Lital Waintraub
Lital Waintraub.
Dafna Saroussi
Diversos estudios demuestran la relación entre la violencia de género y las temperaturas cálidas.

El nexo entre la crisis climática y la violencia de género

Opinión. Estudios en Israel y todo el mundo demuestran una relación entre el calor y la violencia. Sin embargo, eso no alcanza para explicar por qué los violentos son mayoritariamente hombres.

Lital Waintraub - Adaptado por Tom Wichter |
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Si bien el verano es símbolo de sol, placer y libertad, para algunos también es una temporada llena de preocupación, ya que el clima caluroso está científicamente vinculado con comportamientos violentos, especialmente en lo que respecta a la violencia doméstica y contra las mujeres.
¿Cuál es la explicación del aumento de la violencia cuando hace calor? Después de descartar hipótesis como el aumento de la frecuencia cardíaca, altos niveles de testosterona y diversas respuestas del sistema nervioso, los investigadores noruegos Cools, Flato y Kotsadam concluyeron en 2015 que el calor afecta directamente a la hormona cortisol, responsable del estrés físico y mental, cuyo aumento estimula los pensamientos agresivos, reduce emociones positivas y exacerba negativas.
Se trata de un fenómeno global y muy extendido. Un estudio que realizaron estos tres profesionales en Sudáfrica determinó que las mujeres que viven bajo amenaza de sus cónyuges están expuestas a niveles de violencia más severos durante el verano. También sugiere que los países cálidos con altos índices de violencia pueden ser particularmente vulnerables al tan subestimado cambio climático.
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Violencia Género
Violencia Género
Diversos estudios demuestran la relación entre la violencia de género y las temperaturas cálidas.
(Shutterstock)
Sazzadul, Jebunnahar, Mohammed y Ayesha, investigadores del Centro de Estudios Avanzados de Bangladesh, el año pasado también encontraron vínculos entre el cambio climático, el aumento de temperaturas y la violencia de género en espacios públicos y privados en la República Democrática del Congo.
En países occidentales desarrollados se observaron evidencias similares: en 2015 un estudio realizado en Madrid señaló la relación entre las olas de calor y la violencia conyugal, y el aumento de la tasa de homicidios el día posterior a una fuerte jornada de calor. A su vez, en tiempos calurosos se registraron aumentos en denuncias policiales y llamadas a líneas de asistencia a víctimas de violencia. En Australia, por ejemplo, la doctora israelí Karni Krigel encontró un aumento en la violencia doméstica durante años de sequía severa.
Existe cierto consenso sobre el efecto que tendrá la crisis climática en el planeta. La mencionada Krigel, investigadora de la Universidad de Bar Ilan, cree que el impacto no se verá solamente en aspectos ambientales conocidos como el derretimiento de los glaciares, grandes incendios, olas de frío o inundaciones; sino también en un aumento de la violencia de género. Un estudio realizado este año encontró que las olas de calor, las sequías y los desastres climáticos aumentan el riesgo para mujeres, niñas y niños expuestos a la violencia.
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Archivo: marcha contra la violencia de género en Israel.
Archivo: marcha contra la violencia de género en Israel.
Marcha contra la violencia de género en Israel.
(Motti Kimchi)
Lo curioso es que la hormona cortisol también se encuentra en los cuerpos de las mujeres, pero estas no responden al calor de forma violenta. Y hay varias razones que lo explican. La primera es biológica: la mayoría de las mujeres son físicamente más débiles que los hombres, y por lo tanto no perciben a la violencia como una solución eficaz. Además, cultural y socialmente las mujeres son educadas desde una edad temprana para frenar sentimientos de ira, y en lugar de recurrir a la violencia fueron guiadas para elegir caminos más refinados. Y a eso hay que agregarle que en situaciones de peligro las mujeres buscan evitar situaciones de conflicto que expongan a sus hijos a lesiones.
Los hombres y niños, por otro lado, gozan de legitimidad cultural para utilizar la violencia como parte aceptada de las normas sociales y las estructuras patriarcales. Por eso, cuando se sienten afectados, son menos reacios a utilizar la fuerza física, incluso cuando se trata de familiares o seres queridos.
La experiencia muestra que efectivamente los casos de violencia contra la mujer ocurren con mayor frecuencia en situaciones de estrés, presión o momentos de pérdida de control. Y que estas situaciones se agravan durante el verano. Pero entender al calor como una causa del aumento de la violencia de género no implica una justificación, sino que debe estimular a los funcionarios a buscar soluciones a un problema que empeora cuando la temperatura sube. En el contexto de las bienvenidas discusiones sobre la crisis climática, no hay dudas de que esta información es un motivo más para preocuparse.
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