Normalmente, las personas de 50 años tienden a mirar hacia atrás en sus carreras disfrutando de todo lo que consiguió. Pero no es el caso de Paulina Katzman, una levantadora de pesas paralímpica israelí de 54 años.
Tras años de luchas que incluyeron una terrible lesión y la amputación de una pierna, la que posiblemente sea la "abuela más fuerte" de Israel va a cumplir por fin su sueño de toda la vida de participar en los Juegos Paralímpicos, formando parte del equipo nacional que despegó la semana pasada hacia Tokio.
Paulina emigró a Israel desde Ucrania hace 21 años, a la edad de 33, diez años después de un horrible accidente de coche que le costó una pierna. Una vez en Israel, no pudo trabajar como profesora de educación física porque su título no era válido, lo que la obligó a aceptar un trabajo como cuidadora de ancianos. Trabajo que mantiene hasta hoy para llegar a fin de mes, a pesar de ser una atleta de alto nivel.
"Por supuesto que hay orgullo, pero también hay miedo de no poder hacer lo que quiero, de no ser lo suficientemente buena y de no poder levantar el peso que sé que puedo levantar"
Paulina Katzman, deportista israelí de los Juegos Paralímpicos
Esta abuela de dos hijos participó en numerosas competiciones de alto nivel en los últimos diez años. Este lunes subirá al mayor escenario de su vida en Japón, con el objetivo de ganar el oro en la competición de powerlifting de los Juegos en la categoría femenina de más de 86 kg.
"En mi primera competición, en Hungría, levanté 72 kilos en el press de banca. Ahora, levanto 126 kilos. Esa es la diferencia que marcan diez años", contó Paulina. "Es un trabajo duro, también en cuanto a la técnica".
A pesar de haber ganado numerosas medallas y reconocimientos a lo largo de su carrera en la halterofilia -incluyendo un sexto puesto en el Campeonato del Mundo, un bronce en el Campeonato de Europa y una medalla en la Copa del Mundo de Georgia- Paulina sigue sintiéndose ansiosa ante la perspectiva de participar en los Juegos Paralímpicos.
"Es la primera vez y ha pasado la mitad de mi vida", comentó Paulina. "Lo intenté durante mucho tiempo, no llegué a [los Juegos Paralímpicos de] Londres ni a Río. Hace poco quedé sexta del mundo y eso me dio el billete para los Juegos Paralímpicos de Tokio".
"Por supuesto que hay orgullo, pero también hay miedo de no poder hacer lo que quiero, de no ser lo suficientemente buena y de no poder levantar el peso que sé que puedo levantar", añadió.
Paulina emigró a Israel desde Ucrania hace 21 años, a la edad de 33, diez años después de un horrible accidente de coche que le costó una pierna
Según el hijo de Paulina, Dima, él siempre creyó en las capacidades de su madre, incluso cuando la desesperación se apoderó de ella y no creyó en sí misma.
"Cuánto lloraba por levantar 85 kg. No paraba de decir 'no puedo, no puedo'. Yo le decía que pronto podría levantar 100 kilos. Y ahora está en 126", aseveró Dima. "Creí en ella desde el principio, desde que me enteré de que hacía powerlifting".
"No recordamos cómo era ella antes del accidente", contó Dima. "¿Tal vez era más amable? Seguro que le cambió la vida, y la nuestra... Yo empecé a practicar un poco siguiéndola, y no es fácil. Tampoco es fácil para una persona sana", completó.
"Sabía que si quería entrenar y dedicar su vida a este deporte, conseguiría resultados que le permitirían obtener un billete para los Juegos Paralímpicos", manifestó Tomilov, entrenador de la deportista. "Las únicas desventajas en el caso de Paulina son su edad y el hecho de que debe compaginar su entrenamiento con el trabajo físico del cuidado de ancianos, del que se gana la vida", completó.
