que obtuvo los dos tercios de los votos necesarios en la Asamblea General, sólo garantizaba una cosa: que el Mandato Británico terminaría la primavera siguiente. El seguimiento del plan de partición dependía de las partes involucradas. Desde el principio quedó claro que los palestinos y árabes no solamente lo rechazarían, sino que se opondrían activamente a él, por la fuerza militar si fuese necesario. A medida que pasaban los meses, las presiones sobre los dirigentes sionistas para que no siguieran adelante con la independencia fueron tremendas. En este sentido, fueron especialmente activos los británicos, que atendían a sus intereses en el mundo árabe, y los departamentos de Estado y Defensa de Estados Unidos, que abogaban por abandonar la idea de un Estado judío para pasar a un fideicomiso tras el fin del mandato.
Como lo ha señalado Jeffrey Herf en su importante estudio, "El momento de Israel", los dos actores clave en la resistencia a los esfuerzos por desmantelar el impacto del 29 de noviembre fueron el presidente estadounidense Harry Truman y, ironía de ironías, la Unión Soviética bajo el mando de Josef Stalin, que unos años más tarde iniciaría una vil teoría de conspiración antisemita, el Complot de los Médicos, y se convertiría en el líder internacional de los alborotadores antiisraelíes.
Truman se resistió a las influencias que veían la fundación de Israel como una amenaza para los intereses estadounidenses, considerando a Israel como una expresión legítima de la identidad judía y de los instintos de supervivencia tras el Holocausto. Y los soviéticos vieron en la fundación de Israel la oportunidad de socavar la influencia occidental en el Medio Oriente.
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El primer ministro fundador de Israel, David Ben Gurion.
El primer ministro fundador de Israel, David Ben Gurion.
El primer ministro fundador de Israel, David Ben Gurion.
(David Rubinger)
La combinación de presiones internacionales y el temor a los ataques árabes en caso de que Israel siguiera adelante con la independencia hizo que el Comité Ejecutivo Sionista, el órgano de gobierno de la comunidad preestatal, dudara. Sin embargo, el futuro primer ministro israelí, David Ben-Gurion, consiguió por poco una mayoría para que se anunciara la independencia el 14 de mayo.
Dado que hoy en día una parte importante del mundo árabe está normalizando sus relaciones con Israel, sería conveniente que la ONU volviera a examinar su conmemoración del 29 de noviembre. En lugar de utilizarlo como arma para atacar al Estado judío, es hora de ver el 29 de noviembre como el comienzo de la normalización de la región, empezando por la independencia de Israel, pero finalmente para las relaciones entre el mundo árabe y el Estado de Israel que, con el tiempo, abarcará también a los palestinos.
El 29 de noviembre debería recordarse como un momento de oportunidad para todos y como una fuerza para unir la región, en lugar de un momento de división y conflicto.
(*) Kenneth Jacobson es Vicedirector Nacional de la Liga Antidifamación (@ADL_es)
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