El avance de los investigadores de la Universidad Hebrea de Jerusalem permitió un primer vistazo a la anatomía del hombre de Denísova, que hasta ahora nadie sabía cómo era.
En septiembre de este año, el mundo académico quedó asombrado por el éxito del catedrático Lirán Carmel -del Instituto de Ciencias de la Vida de la mencionada universidad- y por David Gujman, con un doctorado en ese campo (y actualmente haciendo un post doctorado en la Universidad de Stanford, de Estados Unidos), que lograron reconstruir el esqueleto de un misterioso grupo de humanos conocido con el nombre de “hombre de Denísova” o “denisovano” [El hombre u homínido de Denísova, o simplemente denisovano, es una especie o subespecie de Homo, identificada a través del análisis del ADN de restos óseos encontrados en Siberia]. Y lo lograron únicamente con la ayuda de restos de ADN, puesto que los hallazgos paleontológicos consistían en sólo tres huesos pequeños. El logro de los investigadores israelíes apareció en la portada de la prestigiosa revista Cell (‘célula’, en español), pero dada su importancia se difundió ampliamente en las más destacadas revistas científicas y tuvo una extraordinaria resonancia tanto en la prensa local como internacional.
Ahora Carmel y Gujman se apuntaron este otro logro: que su investigación sea candidata al avance científico más importante del 2019. Y compiten por ese título, entre otros, con la primera foto de un agujero negro y con la imagen del “mundo” más lejano objeto explorado por una nave: Ultima Thule, cuyo nombre se cambió recientemente y pasó a llamarse Arrokoth (La NASA le cambió el nombre debido a sus referencias nazis. Ultima Thule, era el nombre un pueblo mítico creado por el partido de Hitler), y que se encuentra en el extremo del sistema solar. También es candidato al premio el esqueleto del antepasado Lucy, de hace 3.800.000 años, así como diversos estudios en el campo de la Medicina.
Cuando se publicó la investigación sobre el denisovano en septiembre, Carmel dijo: “En la investigación, conseguimos detectar e identificar 56 aspectos anatómicos que caracterizan al hombre denisovano. Por muchas de sus características recuerdan a los neandertales, entre otras cosas por su frente como echada hacia atrás, el rostro alargado y una pelvis de grandes dimensiones. Pero nos despertaron especialmente la curiosidad las características extremas y únicas del hombre de Denísova, como su arco dental, que era muy largo, y porque tenía un cráneo especialmente grande. Y nos preguntamos si esas características podían arrojar luz sobre la forma de vida del denisovano. Y si esas características podían explicar cómo sobrevivió en las condiciones extremas de la zona de Siberia. El camino que debemos recorrer para responder a estas preguntas aún es largo, pero nuestra investigación abre una compuerta importante para entender los diversos procesos de adaptación de este grupo de humanos al medio. Y arroja luz sobre las características que nos son comunes, y las que nos diferencian a nosotros de otros grupos de humanos que no sobrevivieron”.
Y Gujman añadió: “Uno de los momentos más felices que tuvimos durante el proyecto fue cuando varias semanas después de haber enviado el artículo a un periódico, otro grupo de investigadores dio a conocer por primera vez una mandíbula del hombre de Denísova. Examinamos la estructura de la mandíbula y la comparamos con el modelo anatómico que habíamos reconstruido a partir del ADN, ¡y coincidían exactamente…! Y así, sin que nos lo propusiéramos y sin haberlo planeado en absoluto, se confirmó una vez más -y lo hizo un equipo independiente- que es válido del principio al fin el sistema de reconstrucción del perfil anatómico que utilizamos, con la ayuda de tan sólo un poco de ADN.” Colaboraron con la investigación los catedráticos Eren Meshorer, de la Universidad Hebrea; Yoel Rak, de la Universidad de Tel Aviv, y Tomás Márquez-Bonet, de la Universidad de Barcelona.