El mundo libre está alcanzando nuevos niveles de absurdo. Una organización terrorista cuya ideología es nazi a todos los efectos, una organización cuyos portavoces hablan del exterminio de los judíos, de todos los judíos, y a veces incluso del exterminio de los cristianos; una organización cuyos líderes hablan de apoderarse del mundo, del mundo entero, con el fin de establecer un imperio oscuro, se ha embarcado en el ataque terrorista más mortífero desde los ataques terroristas en los Estados Unidos. Más de 1.200 personas fueron asesinadas. Las mujeres fueron violadas. Los bebés fueron quemados. ¿Y cómo responden los dos tribunales internacionales, la CIJ y la CPI? Amenazando a Israel, ya sea declarando que Israel está cometiendo genocidio o emitiendo órdenes de arresto internacionales contra jefes de Estado que se atrevieron a hablar en contra de aquellos que se levantaron para destruirlo.
Ya sabemos que en todos los organismos internacionales establecidos inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial, hay una mayoría automática y oscura contra Israel. ¿Genocidio en Sudán? ¿Campos de internamiento para millones de musulmanes en China? ¿Una brutal represión de la oposición en Irán? ¿Masacre y traslado en Myanmar? ¿La brutal invasión rusa de Ucrania? ¿La masacre de casi medio millón de personas en Siria? Desde que comenzaron todos estos acontecimientos, que continúan sin cesar, Israel ha sido más condenado que todos los países del mundo juntos.
Cuando todas estas condenas son recibidas por mayorías en organismos como la Asamblea General de la ONU y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, no nos conmovemos. Una mayoría oscura produce decisiones oscuras. Cuando los profesores y estudiantes de los países del mundo libre en general, y de los Estados Unidos en particular, se manifiestan a favor de Hamás, a favor de Hezbolá y a favor de la eliminación de Israel, decimos que están locos. Nos hemos acostumbrado y no es bueno que nos hayamos acostumbrado.
Se suponía que dos organismos internacionales eran un poco diferentes. La Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional. Ya conocemos los procedimientos que se están llevando a cabo en la primera, la Corte Internacional de Justicia. Allí no hay ninguna decisión de que Israel haya cometido genocidio, pero no está claro que no la haya. En el segundo, según cada vez más informes, la Corte Penal Internacional está completando los preparativos para emitir órdenes internacionales de arresto contra varios jefes de Estado y del ejército. Benjamín Netanyahu se convertirá en Vladimir Putin. Es como si un tribunal internacional emitiera una orden de arresto contra Winston Churchill por los bombardeos de Dresde y Hamburgo, no contra Adolf Hitler, el monstruo humano más despreciable de la humanidad.
Estamos en un momento histórico en el que todos debemos dejar de lado las discrepancias políticas, todas las críticas a la conducta del gobierno, para decir con voz clara: Hamás ha cometido crímenes de guerra y crímenes contra la humanidad. Hamás llevó a cabo una masacre. Hamás declara que apoya el exterminio de los judíos. ¿Y hablas en contra de los que se defienden de la aniquilación?
Necesitamos una movilización interna e internacional, de judíos y no judíos. De cada persona a la que le queda razón, justicia, sentido común y humanidad en su corazón. Porque este absurdo, en el que el agresor celebra y el defensor teme las órdenes de detención, no es sólo una amenaza para Israel. Es una amenaza para el mundo. La batalla en Gaza no ha terminado ni está claro cómo terminará. La batalla internacional por la justicia y la verdad en las universidades y en los tribunales internacionales apenas comienza. Y no es menos importante.
