En algún momento de 2005, aproximadamente un mes después de empezar a trabajar como estudiante, en una gran y exigente empresa de alta tecnología con claras normas de asistencia, me enteré de que estaba embarazada.
Inmediatamente me sentí avergonzada, porque imaginé que mis compañeros de trabajo hablarían de mí a mis espaldas, y sentí aprensión por continuar mi trayectoria en la empresa en la que trabajaba. Pasaron los meses y seguí trabajando, incluso después del nacimiento de mi primer hijo.
Las críticas vinieron de una dirección inesperada, cuando una mañana la cuidadora de la guardería me preguntó si no me parecía demasiado ser madre de un bebé, trabajar en un empleo a tiempo completo y continuar con mi máster cuando mi pareja (un militar) no estaba en casa.
El insulto que sentí entonces nunca se me olvidará.
En los años transcurridos, los otros dos hijos que tuve y los lugares a los que llegue en mi vida profesional y personal contribuyeron a mi desarrollo, y hoy sé que no hay lugar para ese juicio.
El faro personal que debe guiar a todas y cada una de las mujeres debe estar en función de sus propias prioridades, nada más.
Los sentimientos de culpa que acompañan a la combinación de carrera y maternidad suelen provenir más de la barrera psicológica y de la aprensión que de la propia realidad.
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Desde 2012 no se registraba una tasa tan baja de participación de mujeres en el sector de alta tecnología.
(Shutterstock)
Cada una de nosotras crea una realidad que podría ser un faro para otras mujeres. Para mi alegría, ya tuve ese ejemplo de niña, cuando vi a mi madre desarrollar una carrera como abogada, nos enseñó a hacer lo que queremos y a afrontar las dificultades cuando surgen.
Los juicios y las críticas de la gente que nos rodea siempre existirán y la sabiduría es, aparentemente, que cada una de nosotras sepa dentro de sí misma cuáles son sus límites, qué le conviene y cuál es la mejor situación para ella, sin renunciar a sí misma y a lo que la beneficia
Los juicios y las críticas de la gente que nos rodea siempre existirán y la sabiduría es, aparentemente, que cada una de nosotras sepa dentro de sí misma cuáles son sus límites, qué le conviene y cuál es la mejor situación para ella, sin renunciar a sí misma y a lo que la beneficia.
El desarrollo profesional es mi máxima prioridad.
Ciertamente crea una rutina muy ajetreada, pero también adictiva, interesante y fascinante.
El apoyo y la ayuda de mi familia cercana, así como la externa, por supuesto, permite la combinación de todos los mundos. Como se dice: "Hace falta un pueblo para criar a un niño".
El mundo de la alta tecnología experimentó muchos cambios para ser más favorable a las mujeres en los últimos años.
Hay cosas que mejoraron, como la ampliación del permiso de maternidad, la consideración de las horas de trabajo de las madres y, por supuesto, el discurso que llevó a un cambio drástico entre los salarios de las mujeres y los hombres en la economía.
Siempre habrá cosas que mejorar, pero hoy, como miembro del consejo de administración de Cyberint, mi realidad me permite combinar la carrera profesional con la crianza de los hijos, y sabemos que nuestros empleados pueden dar valor a la organización, independientemente del género.
No es obvio trabajar en un lugar que permite a sus empleados preservar y mantener su vida personal, junto con una carrera y un desarrollo profesional y personal, y me hace feliz que cada vez veamos más empresas que sienten lo mismo.
