El estado actual de las cosas se hace eco de la atmósfera tensa de la Guerra del Golfo de 1991, una época en la que Irak lanzó misiles Scud hacia Israel, apuntando principalmente al centro densamente poblado del país. En ese momento, Israel se preparó para ataques químicos y distribuyó máscaras antigás por todo el país.
Si avanzamos rápido hasta los tiempos actuales, la población se preocupa por localizar los refugios antiaéreos más cercanos, temiendo el impacto de ojivas más grandes en comparación con las que Hamas había estado lanzando el 7 de octubre. Además, la directiva del Comando del Frente Interior de detener las actividades educativas y extracurriculares aumentó la paranoia.
La pregunta que se cierne sobre nosotros, y principalmente sobre el gobierno israelí, es: "¿Cuánto tiempo durará esto?" Irán, único entre los países del mundo, expresa repetidamente su intención de destruir a otro Estado soberano. Sin embargo, sus acciones hablan más que sus palabras.
A lo largo de los años, Irán se estableció como la vanguardia del llamado "eje de resistencia", rodeando a Israel con los hutíes al sur y Hezbolá al norte y facilitando el contrabando de armas a los palestinos del este.
Sin el respaldo iraní, Hamás no habría sido tan proactivo. Durante los últimos meses, la organización terrorista Hezbolá causó miles de millones en daños llevando a cientos de israelíes a tener que trasladarse al centro del país.
Los ataques contra el transporte de armas a través de Siria no limitaron el ascenso de Hezbolá, e Israel se muestra cauteloso a la hora de provocar una confrontación a gran escala con el grupo terrorista, a pesar de contar con un sólido sistema de defensa aérea, porque lidiar con 150.000 misiles y cohetes es un asunto completamente diferente. Una respuesta de Israel podría hacer retroceder al Líbano a la Edad Media, pero la respuesta sería muy dolorosa.
A pesar de la tensa situación, Israel aún tiene que alterar el status quo. Irán continúa amenazando y lanzando ataques, mientras Israel vive con miedo y responde mínimamente. ¿Pero tal vez sea hora de un cambio de dinámica?
En lugar de que Israel viva con miedo, ¿podríamos cambiar la situación para que Irán se sienta amenazado? Incluso si las instalaciones nucleares que están enterradas a gran profundidad siguen siendo difíciles de atacar, hay otras formas de paralizar a Irán, como devastar su economía, principalmente dañando las instalaciones petroleras de Teherán.
¿No deberíamos darnos cuenta de que las amenazas que no se abordan durante una década sólo se vuelven más peligrosas con el tiempo? Hace diez años, una confrontación con Irán podría haber sido necesaria, pero el temor es que dentro de una década tal confrontación podría ser considerablemente más difícil, si no imposible.
En lugar de simplemente retrasar la amenaza, tal vez debemos aprovecharla para asestar un golpe significativo al régimen iraní. El mensaje global de que no se debe jugar con Israel se desvaneció con el tiempo. Quizás sea hora de reforzar ese mensaje. Y no porque Israel busque el conflicto, sino todo lo contrario. Pero podría ser más prudente enfrentar una crisis manejable ahora que arriesgarse a una catástrofe incontrolable dentro de cinco o diez años.
Varios grupos, como los hutíes de Yemen, las milicias pro-iraníes en Irak, el Hezbolá del Líbano y Hamás de los territorios palestinos, no representan una amenaza existencial para Israel ni individual ni colectivamente. Sin embargo, cuando Irán cataliza estas entidades, el nivel de amenaza aumenta.
Entonces, ¿cuál es el curso de acción? ¿Permanecer pasivo? ¿Tomar represalias con ataques aéreos semanales en Siria? Mientras estas medidas parecieran frenar la amenaza, tenía sentido evadir un conflicto mayor. Pero ese ya no es el caso.
Estados Unidos expresó su desaprobación de que Israel inicie un ataque. Sin embargo, en el escenario actual, es Irán el que amenaza abiertamente con atacar a Israel. ¿Es posible aniquilar a Irán? Para decirlo suavemente, basándose en varias discusiones con funcionarios de alto rango que probablemente estén al tanto, el consenso se inclina hacia la afirmación.
Israel todavía tiene algunos ases bajo la manga.
