Frank Collin, con el brazo extendido, en una manifestación de fines de los 70.
Frank Collin, con el brazo extendido, en una manifestación de fines de los 70.
Bettmann Archive / El País
Aryeh Neier en una foto tomada en 2019.

El abogado judío defensor de nazis

El abogado Aryeh Neier cuenta, ahora en un libro que se reedita en español, cómo hizo para defender a quienes representaban al régimen que lo había obligado a huir con su familia de Berlín en 1939.

El País - Adaptado por Rubén Pereyra |
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El diario español El País publicó estos días la historia del abogado Aryeh Neier, que en los años 70 asumió la defensa de un grupo de neonazis que intentaban provocar y agredir a víctimas del Holocausto en una localidad de Illinois, Estados Unidos.
En abril de 1977 –cuenta El País–, el líder neonazi Frank Collin había anunciado que él y su grupo de acólitos iban a manifestarse en Skokie, Illinois, donde la mayoría de sus casi 70.000 habitantes eran judíos, y donde vivía, además, la mayor concentración de supervivientes del Holocausto después de Nueva York.
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Aryeh Neier en una foto tomada en 2019.
Aryeh Neier en una foto tomada en 2019.
Aryeh Neier en una foto tomada en 2019.
(Jakob Gatzka / El País)
Una decisión de la justicia les impedía impedía pasearse con esvásticas, uniformes y parafernalia nazi entre las víctimas del genocidio. Por ello es que Collin recurrió a la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) para que defendiera su derecho a la libertad de expresión y manifestación.
Aryeh Neier es un abogado que que a los 2 años de edad debió buir de Alemania con sus padres y, tras pasar varios años como refugiados en Reino Unido, llegaron a Estados Unidos en 1947. La mayor parte de su familia pereció en los campos de exterminio. Activista por las libertades civiles y los derechos humanos desde su época de estudiante de secundaria, Neier presidía la ACLU en aquel momento y aceptó el caso sin dudarlo.
“Creo que recuerdo bien todo, igual he olvidado un par de cosas, pero lo que ocurrió lo tengo grabado”, declaró para El País, desde Nueva York, el abogado que ahora cuenta con 83 años. “Nunca me arrepentí, siempre creí que estaba haciendo lo correcto", añadió.
“El derecho a reunirse y hablar libremente y sin necesidad de permiso debería ser incontestable”, rezaba el primer informe de la ACLU en 1920. Sin embargo, los habitantes de Skokie, memoria viva del asesinato de seis millones de judíos, se rebelaban al grito de “Nunca más” y no comprendían la postura de esta organización.
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Frank Collin, con el brazo extendido, en una manifestación de fines de los 70.
Frank Collin, con el brazo extendido, en una manifestación de fines de los 70.
Frank Collin, con el brazo extendido, en una manifestación de fines de los 70.
(Bettmann Archive / El País)
La decisión que tomó el abogado, de defender el derecho a manifestarse por parte del grupo neonazi, desencadenó entonces una tormenta social, presiones financieras sobre la ACLU (que se sostenía gracias a lo que pagaban sus socios), un intenso debate mediático y un proceso judicial que Neier –fundador después de Human Rights Watch– contó en Defendiendo a mi enemigo, libro que publica ahora en español el Instituto Berg con traducción de Nuria Brufau.
El relato de Neier conlleva una fuerte carga simbólica. El grupo neonazi no era relevante, no tenían una gran representación y presencia política. Lo que estaba en juego en los hechos de Illinois iba mucho más allá de eso. Neier creía que, en igualdad de condiciones, la verdad triunfaría siempre. De ahí que hubiera que dejar a cada uno decir lo que quisiera, por mucho que doliera. “No estoy tan seguro hoy en día de que la verdad prevalezca siempre contra el mal”, confiesa con pesar cuando las redes sociales y las fake news surgen en la conversación que el abogado mantuvo con el diario español.
“Y yo, siendo judío, ¿cómo puedo negarme a defender la libertad, aunque sea para los nazis?”, resume Neier en su ensayo.
Defendiendo a mi enemigo se convirtió en un texto fundamental, luego de su publicación en 1979. “Hay en las acciones de Neier un coraje y determinación forjados en la condición de refugiado como lo fueron también Raphael Lemkin y Fritz Bauer. En su legado encontramos la disciplina, obediencia, inteligencia y humanismo y sobre todo una manera de innovar y poner en práctica los paradigmas de libertad que representan los derechos humanos. Para Neier defender el derecho a la libertad de expresión del partido nazi de Estados Unidos representó la responsabilidad de estar a la altura de los ideales de la democracia y del Estado de derecho”, asegura Joaquín González, codirector del Instituto Berg, que llena con esta publicación un vacío de más de 40 años.
El 9 de julio de 1978, después de 16 meses de polémicas y batallas judiciales, un puñado de nazis se manifestó en el parque de Marquette (Chicago). Era el lugar habitual para el despliegue de su parafernalia y lo preferían a Skokie, que era más pequeño y que sólo usaron para hacerse notar. Ese movimiento siguió en la intrascendencia, pero el triunfo fue para Neier y los defensores a ultranza de la libertad del enemigo.
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