Un intento de resumir la carrera política de Angela Merkel con títulos como “una mujer fuerte en Europa” no alcanza para reflejar su legado. Porque antes de sus éxitos en numerosos conflictos, como la crisis económica de Grecia, la ola de refugiados en Alemania y su enfrentamiento con Donald Trump, Merkel ya había roto varios techos de cristal.
Cuando fue nombrada canciller en 2005, la doctora Angela Dorothea Merkel se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo más importante de Alemania, y lo hizo en un entorno masculino, duro y competitivo.
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La gestión de Merkel destacó por su lucha contra el antisemitismo y la defensa de Israel.
(AP)
“La chica de Kohl”, tal como se la conoció en la política alemana debido a su mentor político Helmut Kohl, representó y representa los valores contrarios a los del partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), un movimiento que creció en los últimos años. Merkel luchó durante su mandato por un trato justo y decente hacia los inmigrantes, y combatió la xenofobia y la islamofobia que existe en Alemania.
Si esto no fuera suficiente, Merkel también es doctora en química cuántica. El dato sería una curiosidad, hasta gracioso, si no estuviéramos en medio de una pandemia a la que muchos, tanto en Alemania como en Israel, intentan negar o restarle importancia. En ese contexto, que un científico esté en la cabeza de un Estado es un detalle relevante a la hora de formular políticas.
Específicamente para los intereses de Israel, Merkel es una luchadora intransigente contra el antisemitismo y una verdadera amiga del país, independientemente de quién ocupe el gobierno, que hizo de la defensa de la seguridad de Israel una parte integral de los valores fundamentales de Alemania. “La seguridad de Israel nunca será un tema negociable”, declaró Merkel en un discurso histórico, en la sesión inaugural de la Knesset el 18 de marzo de 2008. Y cumplió.
Para ilustrar cuánto tiempo estuvo en el cargo, y de qué manera influyó en Israel y el mundo, vale la pena mencionar que Merkel asumió el cargo de canciller cuando Ariel Sharon era el primer ministro de Israel y que su primera visita al país se produjo en 2006, cuando Ehud Olmert ocupaba el puesto.
Merkel lideró a Alemania y Europa en un período de grandes cambios en las esferas políticas, de seguridad y de salud. Entre otras cosas, sobrevivió al mandato de Donald Trump como presidente de Estados Unidos, un líder mundial en las antípodas de los valores de modestia, justicia y adhesión a la ciencia que representa Merkel. Ella defendió la postura de que la verdad se defiende a través de hechos y datos, y no mediante peleas e insultos.
Trump fue hostil hacia Merkel y la Unión Europea en general, y la canciller alemana lo soportó a través de su principal valor: mostrarse como una figura respetable y sólida en medio de un caos político global. Algunos la menospreciaron y creyeron que se había terminado su influencia a partir del ascenso de Trump al poder, pero ella demostró que es posible y necesario conducir con respeto, y al mismo tiempo seguir ganando elecciones.
Merkel es una luchadora intransigente contra el antisemitismo y una verdadera amiga de Israel, independientemente de quién ocupe el gobierno, que hizo de la defensa de la seguridad de Israel una parte integral de los valores fundamentales de Alemania.
No menos importante que eso, Merkel demostró que se puede decir lo que la realidad exige, y no lo que la sociedad necesita escuchar según la última encuesta de opinión pública. El ejemplo más claro de esto se dio en la crisis de refugiados de 2015, cuando abrió las puertas de Alemania a un millón de personas que huían de las guerras y la pobreza de sus países de África y Medio Oriente.
Algunos la acusaron de no escuchar a la oposición respecto a la absorción incontrolada de refugiados, pero Merkel lo hizo porque advirtió una necesidad humanitaria y una obligación moral. Sí, también lo hizo por el pasado histórico de Alemania.
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Una foto histórica que refleja la rivalidad que mantuvo Merkel con el ex presidente estadounidense Donald Trump.
(Ynet)
¿Alguien recuerda las advertencias, escuchadas también aquí en Israel, de que Alemania perdería su identidad y se convertiría en un país musulmán en el que los ataques terroristas son parte de la rutina? Salvo casos esporádicos, que fueron tratados con firmeza por los servicios de seguridad alemanes, esto no sucedió.
En los últimos años la mayoría del público alemán sintió que tenía alguien en quien confiar. Mientras el mundo tiembla, una figura política tranquila hizo navegar a Alemania. Y esto convirtió a Merkel en un símbolo, representado inclusive por su famosa postura de manos en diamante, adoptada por muchos políticos del mundo cuando quieren mostrar moderación.
