En enero de este año Melaniya Petrushanska viajó con su abuela a Ucrania y se quedó mucho más de lo que hubiera pensado: el cierre de las fronteras internacionales le impidió regresar a Israel junto a sus padres, y seis meses después pudo reencontrarse con su madre.
De 3 años e hija de inmigrantes ucranianos, ante la cancelación masiva de vuelos Melaniya no pudo volar de regreso ya que su abuela no es ciudadana israelí y no podía subirse junto a la niña a los aviones de repatriación.
Los padres, a su vez, no podían viajar a Ucrania por motivos laborales, ya que esto implicaba para ellos realizar un período de aislamiento de 14 días en Kiev y otro igual en Israel una vez concretado el regreso a casa.
“Le decíamos que no podía volver porque todos los aviones estaban enfermos”, contó su madre, Alona, sobre la manera que encontró de sobrellevar esta distancia.
La solución surgió desde la buena voluntad de la aerolínea Israir: fue la única empresa que permitió que Melaniya viajara acompañada por un tutor que no formara parte de la familia de la pasajera, y además pagó los gastos derivados de la contratación de un profesional que se hiciera responsable de la niña durante el vuelo.
Ahora la familia Petrushanska deberá aislarse dos semanas en su domicilio, pero para Alona es ya no es un problema: “Finalmente estamos juntos después de una etapa larga y difícil”, comentó en medio de la emoción del esperado reencuentro con su hija.