La cerámica que anunció la destrucción de Azeca.

Jerusalem no fue la única: la destrucción de las ciudades fortificadas de Laquis y Azeca

Estamos en el año 586 a. C., Nabucodonosor, rey de Babilonia, y su ejército asedian Jerusalem y sólo dos ciudades fortificadas quedan en pie: Laquis y Azeca. Pero no por mucho tiempo. La cerámica que cuenta la historia de la destrucción de las ciudades.

Rabino doctor Shuki Reyes - Adaptado por Adrián Olstein |
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Son pocos los capítulos bíblicos que sirven de ventana a un punto tan significativo de la historia. En este caso se trata además de un episodio dramático y lleno de emoción. Así narra el libro de Jeremías (34:6): “Y habló Jeremías el profeta a Sedequías rey de Judá todas estas palabras en Jerusalem. Y el ejército del rey de Babilonia peleaba contra Jerusalem, y contra todas las ciudades de Judá que habían quedado, contra Laquis, y contra Azeca; porque de las ciudades fuertes de Judá éstas habían quedado”.
En el momento al que hace referencia el pasaje, Nabucodonosor, rey de Babilonia, y su ejército asedian a Jerusalem. De todas las ciudades importantes del reino de Judá, solo dos quedan en pie: Azeca y Laquis. Ese es el panorama en vísperas de la destrucción del segundo templo, en el año 586 a. C. En aquellos días, la capital y principal ciudad del reino era Jerusalem. Y había en Israel otras dos ciudades fortificadas. Eso es todo lo que queda.
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La cerámica que anunció la destrucción de Azeca.
La cerámica que anunció la destrucción de Azeca.
La cerámica que anunció la destrucción de Azeca.
(Museo de Israel)
“Ya no vemos a Azeca”
En las excavaciones arqueológicas de Laquis en la década de 1930 se descubrió una cerámica con una inscripción en hebreo antiguo: “Sepan que los guardias cuidamos de los faros de Laquis todo lo que Dios permitió. Y ya no vemos a Azeca”. En hebreo moderno, el escritor de esta antigua carta, diría: “Vigilamos las antorchas que se veían desde Laquis, pero el fuego de Azeca dejó de verse”.
El escrito fue realizado por la guardia de un puesto de avanzada con vista a las dos ciudades fortificadas que quedaban de pie. El soldado que escribe observa el fuego todavía visible de Laquis, las hogueras que aparentemente dejaban para marcar los caminos de un lugar a otro, pero ya no ve a Azeca, la ciudad fue destruida.
La cerámica ofrece un relato posterior en el tiempo al capítulo 34 del libro de Jeremías, donde aparecen descritas las dos ciudades fortificadas. En la cerámica, Azeca ya no existe más. Pero el escritor no sabe aún que Laquis está por ser destruida, y poco después también Jerusalem. Estamos ante un momento histórico de destrucción, del cuál la cerámica es una prueba escrita hace más de 2.500 años.
El Rabino Shuki Reyes es el jefe del departamento y del proyecto bíblico en el Colegio Académico Herzog.
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