Liran Yechiel.
Liran Yechiel.
Congreso Judío Lationamericano
Liran Yechiel.

A 80 años del pogrom de Irak: el sueño de volver a Bagdad

Mi padre recuerda su feliz infancia en Irak, donde vivía una comunidad judía grande y próspera. Sin embargo, la coexistencia pacífica entre judíos y musulmanes finalizó con la masacre llevada a cabo en junio de 1941, cuando 150 personas fueron asesinadas y miles resultaron heridas. Si bien nací y crecí en Israel, también me siento iraquí, por lo que ansío poder visitar alguna vez la nación que, a pesar de todo, es parte de mi cultura.

*Liran Yechiel |
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Al aproximarnos al octogésimo aniversario de Farhūd (“despojo violento” en árabe) del 1° de junio de 1941, pienso en la infancia de mi padre, Meir Yechiel, en Irak. Cuando él habla de ese lugar, siempre comparte memorias agradables. Recuerda su escuela judía en Bagdad, su alegría por nadar en el río Tigris y a la gran y vibrante comunidad judía.
Mi padre recuerda que como había muchos judíos en Bagdad (90.000), los bancos cerraban los sábados por respeto al Shabat, en vez de los viernes por Jumuʿah, el día semanal de oración y descanso musulmán. En total, los judíos eran el 3% de la población de Irak en los años cuarenta del siglo XX, lo que correspondía a 135.000 personas.
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Liran Yechiel.
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Liran Yechiel.
(Congreso Judío Lationamericano)
Soldados, policías, miembros de pandillas urbanas y beduinos arrasaron por los barrios judíos de la capital asesinando, violando y saqueando. Ni las autoridades iraquíes bajo Rashid Ali al-Gaylani ni los británicos intervinieron
Distintas comunidades judías han vivido en esa región desde el siglo VI a.c., casi un milenio antes de que las comunidades musulmanas establecieran su presencia durante el siglo VII. Los judíos fueron activos en el Parlamento y otras ramas del gobierno, y uno de los ministros de finanza del Irak independiente, Sir Sassoon Eskell, provenía de una familia judía.
Pero la coexistencia pacífica fue interrumpida el fatídico 1° de junio de 1941 durante el Farhūd, pogrom inspirado por el nazismo. La masacre se inició cuando los judíos de Irak empezaban la celebración de la festividad judía de Shavuot, y terminó con miles de heridos y 130 personas asesinadas, la mayoría en Bagdad.
La tragedia ocurrió un mes después de que el primer ministro iraquí pro-nazi Rashid Ali Al-Gaylani lideró un grupo de oficiales, la A-Murabbaʿ adh-Dhahabī (Escuadra dorada), en un golpe de Estado que culminó con el derrocamiento del regente británico de Irak junto al rey ʿAbd al-Ilah de Hejaz, que sería asesinado prontamente, así como a la familia real hashemita de Irak.
Soldados, policías, miembros de pandillas urbanas y beduinos arrasaron por los barrios judíos de la capital asesinando, violando y saqueando. Ni las autoridades iraquíes bajo Rashid Ali al-Gaylani ni los británicos intervinieron. Por razones que no son claras, los británicos demoraron su acción y reconquista de la ciudad. La violencia continuó por dos días y terminó en la tarde del 2 de junio de 1941.
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Pogrom del 1° de junio de 1941 en Irak.
Pogrom del 1° de junio de 1941 en Irak.
Pogrom del 1° de junio de 1941 en Irak.
(Congreso Judío Lationamericano)
Como mi padre tenía solo seis años, sus recuerdos del pogrom no son muy claros. Pero recuerda a mi abuelo llevando a los niños y a su madre al techo de la casa, y saltando de tejado en tejado hasta que llegaron a la vivienda de un amigo musulmán donde se escondieron hasta que terminó la violencia. En la memoria de mi padre aún están los gritos de los ataques que llegaban desde afuera.
A la fecha, el gobierno iraquí ha intentado compensar por algunas de las propiedades robadas, pero no ha sido suficiente. Solo el 15% se pudo recuperar
Unos meses después del Farhūd se tomaron algunas medidas para castigar a los perpetradores. El gobierno de Jamil al-Madfa’i, establecido después del golpe de Estado, designó a un comité investigativo para que estudiara lo ocurrido. Enumeró factores, específicamente la propaganda alemana que salía de la Embajada de Alemania en Bagdad, la cual encontró una audiencia receptiva en el Ejército. Pocos de los perpetradores fueron capturados o castigados, pero algunos fueron sentenciados por asesinato y ahorcados públicamente, en tanto que otros fueron sentenciados a prisión.
A la fecha, el gobierno iraquí ha intentado compensar por algunas de las propiedades robadas, pero no ha sido suficiente. Solo el 15% se pudo recuperar. Incluso aquellos judíos que sabían cuáles de sus vecinos habían saqueado sus bienes, no tuvieron la oportunidad de reclamarlos. El gobierno también se opuso a reconocer completamente la tragedia. Aunque las víctimas sin identificar fueron enterradas en fosas masivas, el cementerio fue posteriormente demolido y se construyó un garaje sobre él, sin dejar un lugar para recordar o conmemorar esta tragedia perpetrada a sus leales ciudadanos.
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Liran Yechiel y su padre Meir.
Liran Yechiel y su padre Meir.
Liran Yechiel y su padre Meir.
(Congreso Judío Lationamericano)
Antes del Farhūd, judíos y árabes llevaban más de dos milenios de coexistencia pacífica en Irak. De hecho, mi padre recuerda que mi abuelo tenía amistades cercanas con sus vecinos de todas las creencias. Pero este evento violento aceleró el final de las relaciones pacíficas en el país y cambió la relación entre varios grupos religiosos.
Creo que muchos de los judíos iraquíes tienen memorias gratas de su infancia. No fue sino hasta cuando se fundó Israel en 1948 que las cosas terminaron de cambiar significativamente para peor. La desafortunada verdad es que mucha de la violencia nació de la reacción a la creación del Estado de Israel. A diferencia de gran parte de Europa Oriental, los judíos iraquíes eran felices en Bagdad y no tenían ningún deseo de partir cuando les ofrecieron la oportunidad de mudarse. De hecho, a pesar de todo, algunos escogieron quedarse hasta los años setenta, y aún hoy, continúa existiendo una presencia judía, aunque muy pequeña, en la ciudad.
Me encantaría pensar que un día seremos libres de regresar, de visitar el lugar donde creció mi padre
Para mí ser iraquí es parte de mi identidad. Tanto como ser israelí, lugar donde nací y crecí; y ser británica, donde pasé mis años formativos y gran parte de mi vida adulta.
Cada tanto vuelven a aparecer artículos que hablan del “último judío” de Irak y los judíos iraquíes descendientes de expatriados que quieren visitar y revivir la nostalgia de sus antepasados no sienten que sea seguro visitar ese país.
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Meir Yechiel en su juventud.
Meir Yechiel en su juventud.
Meir Yechiel en su juventud.
(Congreso Judío Lationamericano)
Aunque parece poco probable que alguna vez podamos retornar, ser iraquí es parte de mi cultura. Es verdaderamente parte de lo que soy. Es la comida que comemos, la música que escuchamos, las tradiciones y cultura que vivimos. Espero transmitir esta herencia a mis hijos.
Me encantaría pensar que un día seremos libres de regresar, de visitar el lugar donde creció mi padre. Estoy segura de que ha cambiado, pero tener esa experiencia con él, que creció allí hasta su adolescencia, sería increíble.
Tengo la más sincera esperanza de que llegue el día en el que el actual gobierno de Irak firme los Acuerdos de Abraham. El reciente acercamiento y la profundización de los lazos entre Israel y las naciones del Golfo, no ha llevado solo a los israelíes a sentirse cómodos para visitar estos países, sino también a los judíos de la diáspora. Ojalá yo también pueda algún día visitar Irak, nadar en el río Tigris y caminar por las mismas calles donde una vez lo hizo mi padre.
*Liran Yechiel es miembro de WJC Jewish Diplomatic Corps, el programa bandera del Congreso Judío Mundial, una red mundial con más de 350 miembros en más de 50 países que fortalecen y empoderan a la nueva generación de líderes judíos a través de diplomacia y la política pública
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