Desde el comienzo de la guerra, las empresas de alta tecnología y las fábricas que producen productos electrónicos se enfrentaron a problemas inesperados: la importación de componentes de China se volvió más difícil.
De hecho, se informó sobre carencias en piezas de doble uso, es decir, que pueden utilizarse tanto en la producción civil como militar.
Los importadores israelíes explican que China no anunció oficialmente la imposición de sanciones, pero en la práctica los proveedores llevan adelante una especie de "huelga" contra Israel. De repente, hay requisitos adicionales para los importadores y tienen que completar muchos más trámites que antes.
También existen otros obstáculos burocráticos y las entregas se retrasan con el pretexto de que no todos los documentos están completos.
El problema llamó la atención del Ministerio de Economía israelí, quien, a su vez, se puso en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores en China.
Una fuente del gobierno israelí, que habló bajo condición de anonimato, dijo que había un problema con los suministros de China para la industria electrónica y de alta tecnología en Israel.
Según él, de todos los controles se desprende que China no cambió la política oficial, sino que introdujo mayores medidas de supervisión que no existían.
Las medidas aparecieron literalmente inmediatamente después del inicio de la guerra en Gaza y la fuente se quejó de que China está poniendo a las fábricas en Israel en una situación incierta, ya que se interrumpió el calendario de entregas.
Como es sabido, desde el comienzo de la guerra, Beijing adoptó una clara posición pro palestina.
Una fuente de una de las fábricas israelíes, en conversación con Ynet, expresó la opinión de que se habla de "sanciones ocultas de China".
Varios importadores israelíes recurrieron a un truco para sortear las medidas. Presentan una solicitud de suministro en nombre de su oficina de representación en otro país, a la que China no impone requisitos adicionales.
La advertencia es que las entregas a través de terceros generan precios más altos para los componentes y demoran más en entregarse.
Esta no es la única traba de China hacia Israel. El 13 de diciembre se supo que Beijing se negó a enviar trabajadores al Estado judío.