El césped del parque Hayarkón, de Tel Aviv, ha visto mucho en sus años de existencia: gente que corre a las cinco de la mañana, otros que hacen ejercicios de yoga al caer la tarde, madres que hacen gimnasia mientras sostienen el cochecito de su bebé… Pero hasta ahora jamás se había visto gente corriendo con una escoba entre las piernas.
Así, señoras y señores, se juega al quidditch en la tierra. Al “quidditch muggle”, para ser más exactos. El mundo “muggle” es el mundo no mágico, el mundo real. Están los perseguidores, los golpeadores e incluso los “snitch”, pero ninguno de ellos monta sobre escobas en el cielo, sino que se conforman con un palo de plástico entre las piernas.
El quidditch es un deporte de fantasía, que inventó J. K. Rowling en la serie Harry Potter, de la que es autora. Un juego que estaba en el centro de la vida de los jóvenes cósmicos, y que se convirtió en una parte importante del mundo mágico que describió. El objetivo del juego es conseguir la mayor cantidad de puntos anotando “goles” (que la pelota entre en el aro rival) y atrapando la “snitch”, una pequeña pelota con alas que vuela a toda velocidad en el terreno de juego y también fuera de éste.
Como todo deporte, también el quidditch tiene hinchas y admiradores. En el 2001, Rowling escribió un libro sobre la historia del juego. Y en el año 2005, estudiantes del colegio universitario de Vermont (Estados Unidos) decidieron jugarlo y convertir la fantasía en realidad: ¿Qué importa si no se puede volar?
Desde entonces se atraparon no pocos “snitches”, y ahora hay decenas de equipos de quidditch en el mundo. Por supuesto en Gran Bretaña, el país natal de Harry Potter, pero también en Australia, Brasil, China y Estados Unidos, donde el juego se ha convertido en uno de los deportes más populares en los colegios universitarios. De un juego con unos pocos admiradores de Harry Potter, pasó a ser un deporte que cuenta con asociaciones (dependientes de la Asociación Mundial de Quidditch), con reglas, dinero por medio, selecciones oficiales y torneos tanto locales como internacionales en los que participan decenas de equipos. El último mundial tuvo lugar en Italia, y por si lo querían saber, la selección de Estados Unidos le ganó a la de Bulgaria. Al parecer, ese día el joven Viktor Krum, el mejor jugador de la selección europea, estaba en el banquillo.
La siguiente competición tendrá lugar en Virginia (Estados Unidos) el próximo verano (en el hemisferio norte), y por primera vez participarán jugadores de Israel. Adam Kwastel era el guardameta de su equipo en Nueva York, y hace meses que se dedica a formar el equipo israelí de quidditch. A esos efectos contó con la colaboración de Lucián Weiss, que fue entrenador de la selección de Stanford.
El primer entrenamiento ocurrió un viernes al mediodía en el Parque Hayarkón. Allí nos encontramos con Kwastel y con Weiss, así como con Idan, el otro joven que participó en la organización del juego, mientras esperan por más participantes. Entretanto, Kwastel comienza a preparar el terreno de juego. Toma una cinta de medir y coloca los aros a una distancia fija y exacta unos de otros. “La idea del juego es fácil”, explica. “Se puede hacer un gol, que vale diez puntos, en cualquiera de los aros. Nosotros jugamos con el 'quaffle', la pelota de juego que es como la del voleibol pero con un poco menos de aire, lo que permite sostenerla en una sola mano”.
En lugar del bate del golpeador, que según Rowling se supone que tiene que causar dolor y problemas bastante serios a los miembros del equipo contrario, usan uno de esponja. “El bate del golpeador tiene que ser más grande, pero no encontramos uno como ese en Israel”, justifica Kwastel.
¿Y la “snitch”? Aquí viene lo bueno… La “snitch” es en realidad un jugador a cuyo pantalón se ata una pelota de tenis con la ayuda de una media o una bolsa. Dicho jugador, que se llama “snitch rand”, entra al terreno de juego 17 minutos después del comienzo, y los perseguidores de los dos equipos tienen que atraparlo y quitarle la pelota. El que lo logra consigue 30 puntos para su equipo, y de hecho aquí se termina el juego. “Esa es la parte más divertida”, según Weiss.
La pieza principal del juego es la escoba. O mejor dicho, unos palos largos de plástico que los jugadores tienen que mantener entre las piernas durante todo el juego. “Antes se jugaba con una escoba de madera y con la parte superior de ésta, pero la gente resultaba lesionada”, explica Kwastel. “Algunas personas intentaron jugar con la escoba puesta al revés, pero tampoco era agradable porque la gente se acercaba a alguien para hacerlo caer y éste se golpeaba y lesionaba. Y la madera quebrada era realmente peligrosa. He visto a alguien a quien se le quebró la escoba en mitad del juego, y tuvieron que parar y quitarle los trozos que se le habían incrustado en la mano”.
- Jugar con una escoba entre las piernas, del tipo que sea, no debe ser lo más cómodo...
- Todos me preguntan qué pasa con la zona sensible de los hombres y cosas por el estilo, pero nunca me dieron un golpe allí.
Pero que quede claro que no se trata de un juego inocuo: “He visto a gente lesionada en todas las partes posibles del cuerpo… Tener problemas en las piernas es de lo más común. Y también conmociones cerebrales. Se intenta mejorar las reglas todo el tiempo a fin de que la gente se lesione lo menos posible en el juego”.
El quidditch, efectivamente, cambia todo el tiempo, todos los años. El objetivo siempre es conservar la relación con el libro, pero que se pueda jugar sin demasiados problemas. La propia Rowling dio en Twitter la enhorabuena por la creación del juego, pero no intervino en la formulación de las reglas.
Entretanto la gente comienza a juntarse en el Parque Hayarkón. Los jugadores de rugby en el terreno se interesaban, al igual que quienes paseaban por allí, y deciden sumarse y jugar un poco. Tal Helen, que se define como “loca por Harry Potter” desde el momento en que salió el libro en inglés, fue especialmente a ver el entrenamiento.
- ¿No te resulta un poco tonto correr con una escoba entre las piernas?
- No, es fabuloso. Es como un juego de roles en vivo, y uno hace encantado lo que habría hecho el personaje. Y además es un deporte. Aunque forma parte del mundo de los ‘geeks’, ayuda a sacarlos de las casas. [‘Geek’ es un término que se utiliza para referirse a la persona fascinada por la tecnología y la informática]. Los ‘geeks’ tienen fama de que se pasan todo el día en casa con sus juegos de computadora y sus libros. Que no salen, no se mueven, ni se levantan de la silla. Esta es la prueba de que no es así.
- ¿Cómo reaccionó la gente cuando dijiste que ibas a formar parte de la selección de quidditch?
- Mis padres pensaron que era curioso, un poco raro, pero me dijeron que sacara fotos y se las mostrara. A mis sobrinos les pareció que era algo genial, y querían jugar.
“La mayoría de la gente se ríe”, señala Kwastel. "¿Qué es eso de "quidditch"? ¿Con qué se come? La gente, sencillamente, se pregunta si es un deporte de verdad, y cómo se vuela”, agrega Weiss. “A ellos les digo simplemente: ven y descúbrelo por ti mismo. Si quieres volar, tienes que jugar con nosotros’”.
Kwastel expresa que "los que se ríen tienen dos posibilidades. Hay gente que se interesa y quiere venir a ver de qué se trata. Tal vez no para jugar, pero sí mirar y disfrutar. A esas personas nosotros las llevamos poco a poco al terreno de juego, les decimos que jueguen un poco con la pelota y con la escoba. Hay que tener mucha seguridad en uno mismo y autoestima para colocarse una escoba entre las piernas y correr delante de todos, pero es un juego realmente genial, y al nivel más alto es realmente complejo y difícil”.
- ¿Por qué dedicarse al “quidditch” y no al fútbol?
- En mi opinión, no hay nada parecido al quidditch en el mundo. Somos chicas y chicos juntos en el terreno de juego, y sin diferencias. No hay otro deporte siquiera parecido a éste; es otra cosa. Muy diferente de todo lo que se conoce.
Weiss indica que "la parte más genial de jugar al quidditch es que, al hacerlo con otras personas, se conoce a gente que de otra manera no conocerías. Te haces con nuevos amigos de diferentes lugares. En un viaje que hice a Alemania, busqué a gente que jugaba al quidditch, y me hice muchos amigos allí.
- ¿Y en el juego mismo?
- En el terreno de juego, la parte que más me gusta es atrapar la "snitch”.
- ¿Qué hace falta para ser un buen perseguidor?
- Los mejores perseguidores del mundo vienen de la lucha cuerpo a cuerpo. Cuando se sabe jugar con el peso de una persona y tomar la pelota sin que el otro se dé cuenta siquiera.
- Hablemos un poco del libro. ¿Por qué gusta tanto?
- Weiss: “Hay tanta fantasía en el libro… y muchas reglas. Se crea un universo”.
- Kwastel: “Pienso que a la gente le gusta Harry Potter porque todos quieren ser como sus personajes. A todos les gustaría recibir por correo una carta que dijera ‘han sido aceptados en la escuela de magia’. Y también es como si uno pudiera vivir dentro del libro. Como si yo fuera una persona que se sentó al lado de Harry en todas las clases, y participó en todo lo que él hacía. Es como vivir en una película. Pero en lugar de una película, es vivir dentro de un libro”.
- Y eso es también parte de la diversión, ¿no? Trasladarlo a la realidad.
- Sí. Pienso que inventaron el juego para acercarse lo más posible al libro. Ya que no es posible hacer magia de verdad, en lugar de ello se puede jugar a este deporte.
El terreno de juego se llena, y Weiss, que está además en calidad de entrenador, se pone al mando e inicia el entrenamiento. Después de todo, no están aquí sólo para divertirse. “Nuestro objetivo final es crear en Israel una pequeña liga de varias ciudades. Que cada ciudad tenga un equipo, como se hace en el exterior”.
“Escobas arriba”, grita Weiss. Y todos levantan las escobas, corren al centro del terreno de juego y comienzan a lanzar pelotas a los aros, uno contra el otro.
Es verdad que el “quidditch muggle” es un juego que todavía no tiene la historia y el prestigio del fútbol, pero quién sabe… Tal vez dentro de algunos años la selección israelí de “quidditch” nos dará la satisfacción de volver de un torneo con una copa de campeones.
