Ya he cubierto innumerables campeonatos mundiales y europeos de yudo, como el Grand Slam, el Grand Prix y competencias olímpicas emocionantes. Cada una de ellas es especial para mí. Me gusta fotografiar cada momento, y en horas más tranquilas subir fotos a las redes sociales. Hace unos días estaba sentado en la sala de prensa en Doha, Catar, durante el torneo Masters que se llevó a cabo este mes en ese país, y me alegré por uno de los likes que había recibido una de mis fotos, cuyo significado era muy importante. Se trataba de un like dado por Saeid Molaei.
Es cierto que esta no fue la primera vez que entabló contacto con reporteros israelíes, ya que en el pasado muchos artículos sobre el yudoka iraní que huyó de su país y ahora representa a Mongolia fueron publicados en Israel. También pudimos conocernos en muchos de los viajes que hicimos alrededor del mundo. Pero esta vez, en un país árabe y en una rara ocasión antes de un posible combate entre él y el israelí Sagi Muki en las semifinales, sentí que algo especial podría suceder.
Después de su gesto, decidí intentarlo. Le pregunté si era posible fotografiar su entrenamiento. "Sí, hermano, no hay problema", respondió cordialmente. "Todavía estoy en cuarentena, pero me dijeron que en una hora llegaría el resultado de la prueba de coronavirus. Una vez que sepa que es negativo, iré a entrenar. En cuanto baje, te escribiré", agregó.
Los minutos en el reloj no querían moverse. Luego me escribió: "Voy a entrenar". Mi paciencia ya se había perdido, por lo que yo estaba en la puerta del gimnasio cuando me llegó el mensaje. Me saludó extendiendo su brazo para chocar puños (el apretón de manos oficial en tiempos de coronavirus). Junto con él, como siempre, estaba Muhammad Mansouri, ex entrenador de la selección iraní, que también se vio obligado a abandonar su tierra natal por amenazas.
- Estoy feliz por encontrarme contigo
- Veo todas tus fotos. Tomas fotografías realmente bonitas. Me encantaría que me enviaras todo el material después del entrenamiento.
- No hay problema.
- ¿Tú también haces yudo?
- La verdad que no.
- Si quieres, cuando pidas, te entreno.
Luego, Molaei tenía que vestirse y empezar a calentar, pero no paramos de hablar durante todo el entrenamiento. Antes de salir a correr, recordó: "¿Puedes decirme cuándo son las fechas del Grand Slam en Tel Aviv? Tengo muchas ganas de ir. Escuché que Israel es un país hermoso".
Violar las reglas
El año pasado, Molaei participó de la competición más importante del calendario, el Campeonato del Mundo de Tokio. Marcó un objetivo claro: recuperar el logro de 2018 y volver a ganar la medalla de oro en la categoría de 81 kg. Se despidió de sus padres con un beso, y no imaginó que no volvería a verlos de nuevo, ni regresaría a su hogar en Teherán, ni a su país natal Irán.
Después de años de rabia y dudas, Molaei decidió violar todas las reglas que los iraníes le habían impuesto. Al atleta se le había negado la oportunidad de competir contra el israelí Muki, o incluso de estar a su lado en el podio. La federación iraní lo había presionado para perder deliberadamente en las semifinales para que no se enfrentara al israelí en la final. También fue derrotado en la batalla por la medalla de bronce, mientras que Muki se convirtió en campeón mundial. Molaei ya no estaba dispuesto a aceptar esto, huyó a Alemania y luego recibió una propuesta para representar a Mongolia. A pesar de las constantes amenazas contra su vida, denunció lo sucedido y llevó a que la Asociación Internacional de Yudo suspendiera a Irán.
El presidente de la Asociación Mundial de Yudo, Marius Vizer, entendió que la vida de Molaei estaba en peligro y que no podría luchar solo, por lo que decidió protegerlo. Al mismo tiempo, se desarrolló una gran amistad a entre Muki y Molaei debido a este asunto. Lo más destacado fue la famosa selfie que se tomaron juntos en 2019 durante el torneo Masters en China, una fotografía que causó gran impacto en todo el mundo.
A Molaei le tomó un tiempo regresar a la actividad regular y está haciendo todo lo posible para volver a estar en la cima del mundo. Mientras tanto, aún no ha podido recuperar su estado físico y se cansa rápidamente, como lo demostró durante todo su entrenamiento.
Lo fotografié durante toda la práctica, y cada vez que levantaba la cámara, esbozaba una pequeña sonrisa y me hacía señas con el pulgar levantado. Seguimos intercambiando palabras aquí y allá. Recordó que yo le había dicho que mi padre había emigrado a Israel desde Irán y me preguntó si sabía algo de persa. Entre tanto, no dejó que el cuerpo le fallara y repetidamente trató de demostrarme a mí, y de demostrarse a sí mismo, lo que realmente valía.
Finalizamos el encuentro con una selfie, a la que también el entrenador Mansour pidió unirse. Nos deseamos que "Inshallah" (ojalá en árabe) nos encontráramos pronto en Tel Aviv y, por supuesto, no se olvidó de despedirse de Muki. Cuando los trabajadores con los trajes de protección especiales comenzaron a desinfectar el lugar por enésima vez, Molaei agregó una frase más antes de irse: "Espero que algún día todos los residentes de Irán e Israel estén juntos en paz y amistad, y podamos visitarnos mutuamente".
La condición física de Molaei lo llevó a perder en cuartos de final. Sin embargo, se repondrá y seguirá luchando por ser el mejor de todos, mientras siempre mira con temor por encima del hombro a quienes lo persiguen. El israelí Muki ganó la medalla de bronce, pero no pudo enfrentarse a Molaei en Catar. Pero como nuestro encuentro también parecía improbable, parece que no hay límite para las sorpresas, y tal vez ambos se enfrenten el próximo mes en Tel Aviv.