Las FDI baten récords de éxito en el tratamiento de heridos en el campo de batalla, hasta el punto de que sus principales oficiales del Cuerpo Médico informaron a la OTAN y a los ejércitos aliados sobre cómo habían minimizado las muertes y aumentado las tasas de supervivencia en la guerra de Gaza.
El ejército introdujo cambios en sus procedimientos médicos, como desplegar profesionales de la medicina altamente cualificados en unidades de combate, la modificación de los protocolos para tratar a los heridos sobre el terreno y la reducción del tiempo que transcurre entre la lesión y la hospitalización.
El cambio se produjo con la decisión de suprimir los centros de triaje de heridos cerca de los combates, donde se habría llevado a los soldados heridos antes de evacuarlos a hospitales israelíes.
Esto, junto con el despliegue de unos 670 médicos y paramédicos, permitió mejorar la calidad de la atención y reducir el tiempo hasta la evacuación.
En la actualidad, desde el momento de la herida, el soldado es atendido por un médico superior en no más de cuatro minutos. Las nuevas políticas dictan el traslado rápido al hospital, sin tratamiento sobre el terreno, bien mediante vehículos armados específicos equipados como ambulancias y tripulados por cirujanos y especialistas en cuidados intensivos o mediante helicópteros militares, que ya transportaron a cientos de heridos de los combates.
El tiempo medio desde la lesión hasta la llegada al hospital se redujo a una media de una hora y seis minutos, frente a las dos horas y diez minutos de la guerra de 2014 en Gaza, que se libró más cerca de la frontera con Israel.
Unos 300 soldados murieron desde que comenzó la ofensiva terrestre en Gaza, más de 40 de ellos eran sanitarios, paramédicos y médicos que perecieron mientras intentaban salvar la vida de otros. Más de 200 soldados sufrieron heridas graves y sus vidas se salvaron gracias a la rápida y eficaz atención que recibieron.
Según cifras de las FDI, se realizaron unas 950 extracciones en helicóptero, 4.200 soldados heridos fueron atendidos por médicos sobre el terreno, 2.400 fueron evacuados por tierra, 80 recibieron transfusiones de plasma que les salvaron la vida y 550 fueron tratados mediante torniquete arterial para detener la pérdida de sangre.
La eficacia del tratamiento médico en el campo de batalla en los ejércitos de todo el mundo se mide por la proporción de muertos y heridos. Según el Cuerpo Médico de las FDI, la media en Occidente es del 15%, y así fue desde la guerra de Vietnam. En un pasado más lejano, la proporción era del 50% debido a las infecciones en la época anterior al uso de antibióticos.
Durante la guerra del Yom Kippur de 1973, el 30% de los soldados de las FDI heridos en combate murieron a causa de sus heridas. En 2014 la media bajó al 9,9%, aunque los militares consideran que esa guerra es menos indicativa, porque no incluyó una operación terrestre prolongada.
La media en la guerra actual se redujo al 7,1% e incluso al 6,3% en el último mes. Una cuarta parte de los heridos fueron considerados graves. "Según las estadísticas mundiales, ahora deberíamos haber visto 800 víctimas mortales", sostuvo. "La principal razón por la que tuvimos éxito es la atención médica inmediata que recibió el soldado herido, a veces administrada por él mismo, otras veces por compañeros. Pero cerca hay médicos superiores y, por primera vez, se administran transfusiones de sangre en el campo de batalla".
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Un helicóptero militar lleva a los heridos al hospital Ichilov de Tel Aviv.
(Reuters)
Otro cambio respecto al protocolo anterior fue la decisión de no intubar a los heridos antes de la evacuación, para permitir una rápida extracción al hospital. Unos 10 combatientes heridos murieron en el hospital desde que empezó la guerra, una cifra considerablemente baja.
En el punto álgido, se evacuaban una media de 60 soldados heridos al día, y desde que se redujo la ofensiva, se ha registrado una media de 20 heridos a la semana, muchos de los cuales han regresado a sus unidades.
Muchas de las víctimas mortales sufrieron heridas de metralla en las costillas, que no están protegidas por los chalecos de cerámica que utilizan las FDI.
En futuras guerras, es posible que los militares decidan dotar a las tropas de chalecos antibalas más ligeros que puedan proteger más zonas del lado de los cuerpos, en lugar de la solución actual.
Si estallara la guerra contra Hezbolá en el norte, es posible que no se repitiera la misma tasa de éxito que en Gaza, debido a la inmensidad y complejidad del terreno en el sur del Líbano, en comparación con el campo de batalla pequeño y llano de Gaza, y también porque los helicópteros utilizados para evacuar a los heridos podrían no tener la misma libertad para operar y llegar a soldados más alejados.
