Representan al país, se quedaron a pesar de la Guerra del Golfo, o formaron una familia y no piensan irse nunca. De diferentes orígenes e historias, en el Día de la Independencia siete deportistas nacionalizados cuentan por qué el Estado de Israel es su lugar en el mundo.
Aulcie Perry, de 70 años, es un ex basquetbolista que nació en Estados Unidos, llegó a Maccabi Tel Aviv en 1976 y fue parte de la generación que ganó los primeros torneos europeos para el club israelí. Se retiró en 1985, se convirtió al judaísmo y posteriormente recibió la ciudadanía.
“Después de ganar la Copa de Europa en 1997 realmente Israel se convirtió en mi país, desde entonces lo amo y me hace sentir como en casa. Decidí instalarme aquí porque Estados Unidos es una desgracia para alguien de piel morena como yo, y aquí eso no ocurre. Soy un israelí orgulloso”, dijo.
Zufer Avdija, de 61 años, nació en Kosovo, y también se destacó como basquetbolista. Jugó y entrenó a distintos equipos israelíes, fue integrante de la selección de Yugoslavia y adquirió la ciudadanía israelí después de casarse con una mujer israelí. Es padre Deni Advija, un joven que actualmente compite en la NBA y pone a Israel en los primeros planos del deporte mundial.
“Vine a jugar aquí y amé al país. Llegué en una época cercana a la Guerra del Golfo, y fui uno de los pocos deportistas extranjeros que se quedaron aquí. Más tarde formé una familia y me va muy bien en Israel”, admitió el hombre que desde hace varios años trabaja en divisiones formativas del básquetbol israelí.
Slobodan Drapic es un exfutbolista y entrenador serbio que recibió la ciudadanía ya que su madre era judía. Llegó al país en 1988 para defender la camiseta de Maccabi Netanya y llegó a disputar un partido en la selección nacional israelí. Se quedó a vivir en Israel tras conocer a su actual esposa, una mujer israelí.
“Me quedé en Israel porque me enamoré y esa fue la decisión. Este país tiene todo: Tel Aviv, Jerusalem, Eilat, nieve sol… La mentalidad de la gente es parecida a la de los serbios, nunca están tranquilos. ¡Y eso me encanta!”, destacó.
Hanna Kniazieva-Minenko, atleta de 31 años especialista en salto triple, nació en Ucrania pero en 2012 emigró a Israel y recibió la ciudadanía tras casarse con el atleta Anatoly Minenko. Desde entonces representó con creces al deporte israelí en los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro, y posteriormente se consagró subcampeona mundial y de Europa.
“Vine de vacaciones después de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, me gustó el sol y el mar, y me quedé sin pensarlo demasiado. Estoy feliz y no me arrepiento ni por un momento, Israel es mi casa, quiero que mis hijos nazcan aquí y estoy orgullosa de ser israelí”, aseguró.
Aleksandr Uvarov fue un futbolista que se desempeñó como portero del Maccabi Tel Aviv entre 1991 y 2000. Logró tres campeonatos nacionales, dos copas nacionales y varios títulos más en su rol de entrenador de arqueros, que sigue ejerciendo hasta la actualidad con 61 años.
“Me quedé en Israel porque sentí la conexión con este país, mis hijos crecieron aquí y no quieren irse. Desde el principio me sentí muy bien. Aunque sufro del calor, la decisión de quedarme fue la mejor y estoy feliz, me siento un 200% israelí”, declaró.
Gustavo Boccoli, brasilero de nacimiento, tiene 43 años y recibió la ciudadanía israelí en 2013, después de varios años de intentos. Se destacó como futbolista en Maccabi Haifa, club en el que obtuvo 4 campeonatos y recibió un premio al mejor jugador de la temporada.
“Nos sentimos en casa desde el primer momento. Me gustan muchas cosas de Israel, pero la más sorprendente es cómo nos recibieron, los israelíes son muy cálidos y aman a los extranjeros, los integran a la sociedad”, resaltó.
Murad Magomedov, de 47 años, fue futbolista y gracias a su carrera goza de triple ciudadanía: ruso, azerbaiyano e israelí. Nació en la Unión Soviética y llegó al país en 1995, para sumarse al Maccabi Petah Tikva. Ocho años después obtuvo su documento israelí.
“Fue una de las mejores decisiones que tomé, con mi familia amamos el país y no necesitamos nada más. Nunca me arrepentiré y tengo la intención de quedarme hasta el final, no hay país más hermoso que el Estado de Israel”, afirmó.