Tali, en el avión que la llevó de regreso a la Argentina.
Tali, en el avión que la llevó de regreso a la Argentina.
Gentileza
Netanyahu y Gallant organizan el contraataque el 8 de octubre.

Una guerra, un funeral, un nacimiento y una boda

El testimonio de la periodista de Ecoturismo mundo sobre los acontecimientos que cambiaron su vida.

Tali Akuka |
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El 7 de octubre cambió nuestra vida. Ese día estaba en la playa, era el último día de nuestras vacaciones y la de muchos otros. Por la mañana comenzamos a recibir mensajes de ataques aéreos, misiles, secuestros, nuestros amigos recibieron llamados de manera inminente de ir a la reserva militar…observé a mi amiga que me comentó en voz alta: vamos a la casa y tal vez volvemos mañana junto a mi novio a la playa. La miré a los ojos y le contesté: creo que no van a regresar…esto es la guerra.
Me estremecí ante mis palabras, después de un rato de ir a la estación a chequear si había buses ante los inminentes ataques aéreos a distintas ciudades, regresé a la playa a calmar los ánimos. Las calles estaban desiertas, tristeza y desolación en el aire, el ambiente se fue ensombreciendo, cada vez más triste y desolado. A las 5 de la tarde la radio daba las noticias con el primer ministro en cadena nacional, quien declaró la guerra. Se me hizo un nudo en la garganta, una sensación de que es irreal la situación y que hace unas horas estábamos de festejo. Un antes y un después.
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Netanyahu y Gallant organizan el contraataque el 8 de octubre.
Netanyahu y Gallant organizan el contraataque el 8 de octubre.
Netanyahu y Gallant organizan el contraataque el 8 de octubre.
(Ynet)
Mi cabeza estallaba con pensamientos de pánico, recuerdo las sirenas y yo misma corriendo por la escalera hacia el refugio, es el único recuerdo que me queda de la Guerra del Golfo. Vuelvo al presente, los días siguientes llegaron refugiados del sur, se organizan grupos para alojar gente, dar comida, ropa o asistirlos. Las calles están vacías, sólo patrullas de policía, militares o voluntarios. Por ahora es seguro estar en Eilat, me pregunto cuántos días más tardarán en atacar, días después ya era inseguro estar en cualquier sitio. El país se paralizó, los colegios cerraron, la gente preparaba los refugios. En el cielo helicópteros militares, en el mar buques de la marina, y muchos estruendos que se escuchaban.
La publicidad del gobierno en la TV: “Ganaremos la guerra”. Pensé para mí misma: “nadie gana en una guerra”. Los políticos que semanas antes desfilaban en vivo para criticar las protestas en su contra desaparecieron. En su lugar aparecían personas llamando a la solidaridad para encontrar a sus familiares, miembros del festival Nova por la paz, gente del kibutz, todos con el mismo mensaje, exigiendo alguna respuesta o asistencia del gobierno.
En el medio las víctimas inocentes, siempre son las mismas de un lado y del otro. Son civiles que son rehenes de un genocidio, a mano de políticos corruptos y grupos terroristas que se proclaman para luchar por la autodeterminación de los pueblos, aunque masacran de hambre y represión a sus ciudadanos. Una guerra es inhumana, sólo beneficia la proliferación de las armas y negociados que son desconocidos para la mayoría de la población. Con el corazón roto, me pregunto qué será de este planeta. Se me parte el alma cuando menciono la palabra guerra. Es tan anacrónico…o acaso pueden aceptar un mundo flagelado por el terror y las armas, aún creo en la humanidad, en los derechos humanos, en que a pesar de nuestras diferencias podamos respetarnos y llegar a consensos.
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El Festival de Música Nova Masaccre
El Festival de Música Nova Masaccre
Huellas de la masacre en el Festival de Música Nova.
(AFP)
No puedo dormir, por las noches tengo pesadillas de ataques, durante el día sigo las noticias o recibo mensajes terribles. Los vuelos se cancelan, organizan de emergencia para los que tienen otra nacionalidad. Pasan días, pero nadie me llama, pienso que tal vez moriré pronto y empiezo a despedirme de los seres que amo. Las noticias eran cada vez más escalofriantes. Esta es una historia de oscuridad y también es una de amor.
Esta es una historia de un año duro, en mayo partió en forma inesperada mi madre, me lo avisó mi padre por teléfono. Nos íbamos a ver este año, pero no pudo ser, la tristeza me invadió y paralizó, lo único que quería era llegar para poder abrazar a mi abuela en Argentina.
Un tornado emocional pasó por mi vida y lo único que necesitaba era tranquilidad.
Ese octubre –antes de la guerra– tenía planificado viajar en un vuelo a Buenos Aires que nunca salió, así como tantos otros. Entré en un estado de desesperación que difícilmente puedo describir en este reportaje. La tarde que recibí el llamado del vuelo humanitario, estaba junto con un amigo que es casi familia organizando para darnos ánimos y ayudar a gente que llegaba desde el norte.
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Vuelo humanitario de la Fuerza Aérea Argentina.
Vuelo humanitario de la Fuerza Aérea Argentina.
Vuelo humanitario de la Fuerza Aérea Argentina.
(Gentileza)
El teléfono sonó a las 18.30, me dieron veinte minutos para decidir si subirme al vuelo que saldría al día siguiente vía Roma a Buenos Aires. Mi indecisión continuó hasta la hora del viaje, decidimos junto con mi pareja que era lo mejor que viaje en ese vuelo y luego él. Somos periodistas de viajes y cultura, nuestra función podía ser más útil desde el exterior que desde el país y para mí era un asunto de vida o muerte, sentí el miedo a flor de piel y esta decisión tan personal sólo se puede entender cuando se está en ese lugar.
Llegué a Buenos Aires de forma repentina, tuve mucho miedo en el vuelo que salió de Tel Aviv, ya que si sonaban las alarmas podría ser suspendido para correr al refugio. Cuando el vuelo despegó las alarmas sonaban.
Los únicos viajes que funcionaban eran los humanitarios, la gente se despedía de sus familias con mucho congojo, eran escenas tristes y muy emotivas. En el vuelo subieron niños con sus mascotas, personas mayores que estaban ocasionalmente de visita, mujeres con bebés, adolescentes que habían ido a estudiar a Israel. Muchas historias de vida diferentes con la coincidencia de querer tener días de paz y estar lejos del sonido de las alarmas y los misiles.
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Tali, en el avión que la llevó de regreso a la Argentina.
Tali, en el avión que la llevó de regreso a la Argentina.
Tali, en el avión que la llevó de regreso a la Argentina.
(Gentileza)
Durante la travesía –de Tel Aviv a Buenos Aires– se sintió la solidaridad y la unión, tanto de los pasajeros como de los que fueron enviados en especial a esta misión: los diplomáticos, los tripulantes de Aerolíneas Argentinas, los militares y cada uno que cumplía una responsabilidad lo hizo con profesionalidad y con el respeto de la vida, así como con un don de humanidad inigualables. A cada uno de ellos les agradezco en este reportaje desde el fondo de mi alma por haberse comprometido con una misión humanitaria de esta envergadura. Para mí siempre serán los héroes anónimos de la Nación Argentina que merecen un homenaje por sus acciones.
Llegué a Buenos Aires el 20 de octubre, en el medio de la crisis humanitaria de la guerra. Una señora que conocí unos minutos antes de aterrizar me trató como si me conociera de toda la vida y me alcanzó hasta la casa de mi amiga Vero. Salió a recibirme su esposo junto a la dulce Lenú y arriba me esperaba Vero junto Lolo, un bebé muy sonriente. Nos dimos un abrazo, de esos que reconfortan el alma, entonces entendí que frente al dolor y la oscuridad estaba el amor, en su estado más puro, los niños, la inocencia, y la pureza en su máximo esplendor. Después de un largo abrazo, y sin aún aterrizar en Buenos Aires, fui a dar mi testimonio a la TV argentina para agradecer al Estado y a la gente que viajó conmigo y pedir que me ayuden a que venga mi compañero.
(A partir del minuto 40, la entrevista a Tali Akuka en A24)
Me fui a dormir, sin embargo, con la tranquilidad a medias, pues Andre, mi amor, estaba a millones de kilómetros de distancia. Pensé que tal vez nunca nos veríamos, era mucha incertidumbre. Eran días intensos…morir o vivir. La oscuridad o la luz…la guerra o la paz.
Me fui a dormir, sin embargo, con la tranquilidad a medias, pues Andre, mi amor, estaba a millones de kilómetros de distancia. Pensé que tal vez nunca nos veríamos
Mi amiga Acsis que estaba a punto de parir, al ver mi foto en Buenos Aires me escribió: ahora estoy en paz. Al día siguiente un nuevo integrante vino a este mundo, despertó en Ecuador Dante Manuel, pensé que representa la expresión y la magia del amor. El amor y la guerra… ¿Cómo pueden convivir? ¿Es acaso una paradoja?
El amor de mi abuela Babi estaba intacto luego de cuatro largos años donde perdió a su amado marido José y a su hija recientemente. Fue el amor a pesar del dolor. Me recibió como si los años se hubieran congelado en el tiempo. Nos abrazamos con un abrazo infinito, el amor traspasa las fronteras y distancias. Estábamos una frente a la otra, ayer una niña y su abuela, hoy dos mujeres.
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Tali Akuka con su abuela.
Tali Akuka con su abuela.
Tali Akuka con su abuela.
(Gentileza)
Una mañana nos visitó un hermoso colibrí multicolor…al cabo de unas horas, recibimos una noticia esperanzadora, Andre vendría en un vuelo a Buenos Aires. El 26 de diciembre en honor al nacimiento de mi madre celebramos el casamiento y festejamos compartir la vida. Brindamos por los que partieron, y por los que están, por los aprendizajes y desafíos, brindamos por la paz y por la esperanza.
Agradecimientos
Un agradecimiento especial al Consulado de la República Argentina en Israel y en Roma, a la tripulación del tercer vuelo de repatriación de Aerolíneas Argentinas, a los militares que participaron en la misión humanitaria y a la Comunidad Judía Argentina.
Colaboraciones
Las personas que quieran colaborar con nuestras labores periodísticas a través de nuestros reportajes, capacitaciones online y acciones de difusión del turismo pueden contactarse con nosotros a ecoturismomundo@gmail.com

Tali Akuka
Ecoturismo Mundo
www.facebook.com /Ecoturismomundo
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First published: 15:40, 16.01.24
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