Para los israelíes, una de las cosas que hace soportar el caluroso verano de Tel Aviv es Café Levinsky 41. Se trata de una pequeña tienda en el Mercado Levinsky, que instantáneamente se puede reconocer ya que hay una camioneta estacionada al frente, con varias macetas llenas de plantas y hierbas comestibles. En el interior, la tienda parece el laboratorio de un científico loco, estantes repletos de frascos de vidrio llenos de distintos brebajes: licores, kombucha, frutas maceradas y jarabes dulces.
Levinsky 41 es conocido por su versión de gazoz, una soda que era muy popular en los primeros años de la fundación del Estado, cuando se podía comprar en los kioskos de las calles. El gazoz original, consistía en jarabes artificiales de extraño color, con sabores de frutas como frambuesa y limón, que eran cubiertos con soda. Hoy Levinsky presenta una versión actualizada de aquella bebida que tomaban a mitad del siglo pasado.
El cerebro detrás del negocio es Benny Briga, quien en un comienzo intentó servir café, antes de que se diera cuenta de que su coyuntura de chef, el amor por los alimentos y los jardines, sumado el enfoque del mercado por los encrutidos, se prestaba a preservar y fermentar los productos de temporada.
El gazoz de Benny está lejos de ser alguna de aquellas bebidas cargadas de productos químicos de antaño, pero él sigue el mismo proceso, cubriendo un jarabe hecho de fruta fresca con soda. Allí también agrega las frutas maceradas, y aderezos, con un paquete de hierbas locales que fueron recolectadas esa misma mañana.
En Levinsky 41 no hay un menú fijo, y nunca dos gazoz son iguales. Teniendo en cuenta que los productos de temporada siempre se complementarán entre sí, Benny y su equipo agregan "un poco de esto" y "un poco de aquello", tal como ellos quieran hacerlo en ese momento. Los resultados son siempre frescos, florales y disntos.
