El Estado de Israel es hoy considerado uno de los países más ricos del mundo. Esto sucede a pesar del hecho de que el Estado judío está ubicado en medio del árido desierto del Medio Oriente y con bastantes enemigos a su alrededor que quieren destruirlo. Sin embargo, un glorioso país occidental ha surgido en la misma tierra que hace unos 150 años Mark Twain describió como un desierto en ruinas, pobre y miserable.
¿Cómo ocurrió? Gracias a las crisis que ha sufrido el Estado de Israel a lo largo de su corta historia, a la capacidad de maniobra y a la flexibilidad cognitiva que se han convertido en el ethos israelí. Las guerras y los desafíos de seguridad, los recursos hídricos casi inexistentes, la gran inmigración del norte de África y de países de la ex Unión Soviética y muchas otras dificultades que acompañaron al joven país en sus inicios, requirieron soluciones rápidas y creativas. Pero también hay un evento sin el cual las cosas podrían haber sido diferentes, un evento que tuvo lugar hace exactamente 100 años. En 1921, los mayores empleadores de la economía se unieron por primera vez, un acontecimiento que marcó el comienzo de la industria israelí.
Cien años después, Israel es considerado una potencia industrial en muchas áreas, incluida la alta tecnología, las armas y el agua. ¿Qué distingue a los israelíes, qué crisis han atravesado en el camino y cuál es el secreto de su éxito? Veamos.
El poder de la alta tecnología: enseña a pensar de manera diferente, fuera de la caja
Startup Nation (Nación startup) se ha convertido en el segundo nombre del Estado de Israel, pero ¿cómo empezó todo y cómo se convirtió en la potencia de alta tecnología que es hoy? "La startup como la conocemos hoy, comenzó en los años 90, pero las empresas que se convirtieron en las pioneras de la industria surgieron en los años 80", explica Marian Cohen, presidente del Grupo Mer y de la Asociación de las Industrias de Alta Tecnología de la Unión de Industriales de Israel.
Cohen aclara que “startup” se ha convertido en un término rutinario, pero no siempre se entiende correctamente. "Por definición, una startup es una idea nueva o innovadora. Por lo general, es una empresa en ciernes que no espera ganancias inmediatas y que busca una dirección y puede cambiar a lo largo del proceso. El cambio es parte de su esencia, a diferencia de una industria que cuenta con un presupuesto, ventas, mano de obra y resultados definitivos. En cuanto a pérdidas y ganancias, una startup también se puede medir por su potencial", sostiene.
Se puede hablar de la clasificación como “Nación startup” a mediados de la década de 1990, cuando miles de emprendimientos pequeños e innovadores surgieron como hongos después de la lluvia. A fines de la década de 1990, Israel ocupaba el quinto lugar en el mundo en número de startups. "Si bien la industria de la alta tecnología de la década de 1980 era una industria establecida y productiva, en la década de 1990, surgieron las “puntocom”, que eran menos productivas. No tenían productos, sino sueños”, explica Cohen.
La burbuja de la alta tecnología y las startups “puntocom”, dice Cohen, crecieron en un tiempo relativamente rápido, y finalmente explotaron en un "big bang" a principios de la década de 2000, hundiendo al mundo entero en una profunda crisis. "En la crisis de las puntocom se perdió una gran cantidad de dinero. Hubo quienes lo llamaron una corrección técnica. Muchas empresas fueron eliminadas y otras bajaron a sus verdaderos valores. La burbuja estalló porque la gente estaba cegada, buscando dónde invertir el dinero para cumplir un sueño. Esta crisis puso orden. La burbuja es un proceso legítimo, eso se puede ver incluso hoy”, agrega.
- ¿Cómo se convirtió Israel en una gran incubadora de empresas emergentes?
- Me enorgullece decir que tenemos una singularidad que no se encuentra en ningún otro país, principalmente por el Ejército. Los jóvenes ingresan al servicio militar a los 18 años y les enseñan a pensar de manera diferente, fuera de la caja. Es un marco de madurez.
"Otro parámetro es el tecnológico, ya que en la década de 1980 hubo un gran crecimiento en este aspecto. El Ejército entendió la importancia de la tecnología de guerra, y hubo una gran inversión tanto en ella como en la mano de obra. Había presupuestos para desarrollar proyectos de defensa y gente talentosa. Los militares proporcionaron entrenamiento inicial y despertaron el instinto básico de curiosidad. Es una ventaja que no se encuentra en ningún otro lugar del mundo", manifiesta Cohen.
- ¿Cómo ha cambiado la alta tecnología en los últimos veinte años?
- Las startups de los años 90 y 2000 fueron mucho más audaces. Hoy la realidad es diferente. Hay menos estímulo para crear nuevas empresas y los costos salariales han subido de manera increíble. Un joven que fue dado de baja del ejército hoy no tiene incentivo para iniciar una startup. Se va a trabajar a Google o a Facebook. Estas empresas quieren absorber a los jóvenes para que su startup se produzca desde dentro de la empresa. Estas firmas tienen hoy centros de desarrollo, y es significativamente más sencillo emprender en un entorno que apoya a las personas que de manera independiente.
El presidente de la Asociación de Industriales, el doctor Ron Tomer, señala que a lo largo de las crisis que la sociedad israelí ha vivido, desde los días del asentamiento en la Tierra de Israel, la industria local siempre ha sido capaz de responder rápidamente, adaptarse y brindar soluciones en momentos difíciles. "Durante los últimos cien años, la Asociación de Industriales siempre ha estado allí para permitir que la industria prospere a partir de las crisis y mediar entre las necesidades de la economía y las soluciones creativas de la producción israelí. Incluso hoy, cien años después de que los primeros industriales fundaron la asociación, hemos recibido un recordatorio importante con la pandemia de coronavirus, la cual ha puesto de relieve al mundo entero lo fundamental que es la independencia productiva para la vida de todos nosotros", indica.
Restauración de un tanque de la Segunda Guerra Mundial
El orgullo de la alta tecnología tal vez nos hizo olvidar que Israel además es una gran potencia en la industria de defensa. "Una de las ventajas del Ejército israelí es el servicio de reserva", dice el general de brigada (res.) Avraham Bar-David, ex presidente del Foro de Vehículos Blindados de Combate en la Asociación de Industriales y ex director ejecutivo de varias compañías en la industria militar, incluida Tamuz. “Algunos de los reservistas trabajan en la industria y conocen las necesidades militares. Saben cómo resolver problemas en el terreno y llevar el desarrollo a niveles mucho más altos”, dice. "Anteriormente, se solían reunir miembros de la industria de defensa con comandantes del Ejército para que éstos últimos pudieran señalar qué era lo que les hacía falta”, añade.
La historia de la industria de defensa en Israel comenzó incluso antes del establecimiento del estado, cuando los pioneros lucharon por la independencia y fabricaban armas ligeras en secreto. Con el fundación del estado, Israel se armó principalmente mediante la importación de armas de la Segunda Guerra Mundial. "Hasta que desarrollaron el rifle Uzi en la década de 1960, el rifle dominante era el checo Mauser K98. El Ejército usaba esta arma mientras intentaba comprar otras en el mercado”, comenta.
La revolución que hizo avanzar a Israel y lo convirtió en una potencia de defensa independiente ocurrió después de la Guerra de los Seis Días. "El Ejército recogió una gran variedad de armas, pero su operación era compleja. Los soldados israelíes no estaban familiarizados con ellas, por lo que se precisó llevar a cabo cambios drásticos”, agrega.
La grandeza de la industria de la defensa, explica Bar David, fue la capacidad no solo para desarrollar nuevas armas, sino especialmente para actualizar los sistemas existentes. “Se tomaban cañones rusos y se les ponía ruedas de cañones franceses, o bien se tomaban tanques Sherman de la Segunda Guerra Mundial y se les reemplazaba el cañón, el motor y el sistema de transporte para transformarlos en tanques completamente diferentes”, señala.
- ¿Por qué restaurar las armas y no invertir en nuevos desarrollos?
- En Suiza puede haber tiempo para pensar y desarrollar armas. En Israel nunca ha habido tiempo. Desafortunadamente, la frecuencia de las guerras aquí siempre ha sido alta, por lo que ha sido necesario aprender lecciones rápidamente, ponerlas en práctica de inmediato y estar un paso por delante del enemigo. Sin embargo, al mismo tiempo siempre se han desarrollado armas, como la Uzi y la Merkava.
En 1973, después de la guerra de Yom Kipur, la industria de defensa dio un paso más y comenzó a vender sus productos a Ejércitos de otros países. "La industria de defensa no podría existir si sólo funcionara en el mercado local. Ha sido lo suficientemente inteligente como para irrumpir en nuevos mercados y vender a países que no amenazaban la seguridad de Israel", expresa.
- ¿Cómo está la industria de defensa hoy en día?
- Hoy, la industria desarrolla cosas que otros no tienen. Su capacidad es muy alta. La etapa de la demanda al desarrollo es muy rápida. Actualmente, hay países que se encuentran en la primera línea del conflicto y sabemos cómo mejorar sus armas. Además, las industrias israelíes saben cómo ofrecer actualizaciones personalizadas. Por eso es líder en su campo en comparación con otras grandes industrias de todo el mundo.
Del "Israel se está secando" a la tecnología del agua
Es posible que muchos no lo sepan, pero en la última década Israel se ha convertido también en una potencia en el sector del agua, todo gracias a las ambiciosas plantas desalinizadoras que comenzaron a principios de la década de 2000. “En 2000, el primer ministro Ariel Sharon vio el futuro. Habló de la escasez de agua como un problema existencial en el Estado de Israel. Pocos políticos pensaban como él a largo plazo. Gracias a él, se comenzaron a construir las instalaciones de desalinización", dice David Milogai, director general de Omis Water Systems, que opera la planta de Hadera.
“La mayoría de nosotros nació en una realidad de escasez de agua. Nos habíamos memorizado consignas en el jardín de infantes como “Cada gota vale” o "Israel se está secando" y nos preocupaba el nivel del Mar de Galilea", recuerda Milogai. Sin embargo, gracias a las instalaciones de desalinización, la primera de las cuales se estableció en Ashkelon en 2005, el ejecutivo dice que la capacidad de desalinización en Israel hoy es de 600 millones de metros cúbicos por año y se estima que para 2030 será de 1.100 millones.