Judíos jasídicos en Uman, en 2019.
Judíos jasídicos en Uman, en 2019.
EPA
La peregrinación a la tumba de Najman en Uman se convirtió en una tradición de Rosh Hashaná.

Najman de Breslev, el rabino adelantado a su época

Cientos de miles de seguidores, inspirador de fiestas en las calles y una peregrinación masiva a una lejana ciudad de Ucrania. Dos siglos después, se convirtió es un ícono cultural del judaísmo.

Eliezer Hayun - Adaptado por Tom Wichter |
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Sufrió, viajó y creó una nueva corriente judía. Dos siglos después las calles israelíes bailan al ritmo de su nombre y su figura es rescatada por miles de judíos que celebran cada Rosh Hashaná junto a su tumba en Ucrania. ¿Quién fue este referente religioso que murió con apenas 38 años y dos siglos después volvió a ser una figura relevante del judaísmo? ¿Por qué tantos judíos jasídicos de todo el mundo viajan cada Rosh Hashaná a la ciudad de Uman?
Najman, cuyo nombre rinde homenaje a su abuelo paterno, nació en 1772 en el pueblo ucraniano Medzhybizh, en la región de Podolia. En 1785, poco después de su Bar Mitzva, se casó con Sasia, la hija del rabino Efraim, gobernador de la ciudad de Husiatyn en donde se estableció la joven pareja. Cinco años después del casamiento Efraim muere y Nachman con su esposa se mudan Medvedevka. Allí, luego de que se conociera la historia de una niña rescatada del secuestro de un sacerdote, la gente comienza a acercarse al joven y carismático rabino, que rápidamente pasa a ser foco de polémicas por criticar a otros rabinos por su frivolidad y “externalidad”.
En 1978 el rabino Najman decide emigrar a la peligrosa Tierra de Israel, en esos tiempos testigo de una guerra entre Napoleón y el imperio Otomano. La introspección, lo interno, pasan a ser una característica del rabino y los viajes, una práctica inusual para la época, su marca registrada. “Tenía un interés especial en los viajes, las transiciones y los nuevos comienzos, varias veces en su vida atravesó cambios extremos y dramáticos”, lo define el doctor Zeev Kitsis, investigador de la universidad Bar Ilan.
“El objetivo del viaje fue el viaje en sí mismo, en Israel estuvo poco tiempo y quiso regresar. Y además destacó en ese tiempo por vestir ropas extrañas, como si ‘desmantelara su identidad’. Irse de un lugar tiene un elemento de desintegración, y toda su vida se caracterizó por la inquietud, los viajes, el deseo de llegar a algún destino”, agregó Kitsis.
Después de algunos meses en Israel regreso a Ucrania y tras algunos años de viajes, disputas y persecución, en 1802 llega a un pequeño pueblo llamado Breslev y decide que su legado jasídico llevará el nombre de ese lugar, que en hebreo escrito se compone de las palabras carne (“basar”) y corazón (“lev). En esos años Najman sufre la muerte de su esposa y dos hijos. En uno de ellos, Shlomo Efraim, el rabino abrigaba esperanzas mesiánicas. En medio de su gran dolor personal y su declive espiritual, durante un tiempo pidió a sus alumnos que dejaran de seguir sus pasos. Pero meses después se casó por segunda vez, volvió a la congregación y con energías renovadas.
"En el siglo XVIII el jasidismo era lo más importante que sucedía en el judaísmo europeo”, explica Haviva Pedaya, profesora de historia judía en la universidad Ben Gurión, y destaca al rabino Najman como la figura central de este fenómeno. “Su capacidad para tomar conceptos de las enseñanzas jasídicas y de la Cabalá, y adaptarlas al hombre moderno de una manera filosóficamente existencialista, fue un método casi exclusivamente suyo”, afirma.
En uno de sus viajes, el rabino Najman pasó por la ciudad de Uman, donde se enteró de la horrible masacre que décadas antes habían sufrido los judíos del lugar por parte de los cosacos: unos 30 mil murieron tras negarse a convertirse al cristianismo. Al conocer esta historia el rabino les dijo a sus familiares y discípulos que allí quería ser enterrado cuando muriera. Tras contraer una severa tuberculosis, se mudó a Uman a esperar sus últimos días. Murió en el mes de Tishrei de 1810 durante la festividad de Sucot, poco después de Rosh Hashaná, a los 38 años y fue enterrado en el antiguo cementerio de la ciudad al que hoy asisten miles de judíos que celebran su obra.
“Resulta particularmente interesante que muchas de sus etapas de transición ocurren en vísperas de Rosh Hashaná, era una fecha muy movilizante para el rabino Najman”, analiza el doctor Kitsis. “El año nuevo marca nuevos comienzos, y el rabino Najman es un hombre de continuos reinicios”, agrega y cita una frase de Najman a sus estudiantes que en ese momento eran apenas unos 20 pero hoy se volvió un ritual de miles: “Si ustedes son mi pueblo, vengan a verme en Rosh Hashaná”.
Si bien hacia el siglo XIX los jasídicos de Breslev seguían existiendo, se consideraban escasos y remotos. La figura de Najman vuelve a resurgir a principios del siglo XX a través de pensadores como Martin Buber. Pero el punto de inflexión que lo vuelve masivo hasta estos tiempos ocurre en la década de 1970, mientras el Estado de Israel atravesaba guerras y luchaba por su supervivencia. Según Kitsis tras la guerra de Yom Kipur (1973) muchos encontraron en esta corriente un consuelo, y también en esa época “muchos soldados después del ejército comenzaron a viajar por el mundo a encontrarse a sí mismos”.
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Peregrinos jasídicos en Uman en un Rosh Hashaná anterior.
Peregrinos jasídicos en Uman en un Rosh Hashaná anterior.
La peregrinación a la tumba de Najman en Uman se convirtió en una tradición de Rosh Hashaná.
(Archivo Ynet)
“Al rabino Najman le quedan bien los tiempos de crisis, su legado en esas circunstancias da respuestas exactas”, asegura Uri Groder, director del documental “Rabeinu” que repasa esta historia de vida en tres episodios. El profesor Arthur Green, especialista en misticismo judío y neojasidismo, añade a ese diagnóstico que esta corriente jasídica fue creada para personas que sufren: “No importa cuánto sufras, el mismo maestro sufrió mucho más que eso y se recuperó”, explica.
Yonatan Shatil, autor del libro “psicólogo en la Yeshiva Breslev”, va inclusive más allá y considera que el rabino Najman en algún punto se anticipó a la psicología moderna: “Cuando una persona está mal, el desahogo puede ser un punto clave para salir del pozo”, cita al rabino y completa que “años más tarde Freud dijo que ‘hablar cura enfermedades físicas y psicosomáticas’”.
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