Para 1.800 millones de musulmanes en todo el mundo, el mes de Ramadán que comenzó el 24 de abril, tuvo este año una versión completamente distinta a la habitual. Unos días antes del inicio de la festividad, comenzaron a regir en los diferentes países las pautas sobre distanciamiento social y confinamiento en los hogares.
Desde países como Senegal en África hasta el sudeste asiático, y también en Israel, en las aldeas árabes del norte, Nazaret y Jaffa, así como en las calles de la Ciudad Vieja de Jerusalem, las celebraciones del Ramadán este año estuvieron lejos de lo que solían ser. Las tiendas de dulces permanecieron cerradas, y la música en las calles musulmanas fue reemplazada por un silencio que no se oía hace tiempo.
“En un año regular, Ramadán es el mes más concurrido, festivo y lleno de adornos de todos. Cientos de miles de fieles llegan a la zona, en especial los últimos diez días del mes, y muchos se quedan a pasar algunas noches en la ciudad”, explicó Amiel Meitav, guía turístico de Jerusalem.
Ramadán es el noveno mes del año musulmán. Se extiende durante un período de 29 o 30 días y sobre su final se celebra “Laylat al-Qadr” (la noche del destino), en la cual, según la tradición musulmana, le fue dada a Mahoma la primera versión del Corán. Luego se celebra el “Eid al-Fitr” (ruptura del ayuno), una fiesta que marca los primeros tres días del mes de Shawal, décimo mes del año para el Islam.
Durante todo el mes de Ramadán, desde el amanecer hasta el atardecer, los musulmanes se abstienen de comer y beber, y de otras actividades como fumar, tener relaciones sexuales o celebrar bodas. En contraste las noches se acompañan de un ambiente festivo, música y comidas familiares.
“Ramadán es el período de mayor ocupación de la Ciudad Vieja”, contó Meitav. “Cada año, miles de fieles de Israel y de Judea y Samaria llegan para rezar en la Mezquita de Al-Aqsa en el Monte del Templo. En promedio, 160.000 fieles asisten a las oraciones de los viernes durante esta época. El año pasado, el último viernes del mes, se registró el ingreso de 300.000 personas a la Ciudad Vieja”, detalló Meitav.
Las empresas de turismo y cientos de albergues e iglesias que en especial en esta época hospedan a miles de personas, este año permanecieron desiertos. Además del Ramadán musulmán y la Pascua cristiana, este mes se celebra el “Día de Jerusalem”. En un año normal, para esta fecha se produce una peregrinación por parte de judíos de Israel y del extranjero, que visitan las calles de la ciudad y sus sitios principales como el Muro de los Lamentos y la Torre de David.
“La Torre de David se convirtió con el paso de los años en un símbolo de la ciudad. Durante miles de años funcionó como un 'faro'. Cuando los peregrinos veían la torre a lo lejos, sabían que habían llegado a Jerusalem”, explicó Meitav.
“Justamente ahora, en medio de la epidemia del coronavirus, esta ciudad nos da una importante lección”, enfatizó el guía turístico. “La historia nos muestra que esta crisis también pasará, y que el espíritu humano tiene una maravillosa capacidad para sobreponerse a grandes crisis y volver a crecer”, agregó.
“Hay también un ejemplo más reciente: hace solo 120 años, la ciudad enfrentó la epidemia de cólera, que finalmente derivó en la necesidad de salir de los muros de la Ciudad Vieja y construir nuevos barrios. Por lo general, después de grandes crisis, llega un período de gran avance y crecimiento”, concluyó Meitav.