Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.
Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.
AP
Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.

Una adolescente yazidí, secuestrada y violada por ISIS, no puede regresar a su hogar

Roza Barakat tenía 11 años cuando fue capturada por el Estado Islámico. Fue madre a los 13 años. Es la historia de muchas jóvenes yazidíes que temen regresar a sus hogares.

Associated Press |
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Los torturadores de Roza Barakat han sido derrotados, pero los horrores que soportó aún la mantienen cautiva.
Tenía 11 años cuando fue capturada y esclavizada por el grupo Estado Islámico, junto con miles de otras mujeres y niñas yazidíes secuestradas cuando los terroristas invadieron el norte de Irak en la brutal campaña de 2014.
Arrancada de su familia en su ciudad natal, Sinjar –el enclave de la antigua minoría religiosa yazidí–, fue llevada a Siria, vendida varias veces y violada repetidamente. Tuvo un hijo, un niño que desde entonces ha perdido. Ahora, a los 18 años, habla poco de su dialecto kurdo nativo, kurmanji.
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Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.
Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.
Roza Barakat tenía 11 años cuando fue secuestrada por militantes del Estado Islámico, junto con miles de personas, cuando los extremistas invadieron la ciudad de Sinjar, en Irak.
(AP)
Con la derrota de ISIS en 2019, Barakat cayó en las sombras, optando por esconderse en la agitación que siguió a la peor de las batallas. Cuando los combatientes fueron arrestados, sus esposas e hijos fueron hacinados en campos de detención. Barakat estaba libre, pero no podía irse a casa.
"No sé cómo enfrentaré a mi comunidad", dijo a The Associated Press, hablando en árabe, mientras jugaba nerviosamente con los extremos de su larga trenza oscura y el esmalte rojo en sus delicados dedos se desvanecía.
Durante años sus captores del Estado Islámico le dijeron que nunca sería aceptada si regresaba. "Les creí", señaló.
La historia de Barakat, corroborada por funcionarios kurdos yazidíes y sirios, es una ventana a las complicadas realidades que enfrentan muchas mujeres yazidíes que alcanzaron la mayoría de edad bajo el brutal gobierno de ISIS. Traumatizadas y perdidas, muchos luchan por aceptar el pasado, mientras que la comunidad yazidí está en desacuerdo sobre cómo aceptarlas.
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Ocho años después, vive en las sombras, temerosa de volver a casa y temerosa de que su comunidad no la acepte.
Ocho años después, vive en las sombras, temerosa de volver a casa y temerosa de que su comunidad no la acepte.
Ocho años después, vive en las sombras, temerosa de volver a casa y temerosa de que su comunidad no la acepte.
(AP)
"¿Qué esperas de una niña que fue violada a los 12 años y dio a luz a los 13?", se preguntó Faruk Tuzu, copresidente de Yazidi House, un conglomerado de organizaciones yazidíes en el nordeste de Siria. "Después de tanta conmoción y abuso ya no creen en nada, no pertenecen a ninguna parte", añadió.
La AP no suele identificar a las personas que dicen ser víctimas de agresión sexual a menos que otorguen permiso. Barakat habló con la AP desde una casa de seguridad administrada por el grupo de Tuzu sólo unos días después de que el líder del grupo Estado Islámico, que se cree que desempeñó un papel clave en la esclavitud de las mujeres yazidíes, fuera asesinado en una incursión estadounidense en el noroeste de Siria.
Ella se encogió de hombros ante la noticia, diciendo que eso no hace una diferencia.
El Estado Islámico vendió a Barakat a un iraquí de Tal Afar, un hombre mayor que su padre. Ella se estremece al contar cómo él "me hizo llamar a su esposa 'madre'". Después de unos meses fue vendida a otro hombre.
El Estado Islámico vendió a Barakat a un iraquí de Tal Afar, un hombre mayor que su padre.
Eventualmente, sus captores le dieron dos opciones: convertirse al Islam y casarse con un combatiente o ser vendida nuevamente. Se convirtió, dice, para evitar ser vendida. Se casó con un libanés que eligieron para ella, un hombre que transportaba comida y equipo para los combatientes del Estado Islámico.
"Él era mejor que la mayoría", dijo. A los 13 años, dio a luz a un hijo, Hoodh. En la cima del autoproclamado "Califato" de los militantes, vivían en la ciudad de Raqqa, la capital del Estado Islámico
Una vez le rogó a su esposo que averiguara qué le había sucedido a sus hermanas mayores, que habían sido capturadas como ella. Había perdido la esperanza de que sus padres siguieran vivos.
Algunas semanas después le dijo que encontró a una de sus hermanas, sosteniendo una foto de una mujer en el mercado de esclavos de Raqqa, donde se vendían niñas yazidíes.
"Qué diferente se ve", recuerda haber pensado Barakat.
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Roza Barakat
Roza Barakat
Roza Barakat se convirtió al Islam y se casó con un libanés. "Él era mejor que la mayoría", recuerda.
(AP)
A principios de 2019, cuando el gobierno de ISIS se estaba desmoronando, Barakat huyó con su esposo primero a la ciudad de Deir el-Zour, en el este de Siria, y luego a la ciudad de Baghouz, que se convirtió en la última posición del Estado Islámico. Cuando las Fuerzas Democráticas Sirias Kurdas respaldadas por Estados Unidos rodearon Baghouz, se ofreció un paso seguro a mujeres y niños.
En este punto, Barakat podría haber dado un paso adelante y haberse identificado como yazidí y buscar seguridad. Pero en cambio, agarró a Hoodh en sus brazos y salió de la ciudad con otras capturadas por ISIS.
Hoy en día, más de 2.800 mujeres y niños yazidíes siguen desaparecidos, dijo Tuzu. Algunas han cortado lazos y están construyendo nuevas vidas fuera de la comunidad, creyendo que si regresan serían asesinadas. Otras temen ser separadas de sus hijos, engendrados por miembros del Estado Islámico.
Hoy en día, más de 2.800 mujeres y niños yazidíes siguen desaparecidos
La comunidad yazidí de Irak ha obligado a las mujeres que regresan a Sinjar a entregar a sus hijos como condición para regresar. A muchos se les dijo que sus hijos serían adoptados por familias kurdas sirias, pero docenas han terminado en un orfanato en el nordeste de Siria.
El destino de los niños ha estado en el centro de un debate en curso dentro de la comunidad yazidí. En 2019, el Consejo Espiritual Yazidi, la máxima autoridad entre los yazidíes, pidió a los miembros que aceptaran a todos los sobrevivientes yazidíes de las atrocidades del Estado Islámico. Días después, el consejo aclaró que la decisión excluía a los niños nacidos de violación.
"Este es nuestro error, y lo reconocemos: no permitimos que los niños se quedaran con sus madres", señaló Tuzu. Confirmó que algunas mujeres yazidíes todavía están en el campamento de al-Hol, que alberga a decenas de miles de mujeres y niños, en su mayoría esposas, viudas e hijos de miembros de ISIS.
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Guardia dMujer del ISIS en el campo de refugiadosel campo de refugiados escolta a mujer yihadista
Guardia dMujer del ISIS en el campo de refugiadosel campo de refugiados escolta a mujer yihadista
Mujer del ISIS en un campo de refugiados.
(AFP)
Después de salir de Baghouz con otras mujeres, en marzo de 2019, Barakat se escapó a un pueblo cercano en lugar de terminar en un campamento. Con la ayuda de simpatizantes del Estado Islámico, tomó una ruta de contrabando y terminó en Idlib, en el noroeste de Siria, en un hogar para viudas de ISIS. Su marido fue asesinado en Baghouz.
Aquí, la historia de Barakat diverge respecto de lo que ella les dijo a los funcionarios. Inicialmente, comentó que había dejado a su hijo en Idlib para encontrar trabajo en otro lugar. Pero luego le dijo a la AP que Hoodh murió después de un ataque aéreo en Idlib. Cuando se le presionó para que aclarara, dijo: "Es difícil. No quiero hablar de eso".
Con la ayuda de un contrabandista, se dirigió a Deir el-Zour y finalmente encontró trabajo en un mercado de ropa, ahorrando para una nueva vida en Turquía.
"Hice todo lo posible por ocultar que era yazidí"
Todavía soñaba con llegar a Turquía cuando las fuerzas de seguridad interna kurdas la atraparon el mes pasado, esperando en una casa en la ciudad de al-Tweinah para ser llevada por contrabandistas a través de la frontera entre Siria y Turquía. Fue retenida e interrogada durante días.
"Hice todo lo posible para ocultar que era yazidí", dijo. Ella les dijo a los investigadores que era de Deir el-Zour, y que esperaba recibir tratamiento médico en Turquía, pero no le creyeron. Uno de ellos levantó una vieja foto encontrada en su teléfono móvil, era una joven yazidí en un mercado de esclavos, y le pidió que explicara. "Las palabras simplemente salieron: 'Esa es mi hermana'", dijo Barakat.
Una vez que se supo la verdad, Barakat fue llevada a una casa de seguridad en la aldea de Barzan, en la provincia siria de Hassakeh, donde la comunidad yazidí la acogió. "Me sorprendió escuchar sus amables palabras y ser recibida de la manera en que fui", dijo.
Todavía no está lista para regresar a Sinjar. Toda su familia fue asesinada o sigue desaparecida.
"¿A qué hay que volver?", se pregunta. "Necesito tiempo para mí".
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