En las grandiosas películas de acción de las décadas de 1980 y 1990, íconos como Sylvester Stallone, Arnold Schwarzenegger o Steven Seagal equivalían a ejércitos enteros. Déjalos caer en el corazón de un territorio hostil armados con nada más que una metralleta y un cuchillo apretado en sus dientes, y en 90 a 110 minutos habrían aniquilado al ejército enemigo, capturado al jefe de estado y traído la paz al mundo (al menos hasta la secuela).
Esto era simplemente una fantasía de Hollywood hace 40 años, pero hoy en día es una realidad diaria que incluso los héroes de acción contemporáneos no pueden comprender. Hoy en día, un individuo puede influir en guerras, sabotajes e interrumpir ejércitos enteros sin lanzarse en paracaídas en la jungla y abrir fuego. Todo lo que necesitan es sentarse en una oficina con aire acondicionado y presionar un botón. Esa persona, como probablemente habrás adivinado, es Elon Musk.
Musk no posee músculos abultados, su acento no es austriaco sino sudafricano, y no irradia el atractivo sexual de una estrella de acción tradicional. Sin embargo, posee algo con lo que estas estrellas apenas podían soñar: una constelación global de satélites de Internet que se ha convertido en un componente fundamental de las comunicaciones del campo de batalla de Ucrania en su conflicto con Rusia. Él ejerce un control absoluto sobre dónde y cuándo opera esta red satelital.
El sistema de Internet satelital Starlink, una división de SpaceX de Musk, lanzó sus primeros satélites al espacio en 2019, con lanzamientos que ocurren casi todas las semanas desde entonces. Hoy en día, Musk controla más de 4.500 satélites activos de Internet en órbita orbital alrededor de la Tierra, lo que representa el 50% de todos los satélites que proporcionan conectividad satelital a aproximadamente 60 países. La ambición es expandir esta red a 42.000 satélites, logrando cobertura mundial.
Tras la destrucción por parte de Rusia de la infraestructura de comunicación tradicional de Ucrania, Starlink se ha convertido en un activo estratégico de primer nivel. El ejército ucraniano lo usa para coordinar ataques con aviones no tripulados y recopilar inteligencia. Los hospitales, las organizaciones de ayuda y las empresas también dependen de este sistema para sus operaciones diarias.
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Estos vehículos aéreos no tripulados cumplen un importante papel en la defensa de Ucrania.
(Shutterstock)
Sin embargo, la disponibilidad del sistema depende únicamente de la buena voluntad de Musk y no siempre está garantizada, como indican informes recientes. Según la nueva biografía de Elon Musk, elaborado por Walter Isaacson, un reconocido biógrafo responsable de la biografía definitiva de Steve Jobs, en 2022, Musk frustró un ataque ucraniano contra la flota rusa cerca de la península de Crimea al deshabilitar Starlink en esa área. Esta acción impidió que operaran drones militares que dependían de conexiones satelitales. Musk confirmó estos detalles en Twitter (X), afirmando que permitir la conexión habría involucrado a SpaceX en una guerra significativa.
La precisión y las implicancias de la declaración de Musk están abiertas al debate, pero la preocupación principal es clara: un poderoso sistema de comunicación global, capaz de influir en los eventos geopolíticos con consecuencias de largo alcance, está controlado por un individuo que lo opera de acuerdo con consideraciones no reveladas, sin ser responsable ante nadie más.