Kinneret
El mar de la Galilea.
EPA
Playa Amnon en el mar de la Galilea.

La "edad" del agua que bebemos

¿Dónde es más “joven” el agua? ¿En el océano, en el mar de Galilea o en los acuíferos? ¿Cómo se calcula?

Zif Zade (Instituto Davidson) - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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Las moléculas de agua han existido en la tierra desde su creación, y no se forman espontáneamente en las condiciones existentes en Israel. En consecuencia, se puede decir que tienen por lo menos 4.500 millones de años, la misma “edad” que nuestro planeta. Sin embargo, investigadores en ese campo le añaden un número significativo de años a la “edad” del agua: el tiempo que estuvieron en el depósito, ya sea en océanos, lagos o acuíferos subterráneos. Es decir, una capa de roca saturada de agua, la llamada “agua subterránea”.
El agua se mueve en ciclos incesantes entre los depósitos: se evapora y se va a la atmósfera, cae en forma de lluvia en el suelo, fluye como un corredor superficial en los ríos o se filtra en el agua subterránea, y finalmente se acumula en dichos reservorios, especialmente en el mar. Desde allí se evaporan nuevamente, y así sucesivamente. Este es el ciclo del agua desde el principio de los tiempos. La “edad” del agua en cada uno de estos depósitos es el tiempo promedio en el que una molécula de agua permanece en esos reservorios desde el momento en el que llega hasta que se va. Esta “edad” puede oscilar entre unos pocos días hasta miles de años, lo que indica el ritmo de la renovación del agua en el depósito.
En Israel, cuando abrimos el grifo en nuestras casas, el agua que sale puede provenir de distintas fuentes. El agua potable es fundamentalmente agua de mar desalinizada, y el resto es agua subterránea de pozos de agua que se extrajo del mar de Galilea. El tiempo que pasa el agua en cada tipo de depósito es consecuencia de su volumen, así como de la cantidad de agua que entra y sale regularmente de dicho reservorio.
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Playa Amnon en Kinneret
Playa Amnon en Kinneret
Playa Amnon en el mar de la Galilea.
(Tovel Tsafrir)
Por ejemplo, en el mar de Galilea, el agua permanece cinco años como promedio. Se puede calcular fácilmente el tiempo si se divide el volumen –unos 4.000 millones de metros cúbicos de agua– por la cantidad de agua que entra y que se calcula en aproximadamente 800 millones de metros cúbicos al año. Por lo tanto, suponiendo que la cantidad de agua en el mar de Galilea permanece más o menos fija, se puede calcular que el agua permanece allí durante un promedio de cinco años antes de evaporarse en el aire, ser bombeada al llamado “Transportador Nacional de Agua” o en años especialmente lluviosos fluirán a Jordania.
En contraste, en los mares y océanos una gota de agua sobrevive un promedio de 3.000 años. Este largo período se debe al hecho de que la cantidad de agua que entra a los océanos desde los ríos, y las lluvias que caen directamente sobre ellos, es relativamente muy pequeña en comparación con su enorme volumen. Por eso, cuando bebemos agua de mar desalinizada estamos bebiendo agua que fluyó al mar hace miles de años.
El agua “joven” puede estar contaminada
La “edad” del agua subterránea que se acumula en acuíferos subterráneos depende del equilibro hidrológico local. Es decir, de la relación entre el tamaño del reservorio y la cantidad de agua que entra y sale de éste en un momento dado. En general, las aguas subterráneas poco profundas tendrán varias décadas o algo más, mientras que en los acuíferos profundos el agua suele permanecer también miles de años, e incluso millones.
Dado que las aguas subterráneas no se ven, es difícil calcular su “edad” directamente evaluando el tamaño del reservorio y la cantidad de agua que entra y sale de éste. Por lo tanto, la “edad” del agua subterránea se determina utilizando métodos de datación de isótopos radiactivos como el tritio, el carbono 14, el argón 39 y el criptón 81. Estos métodos se basan en el hecho de que cada átomo radiactivo tiene “una vida media”: el tiempo en el que la mitad de los átomos se descompondrá en átomos más ligeros. Dado que se conoce la prevalencia habitual de los diversos tipos del mismo átomo (isótopos), se pueden comparar las proporciones de diferentes isótopos en el agua y calcular su “edad”
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agua
agua
Fuentes para bombear agua.
(Moshe Barcon)
La “edad” de las aguas subterráneas constituye un dato importante para el manejo del agua del acuífero, puesto que indica el ritmo de renovación del depósito. Desde el punto de vista del medio ambiente, un acuífero “joven” está más expuesto a la contaminación en su cuenca de drenaje. Es decir, los tóxicos o toxinas que se acumulan en el suelo y se filtran desde allí a las profundidades de la tierra. Un agua “joven” indica que el ritmo de suministro al acuífero es relativamente alto para su volumen, y por ello es probable que la contaminación de la superficie se extienda más rápido. Medir la “edad” del agua en varios puntos a lo largo del recorrido del flujo hacia el acuífero permite calcular la velocidad de dicho flujo y estimar el tiempo que tarda la contaminación en llegar al pozo de bombeo.
El ritmo de renovación en el acuífero cuyas aguas son antiguas es necesariamente más lento. Incluso hay acuíferos “fósiles” que no se renuevan en absoluto. Este tipo de depósitos subterráneos existen también en el Neguev, en el sur de Israel, y sus aguas se almacenaron en épocas geológicas antiguas, cuando el clima era más húmedo. Actualmente, el clima desértico no les permite renovarse de manera significativa, por lo que cuando se encuentra un acuífero de este tipo se lo trata como un recurso desechable. Las aguas subterráneas antiguas también tienden a ser más saladas, por lo que se requiere un tratamiento previo como la desalinización o mezclarla con agua dulce, antes de poder usarla para regar o para beber.
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