El cerebro psicopático.
El cerebro psicopático.
Todo contacto con un psicópata comienza con la seducción.

¿Cómo reconocer a un psicópata?

Pueden ser amigos cercanos, vecinos del edificio, jefes en el trabajo, su cónyuge o una hermana menor. Todos serán carismáticos y encantadores al principio, pero luego, cuando sientan que han logrado conquistarte, se quitarán la máscara de la cordura y revelarán su lado verdadero y loco que se esconde bajo el velo adorable. "Todos tenemos características psicopáticas, pero según las estadísticas, solo alrededor del 2% de la población puede caer en la definición de psicópatas, y la mayoría de ellos deambulan entre nosotros sin obstáculos", afirman los expertos.

Ofir Hausman - Adaptado por Leandro Fleischer y Adrián Olstein |
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"Al comienzo de la relación era amable y encantador, tenía una personalidad cautivadora y recuerdo que pensé que era la primera vez que me encontraba con un hombre tan amable y considerado." Así describe Rona a A., su expareja. "Mi familia y amigos se enamoraron de él, mi hermano pequeño realmente se conectó con él. Fue increíble. En pocas semanas se convirtió en un miembro de la familia. Me conmovió mucho, especialmente después de todas las relaciones problemáticas que tuve en el pasado", agrega.
Rona era una estudiante de 25 años cuando conoció a A., que entonces tenía poco más de treinta. En esos días, vivía con sus padres en un moshav en el centro del país y soñaba con mudarse a su propio apartamento en Tel Aviv. El escaso salario que ganaba como estudiante no le alcanzaba para alquilar, y vivir en un apartamento con otra persona para compartir los gastos no era algo adecuado para ella en ese momento.
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Todo contacto con un psicópata comienza con la seducción.
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(Shutterstock)
"Tenía miedo de mudarme con gente que no conocía", explica. "Para mí estaba claro que si dejaba la casa de mis padres, sólo sería si tuviera dinero para alquilar un apartamento por mi cuenta, o con un cónyuge que conociera y en quien confiara", añade.
Después de unos meses en pareja con A., Rona cumplió su sueño y dejó la casa de sus padres para mudarse a un apartamento en el centro de Tel Aviv con él. Aunque no lo conocía desde hacía mucho tiempo, en el fondo sentía que había hecho lo correcto. "Era tan adorable que no pensaba que nada malo pudiera salir de él", dice.
Sin embargo, una semana después de mudarse al nuevo apartamento, A. comenzó a cambiar. Un hombre gentil y considerado se convirtió en una persona que se enfocaba únicamente en sí misma, sin empatía o emoción hacia Rona o hacia su familia y amigos con quienes había sido amigable hasta que se mudó con ella. "No entendía por lo que estaba pasando. Un día la persona cambió frente a mis ojos. Todos los halagos y demostraciones de afecto desaparecieron, y él caminaba por la casa preocupándose solo por sí mismo. Era inconcebible", recuerda.
Rona, que tuvo dificultades para lidiar con el cambio de su pareja, trató de hablar con él y comprender el significado del cambio. "Incluso le ofrecí ir a terapia de pareja, pero se negó y afirmó que no tenía idea de lo que estaba hablando. Estaba enfocado únicamente en sí mismo, no estaba interesado en cómo yo me sentía, y en las conversaciones con él sentía que estaba completamente alejado de cualquier sentimiento emocional que existiera, tanto del suyo como del mío", cuenta.
"Incluso le ofrecí ir a terapia de pareja, pero se negó y afirmó que no tenía idea de lo que estaba hablando. Estaba enfocado únicamente en sí mismo, no estaba interesado en cómo yo me sentía, y en las conversaciones con él sentía que estaba completamente alejado de cualquier sentimiento emocional que existiera, tanto del suyo como del mío." (Rona)
Después de innumerables intentos fallidos de ella y sus familiares para hacer que A. hablara con el fin de comprender qué lo hizo cambiar de esa manera, Rona decidió empacar sus cosas y regresar a vivir con sus padres. Pero en ese momento, unos días antes de que ella dejara el apartamento, A. repentinamente volvió a ser la persona cariñosa y amable que era antes.
"Pensé que me estaba volviendo loca", relata. "Hasta que me acostumbré a la persona indiferente y sin emociones en que se convirtió, y acepté el hecho de que la relación había terminado y él estaba lejos de ser el hombre de mis sueños, de repente se convirtió en la persona de la que me enamoré al principio. Fue una pesadilla", añade. A., dice ella, había vuelto a ser el cónyuge que contenía, amaba y mimaba. Se interesó por su bienestar, le preparó comida (y no sólo para él, como lo había hecho desde que se mudaron juntos) y tuvo una serie de gestos románticos para con ella.
"Desafortunadamente, caí en su trampa, y después de que las maletas ya estaban completamente empacadas, las desempaqué y acepté darle otra oportunidad". Sin embargo, el idilio romántico no sobrevivió mucho y a los pocos días A. volvió a ser el que era, y la empatía que mostraba hacia Rona desapareció nuevamente. "Estaba desesperada. No entendía qué estaba pasando y por qué estaba cambiando tanto. En este punto, mis padres ya me habían presionado para que regresara a casa. Ellos entendieron que éste era un hombre particularmente problemático".
A pesar de los intentos de A. de convencerla para que se quedara, esta vez Rona empacó sus cosas y regresó a la casa de sus padres en el moshav. "Desde que salí de casa hasta casi medio año después me siguió llamando, enviándome mensajes, regalos y flores y tratando de transmitirme mensajes a través de amigos en común. Era insoportable, sobre todo porque todavía lo amaba. Es decir, cada vez que volvía a ser el hombre amable y sensible que conocí, me enamoraba de él de nuevo. Tuve que recordarme a mí misma cómo se comportó tan pronto como nos mudamos juntos para poder borrar mis sentimientos sobre él”, comenta.
Unos meses después de la separación, Rona descubrió que la conducta de A. era habitual y, del mismo modo que actuó con ella, también lo hizo con sus exparejas. "Un amigo en común me presentó a dos de sus ex, y para mi sorpresa descubrí que su patrón de comportamiento conmigo era el mismo que con ellas. Al principio era amable, encantador y considerado, y tan pronto como se mudaron juntos, pareció quitarse la máscara y convertirse en un monstruo", expresa.
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¿Qué se esconde detrás de la máscara de la cordura?
¿Qué se esconde detrás de la máscara de la cordura?
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(Shutterstock)
"Cualquier relación con un psicópata comienza con la seducción de la víctima, a quien luego estudia para saber cómo es su carácter y comportamiento. Más tarde, cuando el psicópata siente que la víctima cayó en su red, comienza a revelar sus verdaderos lados, que había ocultado con anterioridad”, señala Efrat Harel Haiman, psicóloga clínica para adolescentes y adultos.
Haiman, que también trata a víctimas de relaciones psicopáticas y da conferencias sobre el tema, atiende semanalmente a pacientes que como resultado de la herida que experimentaron, algunos también sufren de abuso narcisista, síntomas de estrés post traumático complejo, similar a los que tienen los sobrevivientes del Holocausto o aquellos que estuvieron secuestrados.
"Una vez que el psicópata siente que la víctima cayó en sus redes, la máscara comienza a caerse y el abuso se vuelve evidente. En comparación con otros criminales que son incapaces de controlar sus acciones, el psicópata sí puede controlar bien su comportamiento y, a menudo, le lleva mucho tiempo quitarse la máscara y revelar sus lados reales", dice Haiman.
"Una vez que el psicópata siente que la víctima cayó en sus redes, la máscara comienza a caerse y el abuso se vuelve evidente. En comparación con otros criminales que son incapaces de controlar sus acciones, el psicópata sí puede controlar bien su comportamiento."
La máscara mencionada por Haiman fue reconocida por primera vez en 1940 por el psiquiatra Harvey M. Kalkali, quien la llamó la "máscara de la cordura". En su libro, que fue publicado el mismo año, el especialista describió a los psicópatas como personas que muestran un comportamiento normativo exteriormente, pero ocultan uno destructivo y antisocial.
"Cuando conocemos a psicópatas, en realidad conocemos a una persona que se comporta de una manera que seguramente le convendrá. Por lo general, se trata de una persona inteligente, divertida, ingeniosa y creativa. La verdad es que los psicópatas a menudo tienen partes muy saludables de la psique, pero debajo de ellas hay otra parte que no lo es. No tiene ninguna emoción", indica Haiman.
Todos tenemos rasgos psicopáticos
Cuando se hace referencia al concepto de psicópata, el primer pensamiento que nos viene a la mente es sobre asesinos seriales. Podría ser alguien como Ted Bundy, un asesino serial y necrófilo estadounidense conocido como el "asesino del campus". Bundy se hizo famoso por secuestrar, violar y asesinar a muchas mujeres jóvenes en los Estados Unidos a mediados de la década de 1970. Otro ejemplo es Charles Manson, un criminal estadounidense que a fines de la década de 1960 encabezó un grupo de jóvenes fanáticos conocidos como la "Familia Manson", y luego sus miembros fueron acusados de una serie de nueve asesinatos que tuvieron lugar durante un período de cinco semanas. Y entre los psicópatas ficticios está el doctor Hannibal Lecter de "El silencio de los inocentes", a quien ninguno de nosotros querría encontrarse en un callejón oscuro (o en absoluto).
Sin embargo, la psicopatía es en realidad una colección que consta de rasgos de personalidad que existen en todos nosotros en un grado u otro, y lo interesante es que todos estamos en algún lugar de una secuencia que va desde la psicopatía baja hasta la psicopatía alta. Muchas personas que parecen exitosas, normativas y contribuyen a la sociedad, e incluso aquellas que ocupan puestos de liderazgo, también se caracterizan por rasgos de personalidad psicopáticos: algunos más y otros menos.
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El clásico psicópata: Hannibal Lecter.
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El clásico psicópata: Hannibal Lecter.
(Imagen de la película "El silencio de los inocentes")
"No todos los psicópatas son asesinos. Muchos de ellos están interesados ​​en controlar a las personas y, para ello, utilizarán todos los métodos posibles, desde intentar que sus víctimas confíen en ellos sexual o financieramente y hasta obtener el control de todas las áreas de la vida. ¿Cuándo empiezan a generar miedo? Cuando no logran sus objetivos, por lo que empiezan a enfurecerse", explica Haiman.
Se estima que el 2% de la población adulta se define como psicópata, es decir, tiene una alta calificación de características psicopáticas. En comparación, la incidencia de la esquizofrenia es solo alrededor del medio por ciento, según el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos.
A diferencia de otras enfermedades mentales, que a menudo requieren hospitalización y medicación y los pacientes tienen un comportamiento errático, los psicópatas, como se mencionó, presentan una apariencia exterior normativa, y la mayoría son particularmente carismáticos y tienen altas ambiciones que los llevan a posiciones de poder. Junto con estos rasgos, hay otro que los caracteriza, y es el que de hecho deriva en que reciban la definición de psicópata: carecen de empatía o conciencia, y tratan a los demás de forma manipuladora. A veces, pueden poner en peligro la vida de su entorno.
"No todos los psicópatas son asesinos. Muchos de ellos están interesados ​​en controlar a las personas y, para ello, utilizarán todos los métodos posibles, desde intentar que sus víctimas confíen en ellos sexual o financieramente y hasta obtener el control de todas las áreas de la vida."
A pesar de la alta tasa de psicópatas en la sociedad, el fenómeno en sí no está registrado en ningún libro oficial de diagnóstico médico y científico. Se suele definir como un trastorno de personalidad antisocial, y según Haiman esto es un error.
"La psicopatía cumple con la definición de una estructura de personalidad particular que se considera patológica e inapropiada, pero los psicópatas mismos no necesariamente son criminales, y muchas veces sus acciones están relacionadas con la traición o la mentira. En general, lo que todos los psicópatas tienen en común es el abuso de sus víctimas. Infidelidad, adulterio, relaciones con varias mujeres al mismo tiempo y explotación en el trabajo. Son personas que tienen fantasías de grandeza, particularmente sobre ellas mismas, se perciben como superiores, y poseen rasgos narcisistas que también caracterizan el fenómeno de la psicopatía”, explica.
"Se incluyen en la definición de trastorno de personalidad antisocial por razones legales y burocráticas, pero en realidad son muy sociales a pesar de su trastorno de personalidad, lo que los hace inescrupulosos y no tienen capacidad de autocrítica. No sienten culpa, ansiedad o remordimiento. No tienen ni una gota de empatía por los demás y son incapaces de sentir amor por nadie", añade.
–¿Cuál es la diferencia entre un psicópata y un sociópata? A primera vista, parecen fenómenos similares.
- Es cierto que ambos se definen como trastornos de la personalidad caracterizados por un comportamiento antisocial persistente, falta de empatía y remordimiento, ausencia de inhibición o de preocupación por las consecuencias de las acciones y rasgos personales egocéntricos (concentrados en su propio interés), pero un sociópata, por ejemplo, puede someterse a un curso para un control de la ira en prisión. Se lo puede ayudar y llevarlo a que se arrepienta de sus acciones. Sin embargo, un psicópata puede finalizar el curso con “éxito”, pero nada cambiará emocional y mentalmente en él.
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Charles Manson, el famoso asesino serial de Estados Unidos, en los años 70.
Charles Manson, el famoso asesino serial de Estados Unidos, en los años 70.
Charles Manson, el famoso asesino serial de Estados Unidos, en los años 70.
(Getty Images)
Cómo identificar a un psicópata
Si todos tenemos estos y otros rasgos psicopáticos: ¿Cómo podemos diagnosticar quién es y quién no un psicópata? Según el doctor Guy Beker, criminólogo clínico y psicoterapeuta, "toda la población se mueve dentro de un rango que comienza en 0 y termina en 40, y de acuerdo al número de características psicopáticas que presenta (sobre un total de unas 20 características que sirven como medida de diagnóstico), se puede evaluar si una persona es o no un psicópata y también cuál es el nivel de la psicopatía que padece”, explica.
–¿Qué caracteriza a los psicópatas de nivel primario con otros niveles menos graves?
- En principio la cantidad de características que presenta y el nivel en que aparecen. Hay personas manipuladoras que son narcisistas y dañinas para su entorno, pero no son crueles ni carentes de emociones. Es decir, tienen solo algunas de las características de la patología. Es probable que no dejemos a nuestros hijos a su cuidado, pero eso no los convierte en psicópatas. Por otra parte, las personas con muchas de estas características, y en un nivel grave, son las que con mayor frecuencia cometen delitos graves. Supongamos que voy de visita a una cárcel en busca de personas con un diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad. Es probable que encuentre que el 70% de los reclusos lo padecen. Pero solo aquellos que presentan algunos rasgos adicionales -mentira patológica, manipulación y “encanto superficial”- serán los psicópatas peligrosos.
El “encanto superficial”, explica Beker, "es un rasgo que crea lo que se conoce como la "burbuja psicópata". Dentro de esta burbuja está el psicópata y en ella mete a su víctima. Juntos miran hacia afuera y ven una realidad completamente distorsionada. La víctima es engañada por el psicópata. Sin embargo, cuando la víctima logra escapar de esa burbuja, se pregunta cómo cayó en ella.
Beker agrega que "todos pueden caer en manos de un psicópata, todos sin excepción. No tiene nada que ver con la inteligencia o la experiencia de vida. Los psicópatas saben exactamente cómo encantar y cómo hacer que su víctima caiga en la trampa", y remarca que, a pesar de la tentación de diagnosticar a personas de nuestros entornos como psicópatas, se debe tener cuidado con las conclusiones apresuradas.
“Es tentador ser un psicólogo mediático que saca conclusiones rápidas, porque eso nos coloca en una posición de legitimidad para actuar contra las personas que nos resultan irritantes. Pero debe entenderse que el título de psicópata es contundente, y no todo el que miente, engaña o se comporta de forma manipuladora es un psicópata. La mayor parte de las personas que tienen tal o cual característica puede que sean narcisistas o psicópatas muy leves. Incluso aquellos que son considerados psicópatas peligrosos en ocasiones logran filtrarse en lugares sin que nos demos cuenta, pero la mayoría de ellos no durarán mucho tiempo", concluye.
–¿Podría haber políticos o figuras públicas que sean psicópatas?
–Hay gobernantes que tienen comportamientos psicopáticos, pero todos los seres humanos los tienen. En muchos casos se puede caracterizar como personalidades narcisistas, es decir, personas que para ensalzarse a sí mismas están dispuestas a lastimar a las demás. Pero afirmar que los gobernantes obtendrían un puntaje alto en un diagnóstico psicopático, probablemente no. Debe entenderse que la mayoría de los psicópatas son personas irresponsables que no logran construir una vida ordenada. Sus entornos muchas veces se distancian de ellos. Es difícil suponer que logren llegar a posiciones de poder en que controlen un país, intervengan en política internacional o incluso sean líderes de una familia delictiva. ¿Por qué? Porque al final siempre traicionan incluso sus propias mentiras.
“Un área con alta presencia de psicópatas es la de los líderes religiosos”, agrega Haiman, y aclara que es importante no generalizar en estas cuestiones. “Su rol muchas veces va acompañado de una manipulación espiritual, de una responsabilidad por transmitir qué es lo que está prohibido y qué permitido, de un lugar de respeto desde el cual las personas escuchan lo que se tiene para decir. Todo eso es terreno fértil para un psicópata. Y lo que diferencia al psicópata de la gente normal es que son capaces de aprovecharse de una buena persona. No ven ninguna cualidad superior en el hecho de que una persona sea amable. Para el psicópata esa persona merece ser aprovechada", describe.
El doctor Beker, que se especializa en diagnósticos de psicopatía y manejo de riesgos, e incluso trata a víctimas de psicópatas, admite que si bien desde la década de 1980 hasta la actualidad se avanzó en la identificación del cuadro, todavía es un área poco investigada. Existen hoy en día empresas de tecnología que se dedican al desarrollo de una herramienta eficaz que permita identificar a los psicópatas.
“Hay que recordar que la psicología es una ciencia relativamente nueva, por lo que patologías como la esquizofrenia o la depresión aún no se comprenden del todo. La psicopatía es incluso más compleja porque se trata de un fenómeno abstracto. Se define como un trastorno de la personalidad y no como una enfermedad mental, principalmente porque no se manifiesta en la mediana edad como otras enfermedades, sino que se caracteriza por un comportamiento continuo. Se la puede diagnosticar incluso en niños menores de 12 años. Por supuesto, esto no sucede, y el diagnóstico se suele hacer cuando la persona supera los 18 años. Pero una de las principales características que buscamos en la psicopatía son ciertas conductas que ocurrieron de manera repetida incluso antes de los 12 años", explica Beker.
–¿Qué conductas por ejemplo?
–Violencia contra seres humanos, violencia contra los animales, trastornos del comportamiento, indiferencia hacia la vida y el bienestar de las personas. Sin embargo hay niños con problemas de conducta muy severos que se convierten en adultos maravillosos. Los psicópatas nunca se volverán normales.
El cerebro psicopático
Aunque los psicópatas presentan una apariencia externa normal, su cerebro es diferente al de cualquier persona. Como parte del desarrollo en el área, en los últimos años comenzaron a utilizarse estudios de resonancia magnética para comprender cómo funciona el cerebro del psicópata cuando, por ejemplo, se encuentra frente a determinada emoción.
"Todavía no tenemos claro. ¿El mal funcionamiento de cierta zona del cerebro, es fruto de alguna lesión o la persona nació con ella? Para entender si hubo o no una lesión durante la infancia, a veces es necesario volver a situaciones que ni la propia persona recuerda”, afirma Beker.
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En un estudio de 2010, los investigadores compararon 43 estudios por imagen de la estructura y actividad cerebral de diferentes personas. Encontraron que en las personas antisociales, violentas y psicopáticas hay una actividad más débil en el área del cerebro relacionada con las emociones, la planificación de acciones y la toma de decisiones.
Otro estudio encontró un aumento en la actividad eléctrica del cerebro de un psicópata cuando estaba a la espera de una recompensa monetaria. Esto indica que tal vez los psicópatas estén más dispuestos a llevar a cabo acciones que activen el área de recompensa en el cerebro, incluso a expensas de la sensibilidad de otras personas o de las consecuencias negativas de su accionar.
Algunos de estos hallazgos pueden indicar que se trata de un fenómeno congénito, pero hasta ahora no se encontró ningún gen que respalde esta hipótesis. "Es importante entender que no todos los que tienen una tendencia biológica a ser psicópatas necesariamente lo serán, y que hay psicópatas que crecieron en hogares maravillosos con padres amorosos y comprensivos", sostiene la doctora Haiman.
Haiman sopesa sus palabras al afirmar que en la psicopatía conviven posiblemente una combinación de entorno y herencia. “Si algún día se encuentra un gen relacionado a la psicopatía -y tal situación no parece lejana- será una cuestión ética muy compleja: ¿Se hará un test para detectar la presencia de ese gen en el útero? ¿Las personas serán calificadas como psicópatas solo por portar el gen?”, evalúa.
–¿El psicópata sabe que es psicópata?
–Es imposible saberlo porque es difícil creer en cualquier cosa que diga. Se autoperciben diferentes pero lo consideran una especie de superioridad. Si bien podemos seguir discutiendo cosas de las que carecen -sentimientos, afecto, lástima, amor, etcétera-, ellos se ven a sí mismos como superiores. Ésta es la razón por la cual no se les puede brindar tratamiento. Al fin y al cabo es imposible tratar a alguien que no quiere ser tratado. Quienes realmente necesitan tratamiento son las víctimas, y las hay en cantidad.
“Cualquiera de nosotros puede ser víctima de un psicópata”, agrega el doctor Beker. “Es muy difícil admitir que hemos sido víctimas. Incluso los psicólogos que trataron con pacientes psicópatas han caído en sus trampas. Hasta Ted Bundy (asesino serial de la década del 70) tenía una novia", ejemplifica Beker. "En Israel y en todo el mundo existen grupos de concientización sobre el tema que brindan asistencia a las víctimas y ayudan a comprender que no son culpables del abuso que sufrieron", agrega.
"Hay un problema adicional difícil de resolver”, señala Haiman. “El mundo del derecho tampoco conoce lo suficiente sobre el fenómeno y no es capaz de lidiar con los psicópatas de manera correcta. En Israel, por ejemplo, no hay ninguna ley que prohíba la actividad de las sectas, y hay más de un centenar de sectas destructivas que operan en el país, la mayoría de ellas lideradas por psicópatas", concluye.
La búsqueda de un tratamiento
Los trastornos de la personalidad son en general de difícil tratamiento. Pero incluso entre ellos, la psicopatía se considera aún más compleja. Los psicópatas, como indica Haiman, tienen un incentivo relativamente bajo a buscar una solución a su problema y, a menudo, no cooperan con sus terapeutas.
Otro argumento poco optimista es que la psicoterapia puede mejorar la habilidad de los psicópatas para la manipulación y el engaño, por lo cual es más probable que cometan delitos después de someterse a un tratamiento psicológico.
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Los psicópatas se destacan en la manipulación de los especialistas que los tratan.
Los psicópatas se destacan en la manipulación de los especialistas que los tratan.
Los psicópatas se destacan en la manipulación de los especialistas que los tratan.
(Shutterstock)
También quedó demostrado, a lo largo de diversas experiencias, que las técnicas de castigo también resultan ineficaces, ya que los psicópatas se mantienen indiferentes a ellos. Todo esto arroja un cuadro pesimista sobre la posibilidad de éxito de un tratamiento psicopático.
Sin tratamiento, la única opción sería encontrar un fármaco adecuado. Si bien esto aún no sucedió, algunos medicamentos utilizados en otras patologías mostraron buenos resultados. Mientras tanto, hasta que se encuentre una cura milagrosa que trate la psicopatía y elimine a los asesinos y violadores de las calles, solo se puede esperar que nuevos estudios sobre la actividad cerebral ayuden a comprender los mecanismo detrás de este trastorno de la personalidad. Eso ayudará a los propios psicópatas, y aún más a sus víctimas potenciales, que pueden ser cualquiera de nosotros.
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