Bill Gates advirtió una y otra vez.

Bill Gates, el profeta

El gurú de la alta tecnología advirtió hace ya cinco años que “si algo va a matar a millones de personas será una virus, y no una guerra”. A fin de que su terrible pronóstico –33 millones de muertos en un año– no se haga realidad, Gates dona ahora miles de millones de dólares para la lucha contra el coronavirus y con objeto de que se acelere la producción de vacunas. Así fue como Gates se ha convertido en un experto en propagación de enfermedades que predice epidemias por medio de simulaciones por computadora

Israel Wellman - Adaptado por Beatriz Oberlander |
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En marzo del 2015 –entonces ya había renunciado como director general de Microsoft, pero seguía siendo un gurú de la alta tecnología–, Gates subió al conocido escenario del congreso anual de TED. Su conferencia duró menos de nueve minutos, como es tradición en TED, y casi quedó olvidada en el mar de información que nos inunda por Internet. Hasta que llegó la epidemia de coronavirus. A lo largo del mes pasado, alrededor de treinta millones de personas vieron el video que se había filmado en esa ocasión. Gates, que tiene 64 años y sigue llevando su eterno suéter, hizo entonces una evaluación de cómo se había enfocado y tratado el brote del letal virus del ébola, que hubo en el oeste de África un año antes, y lo que se aprendió de ello. Pero, en realidad, en la mencionada conferencia Gates profetizó el coronavirus del año 2020 con lujo de detalles.
“Si algo va a matar a más de 10 millones de personas en las próximas décadas, lo más seguro es que sea un virus muy contagioso, y no una guerra. No serán misiles, sino virus. La humanidad invirtió mucho en medios de disuasión de peligros nucleares, pero muy poco en un sistema que pueda frenar una epidemia. No estamos preparados para la próxima epidemia”, advirtió.


(La conferencia TED de Bill Gates de la que todos hablan)
“La próxima vez quizás no tengamos la suerte que hemos tenido con el ébola. Tal vez será un virus que infecte a personas que no guardarán cama, como en el caso de los enfermos de ébola. Y se sentirán lo suficientemente bien como para subir a un avión o ir al mercado”, predijo Gates con exactitud. Y volvió a comparar el alto nivel de preparación del mundo ante guerras con la falta de preparación ante una catastrófica crisis de salud. Y subrayó lo que todos sabemos ahora: que los sistemas de salud cuentan con presupuestos escandalosamente elevados, pero no tienen medios tecnológicos ni equipos preparados para reaccionar de inmediato y ponerse en acción. Gates reiteró su llamamiento a crear de inmediato un sistema de previsión y de respuesta global ante epidemias.
Esa no fue la única vez que hizo una advertencia similar. A Gates le gusta hacer pronósticos y profecías, y la experiencia del pasado demuestra que la mayor parte se convirtió en realidad. Que fuera el niño prodigio de la alta tecnología internacional, un fenómeno cuyos colegas dicen que es capaz de citar todas las informaciones importantes que se han publicado sobre la propagación de enfermedades en el mundo, viaja los últimos años de un país del tercer mundo a otro para estudiar a fondo los problemas que descubre. Cuando vuelve a su casa en Seattle, esos conocimientos se convierten con rapidez en programas de acción muy concretos para el fondo filantrópico que creó junto con su esposa. Se trata del Fondo Melinda y Bill Gates.
Incluso después de la mencionada conferencia TED, Gates sostuvo –en una entrevista al sitio web VOX– que “hay más de un 50 por ciento de probabilidades” de que su terrible pronóstico –según el cual una epidemia podría causar la muerte a 33 millones de seres humanos en menos de un año– se convierta en realidad en vida de él. Gates hizo su última advertencia en octubre del 2019, en un panel especial del foro económico internacional y el Hospital John Hopkins de Estados Unidos. “He financiado un grupo para que examine y analice modelos de enfermedades, basado en simulaciones por computadora”, contó. “Y cuando se cuenta con un grupo de modelos de este tipo, lo más natural es tratar de prever qué sucedería si estallara en nuestros días una epidemia como la de gripe española. Los sistemas de salud son mucho mejores ahora, por lo que hay una tendencia a pensar que la epidemia no sería tan terrible. Pero si estallara una epidemia como ésta hoy en día… en dos meses se propagará a todos los centros urbanos del mundo”. Bingo.
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Bill Gates advirtió una y otra vez.
Bill Gates advirtió una y otra vez.
Bill Gates advirtió una y otra vez.
(AP)
Desde las alturas de su nuevo estatus como profeta, Gates advirtió hace una semana –en declaraciones al diario británico Daily Mirror– que él prevé a partir de ahora una epidemia similar a la de coronavirus cada 20 años: “El aumento de la cantidad de vuelos internacionales significa que la amenaza de epidemias es ahora mayor que en cualquier otro momento de la historia”.
La propagación del coronavirus trajo de golpe al presente la sombría visión de Gates, y la devolvió a los titulares de los diarios de Estados Unidos, numerosas actividades que llevó a cabo durante años y que parte de la opinión pública consideró esotérica, por ejemplo por sus intentos de crear avanzados sistemas de alcantarillado en zonas atrasadas. Gates, que nunca evitó las cámaras fotográficas ni los micrófonos, se convirtió el último mes en una de las personas más entrevistadas de Estados Unidos. Y da las entrevistas desde su mansión, situada al borde de un lago próximo a Seattle. Y envió a sus seguidores en Twitter una foto de su cuarto de trabajo junto al perro de la familia, y con un cartel preparado de antemano en el que se leía “trabajo desde casa”.
El renovado interés por Gates no deriva solamente del hecho de haberse convertido en un experto en ese campo, sino también de su decisión de “abrir la billetera”. En un artículo que publicó hace algo más de una semana en el diario Washington Post, lanzó una bomba sin precedentes: su fondo va a invertir de inmediato miles de millones de dólares en la creación de fábricas avanzadas para siete empresas destacadas que intentan producir estos días vacunas contra el coronavirus. La intención es reducir drásticamente el tiempo que va de la elaboración de la vacuna a su distribución en todo el mundo. Se trata de una decisión audaz porque está claro que de las siete empresas sólo una –o tal vez dos– llegarán “a la final”, y la inversión en las otras cinco fábricas será simplemente a fondo perdido. Pero Gates es un racionalista. “Puesto que es posible que algunos de los candidatos más destacados hagan uso de equipos muy específicos, tenemos que construir instalaciones para cada uno de ellos. Y podemos empezar a hacerlo ahora mismo. Es cierto que gastaremos miles de millones también en experimentos que no desembocarán en una vacuna, pero qué son unos miles de millones en la situación actual, que causa la pérdida de millones de millones de dólares… Vale la pena”. Gates espera que también gobiernos participen en estos gastos, aunque en una entrevista que dio a un canal de la televisión británica explicó: “El dinero que nosotros adelantemos puede acelerar las cosas. Vamos a financiar fábricas para las siete empresas únicamente para que después no tengamos que perder tiempo preguntándonos ‘a ver qué vacuna funciona’, y sólo después construir la fábrica”.
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Gates se propone invertir miles de millones de dólares en la producción y distribución de una vacuna.
Gates se propone invertir miles de millones de dólares en la producción y distribución de una vacuna.
Gates se propone invertir miles de millones de dólares en la producción y distribución de una vacuna.
(Ynet)
Ya al comienzo del estallido del virus en Estados Unidos, el fondo de los Gates anunció una donación de 100 millones de dólares a las instituciones de salud que luchen contra el coronavirus en todo el mundo. A comienzos de marzo, dicho fondo se sumó al proyecto de varias empresas que se unieron para luchar contra el virus, y se comprometió a donar otros 125 millones de dólares. Al mismo tiempo, el departamento de inversiones privadas de Gates donó “kits” de pruebas caseras de coronavirus a todos los habitantes de Seattle.
Gates fundó Microsoft en el año 1975 –con sólo 19 años de edad–, junto con su buen amigo Paul Allen, que murió de cáncer hace menos de dos años. En pocos años, Microsoft se convirtió en la empresa de “software” más grande, rica y fuerte del mundo. Hace ya 20 años, cuando dejó el cargo de director general y de principal “arquitecto” de programas de la empresa, Gates era considerado el hombre más rico del mundo. Desde entonces, un año u otro le quitan la corona y él la recupera, y así sucesivamente. A finales del 2019, la revista Forbes calculó que su fortuna ascendía a 106.000 millones de dólares, y ocupaba el segundo lugar en el mundo después del fundador de Amazon, Jeff Bezos.
Ahora Gates dedica su vida al fondo que creó junto con su esposa en el año 2000. Entonces, a la edad de 44 años, no tenía ninguna intención de pasar el resto de su vida jugando al bridge y comiendo hamburguesas con su amigo, el multimillonario Warren Buffett, el pasatiempo favorito de éste. Gates suele tomarse un descanso de vez en cuando. Entonces llena una bolsa con libros gordos de ensayo, en su mayoría sobre temas relacionados con la morbilidad en países pobres, y se aísla durante días en una cabaña que hay a la entrada de su mansión. Desde su creación, el Fondo Melinda y Bill Gates ya ha donado 45.000 millones de dólares a diferentes causas. Comenzó por ayudar a la educación en África, siguió con proyectos de anticoncepción para mujeres y para la reducción de morbilidad de bebés, así como para la construcción de infraestructuras de alcantarillado en zonas dejadas de la mano de Dios. En los últimos años, también ha invertido en la creación de una base de datos computarizada para producir fármacos y vacunas a fin de erradicar definitivamente la polio, así como la lucha contra el SIDA y la tuberculosis.
En una crónica que publicó el diario británico The Telegraph, la redactora Mary Riddell siguió a Gates durante tres meses, y lo contó. Gates “programa su agenda minuto por minuto. Muchos días hay “fragmentos” de cinco minutos. Y todas las reuniones, así como cada vez que le estrecha las manos a alguien, están calculadas hasta el último segundo”. Gates está involucrado en todos los detalles. Viaja por África, India y Sudamérica, establece y/o estrecha relaciones con líderes mundiales, da entrevistas con generosidad junto a instalaciones de alcantarillado y sanitarias, bebe ante las cámaras agua clara que se produjo a partir de heces humanas. Antes de hablar con representantes de la revista Forbes en el 2011, asumió el ambicioso reto de reducir en un 80 por ciento y a lo largo de 25 años la morbilidad por enfermedades infecciosas en el mundo. Y he aquí que antes de arribar a la mitad del camino llegó el coronavirus, en mala hora.
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En una época, Windows era el centro de su vida. Ahora es el fondo filantrópico de él y su esposa.
En una época, Windows era el centro de su vida. Ahora es el fondo filantrópico de él y su esposa.
Gates en su casa y con su perro: "Trabajo desde casa".
(Twitter)
Por cierto, el alto perfil mediático de Gates en las últimas semanas también ha dado lugar a una teoría conspirativa –una de tantas– que surgen en una crisis. Gates, según esa teoría, planificó el estallido del virus a fin de ganar enormes sumas de dinero por vacunas que preparó de antemano en colaboración con un instituto británico de nombre Pirbright.
Hace poco más de un mes –el 12 de marzo–, Gates dejó definitivamente Microsoft después de 45 años, y también abandonó su cargo como miembro del directorio de la empresa. Y dejó asimismo el directorio de la gigantesca empresa Berkshire Hathaway de Warren Buffet, pero sigue siendo uno de los dueños con más acciones de Microsoft.
Sólo una semana después, cuando el coronavirus ya comenzó a propagarse en Seattle y en el Valle de Silicon, fue invitado a participar en un panel virtual sobre el sitio web que tanto le gusta: Reddit. “Si Estados Unidos impone un confinamiento total y hace una cantidad suficiente de pruebas –dijo con optimismo–, en un plazo de entre seis y diez semanas registrará un número muy bajo de casos nuevos, y podrá volver a estar activo. Pero si los demás países no hacen lo mismo, o si el aislamiento no se da en todas las zonas al mismo tiempo, eso no va a funcionar.”
Y no funcionó. El pronóstico no tuvo en cuenta que en Estados Unidos rige la era Trump. El gobierno tardó, por supuesto, en declarar el confinamiento, y por supuesto no lo hizo de manera coordinada, y no se preparó en absoluto para hacer pruebas y a fin de contar con respiradores. Pasó una semana más, y en una entrevista que dio a la CNBC, Gates dijo enojado: “Estados Unidos ha perdido la oportunidad porque no actuó con suficiente rapidez en la crisis. Todos tendrían que haber prestado atención al virus ya en enero”. Y en una entrevista a TED criticó al presidente sin mencionarlo. “No se le puede decir a la gente ‘sigan yendo a los restaurantes, sigan comprando casas y hagan caso omiso de las montañas de cadáveres que hay allí, en un rincón. Queremos que sigan haciendo sus compras’. Tal vez porque hay un político que piensa que el crecimiento del PIB del país es lo único que importa. Es muy irresponsable decir que podemos gozar de los dos mundos”, agregó. “Hacer que la economía vuelva a funcionar es más reversible que devolverle la vida a los muertos”. Antes de ayer, cuando oyó sorprendido y horrorizado que Trump iba a suspender la financiación de la Organización Mundial de la Salud (OMS), escribió lo siguiente en Twitter: “Dejar de financiar dicha organización en el momento álgido de la crisis mundial de la salud es tan peligroso como suena. El trabajo de la OMS reduce la propagación del virus, y si se interrumpe ninguna otra organización podrá hacer el trabajo en lugar de ellos. El mundo necesita ahora más que nunca a la Organización Mundial de la Salud”.
Consciente de su estatus, Gates publica en su “blog” personal “Gates Notes” respuestas a consultas que le hacen sobre el coronavirus. Parece claro que quienes se dirigen a él y le formulan preguntas, intentan aferrarse a su capacidad de profetizar, por ejemplo, acerca de si se pueden reducir los 18 meses que se requieren como mínimo para producir una vacuna. “Las vacunas requieren pruebas y experimentos clínicos, a fin de garantizar que son seguras y efectivas. Las primeras vacunas que obtengamos serán para el tratamiento de los trabajadores clave. Eso puede suceder antes de 18 meses si todo funciona bien. Pero no podemos prometer nada de lo que no estemos seguros”, respondió. Gates se muestra más optimista respecto de la posibilidad de dar con un tratamiento efectivo para los enfermos de coronavirus antes de contar con una vacuna.
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Estados Unidos no actuó con la suficiente rapidez.
Estados Unidos no actuó con la suficiente rapidez.
Estados Unidos no actuó con la suficiente rapidez.
(AP)
Gates detalló en el diario Washington Post sus líneas maestras para salir de la crisis en Estados Unidos: un cierre de diez semanas en todos los estados, un plan gradual para llevar a cabo pruebas, normas para el reparto de mascarillas y respiradores, y el trabajo con vistas a una vacuna. El 8 de marzo ya dijo abiertamente que es posible que sólo en otoño del 2021 (en el hemisferio norte), los estadounidenses puedan sentirse completamente seguros, después de que haya una vacuna y llegue a todos. “Mientras no la tengamos, la vida no va a volver a la normalidad”. Pero, no obstante la buena voluntad de conservar el optimismo, en un artículo que publicó hace una semana en la revista médica de New England, Gates se mostró más preocupado. “La última semana, el COVID-19 (el nombre médico del coronavirus) empezó a comportarse como el patógeno que se produce una vez cada siglo, que era lo que nos preocupaba y temíamos. Espero que no sea terrible, pero debemos suponer que sí lo será mientras no estemos seguros de lo contrario”.
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