La élite de Jerusalem sufrió de enfermedades infecciosas en algún momento durante la era del Primer Templo, reveló el análisis de un pozo negro en el jardín de una propiedad de lujo descubierta en el Paseo Armon Hanatziv.
Un nuevo estudio realizado por la Universidad de Tel Aviv y la Autoridad de Antigüedades de Israel expuso los restos de huevos de gusanos intestinales de 2.700 años debajo del inodoro de piedra en la magnífica propiedad privada.
Los restos de huevos pertenecen a cuatro tipos diferentes de parásitos intestinales: lombrices intestinales, tenias, tricocéfalos y oxiuros. Según los investigadores, el asiento de piedra del inodoro estaba en el "baño" de la finca, y la presencia de los gusanos indica que incluso los residentes ricos de Jerusalem en ese momento padecían enfermedades y epidemias.
El estudio fue dirigido por la Dra. Dafna Langgut del Departamento de Arqueología y Culturas del Antiguo Cercano Oriente de la Universidad de Tel Aviv. La investigadora recogió muestras de sedimento del pozo negro y, en su laboratorio, extrajo químicamente los huevos del parásito, los examinó con un microscopio óptico y los identificó.
La investigadora recogió muestras de sedimento del pozo negro y, en su laboratorio, extrajo químicamente los huevos del parásito, los examinó con un microscopio óptico y los identificó
"Los hallazgos de este estudio se encuentran entre los primeros observados en Israel hasta la fecha", señaló Langgut. “Estos son huevos perecederos y, en las condiciones especiales que proporciona el pozo negro, sobrevivieron durante casi 2.700 años. Los gusanos intestinales son parásitos que causan síntomas como dolor abdominal, náuseas, diarrea y picazón. Algunos de ellos son especialmente peligrosos para los niños y pueden provocar desnutrición, retrasos en el desarrollo, daño al sistema nervioso y, en casos extremos, incluso la muerte”, explicó.
Langgut cree que la enfermedad intestinal en ese momento podría haberse debido a las malas condiciones sanitarias que causaron la contaminación fecal de los alimentos y el agua potable, o podría haber sido debido a una falta de conciencia sobre la higiene, como no lavarse las manos.
Otras posibles fuentes de infección fueron el uso de heces humanas para fertilizar los cultivos y el consumo de carne mal cocida. En ausencia de medicamentos, la recuperación de los parásitos intestinales era difícil o imposible, y los infectados podían sufrir los parásitos por el resto de sus vidas. Por lo tanto, es muy posible que los hallazgos del estudio indiquen una enfermedad infecciosa molesta y de larga duración que afectó a toda la población.
“Estos son huevos perecederos y, en las condiciones especiales que proporciona el pozo negro, sobrevivieron durante casi 2.700 años"
Dra. Dafna Langgut, Universidad de Tel Aviv.
Langgut explicó que estos parásitos todavía existen hoy, pero el mundo occidental moderno desarrolló medios de diagnóstico y medicamentos efectivos, por lo que no se convierten en una epidemia.
Ya'akov Billig, director de la excavación en nombre de la Autoridad de Antigüedades de Israel, explicó que la propiedad descubierta se remonta a mediados del siglo VII a. C., finales de la Edad del Hierro. En el sitio se encontraron artefactos de piedra de extraordinaria mano de obra, como capiteles decorados en el estilo protoeolico de una cantidad y calidad poco comunes para la época en el antiguo Israel.
Adyacente a la mansión se emplazaba un jardín de grandes dimensiones con una vista de la Ciudad de David y el Monte del Templo. Fue aquí, junto con los restos de árboles frutales y ornamentales, donde se encontró el pozo negro estudiado por Langgut.
Para la Dra. Langgut, esta fue una oportunidad de aplicar un campo de investigación llamado arqueoparasitología que había comenzado a desarrollar en su laboratorio. En este campo, los investigadores identifican restos microscópicos de huevos de gusanos intestinales para conocer la historia de enfermedades y epidemias. Esta área proporciona nueva información sobre la higiene humana, el estilo de vida y las condiciones sanitarias.
Langgut y Billig no se sorprendieron por la recuperación de un inodoro en el prestigioso jardín de la finca. "Las instalaciones sanitarias eran extremadamente raras en ese momento y eran un símbolo de estatus, una instalación de lujo que solo los ricos y de alto rango podían pagar".
Eli Escozido, director de la Autoridad de Antigüedades, dijo que “la investigación logra tocar los más finos detalles de la vida cotidiana en la antigüedad. Ahora es posible extraer información fascinante de materiales que antes no teníamos las herramientas para manejar científicamente. Hoy en día, la investigación arqueológica está alcanzando logros notables y conduciendo a una mejor comprensión de las formas de vida pasadas, una comprensión que, al parecer, solo seguirá evolucionando".