No había ninguna tienda de luto por Zuhair al-Ghaleeth, un palestino de 23 años. No había pancartas con su retrato, ni cánticos celebrando su martirio. En su lugar, una excavadora arrojó su cuerpo acribillado a balazos en una tumba sin nombre, según testigos.
El día después de que seis palestinos enmascarados mataran a tiros a Al Ghaleeth por su presunta colaboración con Israel, su familia y amigos se negaron a recoger su cadáver, según la fiscalía.
Fue enterrado en un campo lleno de huesos de animales y latas de refresco a las afueras de la ciudad de Naplusa, en el norte de Cisjordania.
8 צפייה בגלריה


Fuerzas de seguridad de las FDI en operativos contra terroristas palestinos.
(Portavoz de las FDI)
Fue un final sombrío para una vida corta. El asesinato del 8 de abril en la Ciudad Vieja de Naplusa -el primer homicidio de un presunto colaborador de los servicios de inteligencia israelíes en Cisjordania en casi dos décadas- cautivó a la opinión pública palestina y puso de relieve la difícil situación de los colaboradores, presa de ambos bandos en el conflicto palestino-israelí.
El caso ha puesto al descubierto la debilidad de la Autoridad Palestina (AP) y las tensiones que el reciente aumento de la violencia con Israel está empezando a ejercer en las comunidades palestinas.
"Parece como si estuviéramos en tiempos de guerra", declaró Mohammed, de 56 años, que aquella noche oyó gritos seguidos de disparos. Se apresuró a salir de la casa de baños de la época otomana donde trabaja para encontrar a su vecino, al-Ghaleeth, inmóvil en el suelo. Una multitud rodeaba su cuerpo ensangrentado. "¡Colaborador!", gritaban. "¡Espía!"
Según Mohammed, la escena resultaba inquietantemente familiar, como si se estuvieran repitiendo los horrores de la Primera y Segunda Intifadas, o levantamientos palestinos: La paranoia volviendo a ellos unos contra otros. Rumores que arruinan vidas. Como todos los testigos entrevistados sobre el incidente, Mohammed no quiso dar su apellido por miedo a represalias.
La airada concentración en torno al cadáver de al-Ghaleeth se convirtió en una protesta contra la Autoridad Palestina, que administra la mayoría de las ciudades y pueblos palestinos de Cisjordania. Los gritos contra la supuesta traición de al-Ghaleeth adquirieron un nuevo significado cuando la multitud dirigió su ira contra el profundamente impopular gobierno autónomo, al que los palestinos de a pie acusan de colaboración con Israel por coordinarse con las fuerzas de seguridad israelíes.
"Fue un caos", reconoció Ghassan Daghlas, funcionario de la AP. Las fuerzas de seguridad palestinas dispararon gases lacrimógenos. Médicos trasladaron a Al Ghaleeth a un hospital de Naplusa, donde intentaron reanimarlo pero no pudieron tomarle el pulso.
Según un informe médico publicado por The Associated Press, Al Ghaleeth murió a las 22:15 horas por heridas de bala en las extremidades inferiores.
La fiscalía sigue investigando el asesinato y aún no anunció detenciones. Pero un grupo armado independiente conocido como la Guarida del León, que ha cobrado importancia en el último año, pareció asumir la responsabilidad.
En la Ciudad Vieja de Naplusa, donde vivía y murió Al Ghaleeth, la Guarida del León ha reunido a militantes del partido nacionalista laico Fatah y la Jihad Islámica Palestina. Los jóvenes -desilusionados con el moribundo proceso de paz palestino-israelí y con la antidemocrática Autoridad Palestina- han hecho de la Ciudad Vieja una especie de feudo privado.
Tras conocerse la noticia de la muerte de al-Ghaleeth, la Guarida del León declaró que "el traidor fue liquidado". "Un traidor vende su patria y su valor como ser humano por dinero", escribió en Facebook uno de sus comandantes.
En las redes sociales se difundió un vídeo granulado en el que supuestamente Al Ghaleeth confesaba su colaboración con Israel. En el vídeo, de cuatro minutos de duración, Al Ghaleeth -con aspecto cansado y tragando saliva varias veces- cuenta cómo los agentes israelíes utilizaron imágenes suyas manteniendo relaciones sexuales con otro hombre como chantaje.
Además, confiesa que un reclutador israelí le ordenó reunir información sobre los líderes de la Guarida del León para ayudar a perseguirlos. Luego de cada misión, según Al Ghaleeth, el agente israelí le daba 500 shekels (unos 137 dólares) y un cartón de cigarrillos Marlboro.
Dos miembros de la Guarida del León, que hablaron bajo condición de anonimato por temor a represalias, dijeron que, tras meses de sospechas, empezaron a seguir a al-Ghaleeth. Lo sorprendieron vigilando a otro militante y lo detuvieron. Describieron un interrogatorio de seis horas grabado en vídeo, del que sólo se filtró un fragmento a las redes para proteger información sensible sobre el grupo. "Confesó todo a los 30 minutos, quizá con la esperanza de que no lo matáramos", dijo uno de ellos.
La fiscalía informó que se archivó el vídeo como prueba adicional en el caso.
Pero la confesión suscitó tantas preguntas como respuestas, evocando los tensas procesos judiciales de las espeluznantes ejecuciones en la Franja de Gaza gobernada por Hamás, tanto las consideradas legales como las que apenas tienen garantías procesales.
Desde su toma del enclave en 2007, el grupo terrorista Hamás ha asesinado públicamente a 33 presuntos colaboradores y otros delincuentes convictos, según el Centro Palestino de Derechos Humanos. En tiempos de guerra, sacaron al menos a 29 presuntos colaboradores de centros de detención y los han matado en la calle, sin ninguna pretensión de juicio.
En Cisjordania ocupada, los asesinatos de presuntos colaboradores sólo se han producido en periodos de intensos disturbios. Más de 900 fueron asesinados en el caos de la Primera Intifada que comenzó en 1987 y más de 100 murieron en la segunda revuelta, entre 2000 y 2005, según el grupo de derechos israelí B'Tselem.
"Estos asesinatos son un síntoma del aumento de la violencia", afirmó Nathan Thrall, analista y autor de un libro sobre Israel y los palestinos. Sin el debido proceso, dijo, "hay gente que utilizará estas acusaciones de forma oportunista para eliminar rivales y ajustar cuentas".
Ahora, israelíes y palestinos están inmersos en una de las fases más sangrientas de la región, al margen de una guerra en toda regla, en dos décadas. Hasta el martes, 105 palestinos habían muerto por fuego israelí este año, según un recuento de AP, aproximadamente la mitad de ellos afiliados a grupos terroristas. Los ataques palestinos contra israelíes han matado a 20 personas en ese tiempo.
En los últimos meses, el ejército israelí ha matado a la mayoría de los principales comandantes y fundadores de la Guarida del León. El otoño pasado, en un asesinato selectivo aparentemente poco frecuente, una bomba colocada en una motocicleta explotó al paso de Tamer al-Kilani. Un supuesto vídeo de seguridad proporcionado por la Guarida del León muestra a un hombre no identificado aparcando la motocicleta y saliendo del cuadro antes de que la explosión matara al comandante del grupo armado.
Durante las redadas, las fuerzas especiales israelíes adoptan a menudo disfraces, como el de fieles locales u obreros, para introducirse sigilosamente en la Ciudad Vieja, la última vez el jueves pasado.
A medida que aumentaban las muertes, crecía la desconfianza en la Ciudad Vieja. "Todos estamos aterrorizados por la cantidad de muertos", afirma Ahmad, camarero de hotel de 23 años en Naplusa. "Hay drones y cámaras. Debe de haber espías. Todos sospechan de todos", agrega.
En Instagram, al-Ghaleeth parecía cualquier otro veinteañero palestino. Su página está llena de selfies, fotos de belleza de la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalem y fotos del astro argentino Lionel Messi, con pies de foto que alaban a los "mártires" de la Guarida del León.
Abundan los rumores sobre cómo despertó las primeras sospechas. Algunos dicen que siempre se cubría la cara con un pañuelo keffiyeh en la Ciudad Vieja, como si tratara de ocultarse. Otros hablan de su riqueza aparentemente repentina, que le permitió construirse una gran casa en lo alto de una colina, a pesar de que antes barría las calles para ganar dinero.
8 צפייה בגלריה


Disturbios en Naplusa entre la Autoridad Palestina y los radicales locales.
(Reuters)
Algunos vecinos afirman que se parecía a la figura sombría que aparece en las imágenes de seguridad del asesinato de al-Kilani.
"Todos sabíamos que era un agente", sostuvo Nael, de 52 años, propietario de un café en la Ciudad Vieja, cuyo sobrino, dirigente de la Guarida del León, fue asesinado el año pasado. "Era su forma de andar y de hablar. Tenemos un sentido para estas cosas", advirtió.
A pesar de la sofisticada tecnología de Israel para vigilar a los miembros de estos grupos, ex funcionarios de inteligencia dicen que los propios palestinos siguen siendo una herramienta crucial en la prevención de ataques, permitiendo a Israel llevar a cabo operaciones de inteligencia a distancia segura.
"La gente cree que sólo perseguimos a los terroristas, pero la persona de la calle de abajo también es muy interesante. Puedes chantajear a todo tipo de personas aunque no estén implicadas", dijo un ex agente de inteligencia israelí, entre casi cuatro docenas de operativos que se negaron a presentarse al servicio de reserva en 2014 para protestar por las tácticas de su unidad.
Habló bajo condición de anonimato por temor a represalias. "No hay control militar sin este tipo de inteligencia".
Además, confesó que las relaciones entre reclutadores y colaboradores a menudo se tuercen para convertirse en algo más. "El regalo de un paquete de cigarrillos es muy simbólico", dijo. "Esta persona tiene que tener la impresión de que te preocupas por ella, de que sólo eres un amigo que está ayudando".
La colaboración ha estado presente en el conflicto palestino-israelí desde antes de la guerra de 1948 que rodeó la creación de Israel. Se ha chantajeado a palestinos para que presten servicio con amenazado de sacar a la luz comportamientos prohibidos, o "haram", en sus conservadoras comunidades islámicas, como el consumo de alcohol, el juego o la homosexualidad. Otros son reclutados cuando solicitan permisos para recibir tratamiento médico en Israel.
"¿Si son homosexuales? Absolutamente", dijo la coronel retirada Miri Eisin, ex oficial superior de inteligencia, refiriéndose a cómo el ejército israelí, con gran influencia sobre la vida de los palestinos, intenta reclutarlos. "Problemas familiares. Problemas de dinero. Nada de eso te hace sentir bien por la mañana, pero es muy eficaz", planteó.
El Shin Bet, principal agencia israelí encargada de recabar información en Cisjordania y Gaza desde la toma de esos territorios por Israel en 1967, declinó hacer comentarios sobre sus tácticas o sobre el caso de al-Ghaleeth. El ejército israelí tampoco hizo comentarios.
La familia de Al-Ghaleeth declinó ser entrevistada, y en su lugar compartió una declaración en la que decía que Zuhair "no tiene nada que ver con ellos".
"La historia de la familia es honorable al servicio de Palestina", añadía.
8 צפייה בגלריה


Secuelas de la redada de las FDI en la casa del líder de La Guarida de los Leones.
(Reuters)
La Autoridad Palestina, responsable de procesar a los presuntos colaboradores israelíes, dijo que consideraba la muerte de al-Ghaleeth sintomática de un fallo mayor.
"Se trata de una señal peligrosa", declaró la fiscalía. "Afecta a la seguridad de los ciudadanos".
Los dirigentes palestinos acusan a Israel de socavar sus fuerzas de seguridad asaltando ciudades y pueblos bajo su control. Israel sostiene que se ha visto obligado a actuar debido a la ineficacia de la autoridad para desmantelar la infraestructura terrorista.
"Nuestra situación es muy débil, y eso favorece el extremismo", afirmó Daghlas, el funcionario de Naplusa, al describir la creciente militancia palestina, que teme pueda hacer irrelevante a la autoridad.
"No somos Gaza, donde se producen asesinatos todo el tiempo. Pero las escaladas israelíes nos empujan en esa dirección", manifestó.