La planta electrica Orot Rabin
La planta electrica Orot Rabin
Reuters
Campo de gas Tamar, frente a la costa de Ashdod

¿Puede Israel ya no depender de las fuentes de energía tradicional?

La infraestructura energética del país se basa en una fuente centralizada que suministra principalmente gas natural a las centrales eléctricas de todo el territorio; hechos inesperados como desastres naturales o escasez de recursos puede rápidamente poner la red eléctrica del país de rodillas, especialmente cuando hay posibilidades de que estalle la guerra.

Ynet |
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Recientemente, en medio de otro violento choque entre Gaza e Israel, se reportó que el ministro de Energía Yuval Steinitz suspendió la transferencia de gas natural desde el campo de Tamar a la plataforma petrolífera de Ashdod, por razones de seguridad. Estando en las inmediaciones de la frontera Israel-Gaza, Ashdod es un destino frecuente para misiles, quienes pueden también poner en riesgo a la plataforma petrolífera cercana. Además, un estado de emergencia económica fue declarado por una semana, lo que facilitó el uso de gas licuado natural y diésel altamente contaminante en lugar de gas natural regular, con el objetivo de proveer energía a la red nacional de electricidad y al sector industrial. El costo de estos pasos es de $42 millones por semana, así como una excesiva contaminación del aire debido al diésel en llamas en lugar de gas. Finalmente, estos costos extras serán trasladados al público israelí, con el próximo crecimiento de precios en energía y electricidad - y esto es antes de entrar en la cuenta de $1.5 mil millones que Israel ya invirtió en navíos de combate y domos de hierro navales para la seguridad de la plataforma. De esta manera, aunque sin un verdadero daño físico en las vitales infraestructuras del país, una hostil organización terrorista se las ingenió para doblar la mano de Israel y poner un precio en cualquier futura confrontación en la cual cohetes estén involucrados. Todo esto, además de las víctimas y el daño severo a la propiedad y la economía debido a los combates.
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Campo de gas Tamar, frente a la costa de Ashdod
Campo de gas Tamar, frente a la costa de Ashdod
Campo de gas Tamar, frente a la costa de Ashdod
(Albatros Fotografia Aerea)
Actualmente, la electricidad y la energía israelí dependen un 65% de la generación eléctrica en una plataforma de gas natural y un oleoducto que abastece gas (en el futuro serán 2 plataformas y 2 oleoductos), quienes alimentan 30 estaciones de energía individuales a lo largo del país. La central eléctrica Orot Rabin, por ejemplo, es responsable de la producción del 15-20 % de la electricidad de Israel. Un estallido crítico en la conexión de esta planta en la central eléctrica puede paralizar el sector eléctrico entero. Todos los componentes de la central eléctrica israelí, son vulnerables al daño en casos de combate, así como a las extremas condiciones climáticas. En el año 2015, 24.000 israelíes estuvieron sin electricidad por cuatro días consecutivos, luego de que fuertes vientos causaron daños en las principales líneas de energía. La solución al problema es simple: la descentralización del sector energético. Ya es posible comenzar a construir un sistema de suministro de energía económico, estable y eficiente para el medio ambiente que se basará principalmente en celdas fotovoltaicas, que se pueden instalar en edificios, e instalaciones de almacenamiento de energía (a través de las cuales se puede utilizar la energía solar incluso en horas oscuras). Los sistemas de almacenamiento individuales se pueden distribuir entre decenas de miles de estructuras y dispositivos grandes y pequeños (incluso los automóviles eléctricos pueden servir como instalaciones de almacenamiento).
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Red electrica dañada en 2015
Red electrica dañada en 2015
Red electrica dañada en 2015
(Zeev Botzer)
Por lo tanto, si 100 instalaciones de almacenamiento están dañadas, el defecto será localizado y no causará que todo el sistema se descomponga. Reparar un componente dañado será más sencillo, barato y mucho más rápido que reparar una central eléctrica de gas natural, o incluso un poste eléctrico dañado. El siguiente escenario no es impracticable: decenas de miles o incluso cientos de miles de edificios en Israel estarán equipados con células fotovoltaicas que suministran electricidad directamente a los edificios. Los edificios que consumen menos energía que la que producen sus células solares devuelven el exceso de electricidad a la red desde donde se transfieren a los edificios que consumen más electricidad de la que producen. El exceso de electricidad producido se almacena en instalaciones de almacenamiento modular que también están ubicadas en edificios, barrios y ciudades. En el caso de una falla de la red eléctrica central (debido a un conflicto armado, un desastre natural, etc.), cualquier edificio, barrio o ciudad que tenga suficientes células fotovoltaicas e infraestructura de almacenamiento de energía puede, como mínimo, mantener el funcionamiento de sistemas esenciales como bombas de agua, electricidad para ascensores y dispositivos médicos. Si un sistema es lo suficientemente grande, incluso puede soportar la vida diaria sin sufrir interrupciones en el suministro de energía, ya que la electricidad se consume justo donde se produce y almacena. Una solución de este tipo proporcionaría una fuerza energética real, y más que eso: independencia energética; sin depender de una o dos grandes compañías eléctricas que controlan la producción de energía, independientemente de las relaciones exteriores u otros países. Los estudios muestran que el costo económico directo de una solución de este tipo probablemente tenga un costo similar, si no es más barato, que el mantenimiento y la expansión de un sistema de electricidad convencional actual (11 centavos por kilovatio-hora). Al incluir los costos externos (daños causados por la contaminación del aire y el cambio climático), esta solución es 2-3 veces más barata que el costo actual (28 centavos por kWh). En este escenario, podría ser posible ahorrar miles de millones de dólares en la seguridad de las plataformas de gas al tiempo que reduce las emisiones de gases de efecto invernadero de las generadoras en un 90 por ciento. Las guerras y los desastres naturales ya no serían una amenaza inminente para el suministro de gas natural, las centrales eléctricas y la red de transmisión de electricidad. Construir un sistema así lleva tiempo; por lo tanto, tiene que comenzar ahora, para que en 10 años se convierta en realidad.
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